jueves, 15 de enero de 2015

El ruido de la carroza



Cierta mañana, mi padre me invitó a dar un paseo por el bosque y acepté con gusto.

Se detuvo en una curva y después de un pequeño silencio me preguntó: Además del cantar de los pájaros, ¿escuchas alguna cosa más? Agudicé mis oídos y algunos segundos después le respondí: Escucho el ruido de una carroza.

Eso es -dijo mi padre-, es una carroza vacía.

Pregunté a mi padre: ¿Cómo sabes que es una carroza vacía, si aún no la vemos? Entonces mi padre respondió: Es muy fácil saber cuándo una carroza está vacía, por el ruido que hace. Cuanto más vacía la carroza, mayor es el ruido que hace.

Me convertí en adulto y hasta hoy, cuando veo alguien hablando demasiado, interrumpiendo la conversación de todo el mundo, de manera inoportuna, presumiendo de lo que tiene, de mostrarse prepotente y minusvalorando a la gente, tengo la impresión de oír la voz de mi padre diciendo: “Cuanto más vacía está la carroza, mayor es el ruido que hace".
El bien no hace ruido.

El ruido no hace bien

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