domingo, 27 de septiembre de 2009

...EL QUE NO ESTÁ CONTRA NOSOTROS, ESTÁ CON NOSOTROS...

26 Tiempo ordinario ( B )
Marcos 9, 38-43. 45. 47-48

En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús: Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros.
Jesús respondió: No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros, está a favor nuestro.
Y, además, el que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa.
El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la Vida, que ir con las dos manos al infierno, al fuego que no se apaga.
Y si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la Vida, que ser echado con los dos pies al infierno.
Y si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el Reino de Dios, que ser echado con los dos ojos al infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.
PALABRA DE DIOS.

SON AMIGOS, NO ADVERSARIOS
José Antonio Pagola

A pesar de los esfuerzos de Jesús por enseñarles a vivir como él, al servicio del reino de Dios, haciendo la vida de las personas más humana, más digna y dichosa, los discípulos no terminan de entender el Espíritu que lo anima, su amor grande a los más necesitados y la orientación profunda de su vida.
El relato de Marcos es muy iluminador. Los discípulos informan a Jesús de un hecho que los ha molestado mucho. Han visto a un desconocido «expulsando demonios». Está actuando «en nombre de Jesús» y en su misma línea: se dedica a liberar a las personas del mal que les impide vivir de manera humana y en paz. Sin embargo, a los discípulos no les gusta su trabajo liberador. No piensan en la alegría de los que son curados por aquel hombre. Su actuación les parece una intrusión que hay que cortar.
Le exponen a Jesús su reacción: «Se lo hemos querido impedir porque no es de los nuestros». Aquel extraño no debe seguir curando porque no es miembro del grupo. No les preocupa la salud de la gente, sino su prestigio de grupo. Pretenden monopolizar la acción salvadora de Jesús: nadie debe curar en su nombre si no se adhiere al grupo.
Jesús reprueba la actitud de sus discípulos y se coloca en una lógica radicalmente diferente. Él ve las cosas de otra manera. Lo primero y más importante no es el crecimiento de aquel pequeño grupo, sino que la salvación de Dios llegue a todo ser humano, incluso por medio de personas que no pertenecen al grupo: «el que no está contra nosotros, está a favor nuestro». El que hace presente en el mundo la fuerza curadora y liberadora de Jesús está a favor de su grupo.
Jesús rechaza la postura sectaria y excluyente de sus discípulos que solo piensan en su prestigio y crecimiento, y adopta una actitud abierta e inclusiva donde lo primero es liberar al ser humano de aquello que lo destruye y hace desdichado. Éste es el Espíritu que ha de animar siempre a sus verdaderos seguidores.
Fuera de la Iglesia católica, hay en el mundo un número incontable de hombres y mujeres que hacen el bien y viven trabajando por una humanidad más digna, más justa y más liberada. En ellos está vivo el Espíritu de Jesús. Hemos de sentirlos como amigos y aliados, nunca como adversarios. No están contra nosotros pues están a favor del ser humano, como estaba Jesús.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Valora...


Valora del anciano el consejo;

de los padres, la protección;

del hermano, el abrazo;

del amigo, la comprensión;

del enemigo, el arrepentimiento.

Valora todo lo que te dan

al igual que valoras lo que consigues

para que nunca se alejen de ti

ni el optimismo, ni la esperanza ni la fe.


¿y tu? ¿valoras lo que tienes?

domingo, 20 de septiembre de 2009

Domingo 25ª Semana Tiempo Ordinario

Lectura del santo evangelio según san Marcos 9, 30-37
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se entera se, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía:
- «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará.»
Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle.
Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó
- «¿De qué discutíais por el camino?»
Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo:
- «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.»
Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo:
- «El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.»
Palabra del Señor.



Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Marcos 9, 30-37


DOS ACTITUDES MUY DE JESÚS


El grupo de Jesús atraviesa Galilea camino de Jerusalén. Lo hacen de manera reservada, sin que nadie se entere. Jesús quiere dedicarse enteramente a instruir a sus discípulos. Es muy importante lo que quiere grabar en sus corazones: su camino no es un camino de gloria, éxito y poder. Es lo contrario: conduce a la crucifixión y al rechazo, aunque terminará en resurrección.
A los discípulos no les entra en la cabeza lo que les dice Jesús. Les da miedo hasta preguntarle. No quieren pensar en la crucifixión. No entra en sus planes ni expectativas. Mientras Jesús les habla de entrega y de cruz, ellos hablan de sus ambiciones: ¿quién será el más importante en el grupo? ¿quién ocupará el puesto más elevado? ¿quién recibirá más honores?
Jesús «se sienta». Quiere enseñarles algo que nunca han de olvidar. Llama a los Doce, los que están más estrechamente asociados a su misión y los invita a que se acerquen, pues los ve muy distanciados de él. Para seguir sus pasos y parecerse a él han de aprender dos actitudes fundamentales.
Primera actitud: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y servidor de todos». El discípulo de Jesús ha de renunciar a ambiciones, rangos, honores y vanidades. En su grupo nadie ha de pretender estar sobre los demás. Al contrario, ha de ocupar el último lugar, ponerse al nivel de quienes no tienen poder ni ostentan rango alguno. Y, desde ahí, ser como Jesús: «servidor de todos»
La segunda actitud es tan importante que Jesús la ilustra con un gesto simbólico entrañable. Pone a un niño en medio de los Doce, en el centro del grupo, para que aquellos hombres ambiciosos se olviden de honores y grandezas, y pongan sus ojos en los pequeños, los débiles, los más necesitados de defensa y cuidado.
Luego, lo abraza y les dice: «El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí». Quien acoge a un “pequeño” está acogiendo al más “grande”, a Jesús. Y quien acoge a Jesús está acogiendo al Padre que lo ha enviado. Un Iglesia que acoge a los pequeños e indefensos está enseñando a acoger a Dios. Una Iglesia que mira hacia los grandes y se asocia con los poderosos de la tierra está pervirtiendo la Buena Noticia de Dios anunciada por Jesús.

martes, 15 de septiembre de 2009

LAS COSAS NO SON SIEMPRE LO QUE PARECEN


Dos Ángeles viajeros se pararon para pasar la noche en el hogar de una familia muy adinerada.
La familia era ruda y no quiso permitirles a los Ángeles que se quedaran en la habitación de huéspedes de la mansión. En vez de ser así, a los Ángeles les dieron un espacio pequeño en el frío sótano de la casa. A medida que ellos preparaban sus camas en el duro piso, el Ángel más viejo vio un hueco en la pared y lo reparó. Cuando el Ángel más joven preguntó ¿por qué?, el Ángel más viejo le respondió, "Las cosas no siempre son lo que parecen".
La siguiente noche, el par de Ángeles vino a descansar en la casa de un señor y una señora, muy pobres, pero el señor y su esposa eran muy hospitalarios. Después de compartir la poca comida que la familia pobre tenía, la pareja les permitió a los Ángeles que durmieran en su cama donde ellos podrían tener una buena noche de descanso. Cuando amaneció, al siguiente día, los Ángeles encontraron bañados en lágrimas al señor y a su esposa. La única vaca que tenían, cuya leche había sido su única entrada de dinero, yacía muerta en el campo. El Ángel más joven estaba furioso y preguntó al Ángel más viejo, ¿cómo pudiste permitir que esto hubiera pasado?. El primer hombre lo tenía todo, sin embargo tú lo ayudaste; el Ángel más joven le acusaba. La segunda familia tenía muy poco, pero estaba dispuesta a compartirlo todo, y tú permitiste que la vaca muriera.
"Las cosas no siempre son lo que parecen", le replicó el Ángel más viejo. "Cuando estábamos en aquel sótano de la inmensa mansión, yo noté que había oro almacenado en aquel hueco de la pared. Debido a que el propietario estaba tan obsesionado con avaricia y no dispuesto a compartir su buena fortuna, yo sellé el hueco, de manera tal que nunca lo encontraría."
"Luego, anoche mientras dormíamos en la cama de la familia pobre, el ángel de la muerte vino en busca de la esposa del agricultor. Y yo le di a la vaca en su lugar. "Las cosas no siempre son lo que parecen".
Algunas veces, eso es exactamente lo que pasa cuando las cosas no salen como uno espera que salgan. Si tú tienes fe, solamente necesitas confiar en que cualesquiera que fueran las cosas que vengan, serán siempre para tu ventaja. Y podrías no saber esto hasta un poco más tarde...
Algunas personas vienen a nuestras vidas y rápidamente se van...
Algunas personas se convierten en amigos, permanecen por un tiempo... dejando huellas hermosas en nuestros corazones... y nunca volvemos a ser igual, porque hemos hecho un buen amigo!
Autor desconocido

lunes, 14 de septiembre de 2009

La Exaltación de la Santa Cruz


Lectura del santo evangelio según san Juan (3,13-17):


En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: «Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.»


Palabra del Señor


Evangelio comentado por:
José Antonio Pagola


Hoy celebramos los cristianos una fiesta extraña y desconcertante. ¿Qué sentido puede tener hablar de la «exaltación de la Cruz» en medio de una sociedad que sólo parece exaltar el placer y el bienestar? ¿No es esto ensalzar el dolor, glorificar el sufrimiento y la humillación, fomentar una ascesis morbosa, ir contra la alegría de la vida?
Sin embargo, cuando un creyente mira al Crucificado y penetra con los ojos de la fe en el misterio que se encierra en la Cruz, sólo descubre amor inmenso, ternura insondable de Dios que ha querido compartir nuestra vida y nuestra muerte hasta el extremo. Lo dice el evangelio de Juan de manera admirable: «Tanto amó Dios al mundo que entregó a su único Hijo para que todo el crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna». La Cruz nos revela el amor increíble de Dios. Ya nada ni nadie nos podrán separar de él
Si Dios sufre en la cruz, no es porque ama el sufrimiento sino porque no lo quiere para ninguno de nosotros. Si muere en la cruz, no es porque menosprecia la felicidad, sino porque la quiere y la busca para todos, sobre todo para los más olvidados y humillados. Si Dios agoniza en la cruz, no es porque desprecia la vida, sino porque la ama tanto que sólo busca que todos la disfruten un día en plenitud.
Por eso, la Cruz de Cristo la entienden mejor que nadie los crucificados: los que sufren impotentes la humillación, el desprecio y la injusticia, o los que viven necesitados de amor, alegría y vida. Ellos celebrarán hoy la Exaltación de la Cruz no como una fiesta de dolor y muerte, sino como un misterio de amor y vida.
¿A qué nos podríamos agarrar si Dios fuera simplemente un ser poderoso y satisfecho, muy parecido a los poderosos de la tierra, sólo que más fuerte que ellos? ¿Quién nos podría consolar, si no supiéramos que Dios está sufriendo con las víctimas y en las víctimas? ¿Cómo no vamos a exaltar la cruz de Jesús si en ella está Dios sufriendo con nosotros y por nosotros?

domingo, 13 de septiembre de 2009

Decídete a volar


Un pájaro que vivía resignado en un árbol podrido en medio del pantano, se había acostumbrado a estar ahí, comía gusanos del fango y se hallaba siempre sucio por el pestilente lodo.
Sus alas estaban inutilizadas por el peso de la mugre, hasta que cierto día un gran ventarrón destruyó su guarida; el árbol podrido fue tragado por el cieno y el se dio cuenta de que iba a morir.
En un deseo repentino de salvarse, comenzó a aletear con fuerza para emprender el vuelo, le costó mucho trabajo porque había olvidado como volar, pero enfrentó el dolor del entumecimiento hasta que logró levantarse y cruzar el ancho cielo, llegando finalmente a un bosque fértil y hermoso.
Nunca es tarde. No importa lo que se haya vivido, no importan los errores que se hayan cometido, no importa las oportunidades que se hayan dejado pasar, no importa la edad, siempre estamos a tiempo para decir BASTA, para oír el llamado que tenemos de buscar la perfección, para sacudirnos el cieno y volar ALTO y muy lejos del pantano.
Abandona la vía segura y cómoda. Lánzate a la ruta incierta, llena de enigmas e inseguridades y hazlo solitariamente. El camino se te irá indicando poco a poco.

Anónimo

RECONOCER A JESÚS EL CRISTO

13 de septiembre de 200924.
Tiempo ordinario (B)
Marcos 8, 27-35

Comentario de José Antonio Pagola


El episodio ocupa un lugar central y decisivo en el relato de Marcos. Los discípulos llevan ya un tiempo conviviendo con Jesús. Ha llegado el momento en que se han de pronunciar con claridad. ¿A quién están siguiendo? ¿Qué es lo que descubren en Jesús? ¿Qué captan en su vida, su mensaje y su proyecto?
Desde que se han unido a él, viven interrogándose sobre su identidad. Lo que más les sorprende es la autoridad con que habla, la fuerza con que cura a los enfermos y el amor con que ofrece el perdón de Dios a los pecadores. ¿ Quién es este hombre en quien sienten tan presente y tan cercano a Dios como Amigo de la vida y del perdón?
Entre la gente que no ha convivido con él se corren toda clase de rumores, pero a Jesús le interesa la posición de sus discípulos: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». No basta que entre ellos haya opiniones diferentes más o menos acertadas. Es fundamental que los que se han comprometido con su causa, reconozcan el misterio que se encierra en él. Si no es así, ¿quién mantendrá vivo su mensaje? ¿qué será de su proyecto del reino de Dios? ¿en qué terminará aquel grupo que está tratando de poner en marcha?
Pero la cuestión es vital también para sus discípulos. Les afecta radicalmente. No es posible seguir a Jesús de manera inconsciente y ligera. Tienen que conocerlo cada vez con más hondura. Pedro, recogiendo las experiencias que han vivido junto a él hasta ese momento, le responde en nombre de todos: «Tú eres el Mesías».La confesión de Pedro es todavía limitada. Los discípulos no conocen aún la crucifixión de Jesús a manos de sus adversarios. No pueden ni sospechar que será resucitado por el Padre como Hijo amado. No conocen experiencias que les permitan captar todo lo que se encierra en Jesús. Solo siguiéndolo de cerca, lo irán descubriendo con fe creciente.
Para los cristianos es vital reconocer y confesar cada vez con más hondura el misterio de Jesús el Cristo. Si ignora a Cristo, la Iglesia vive ignorándose a sí misma. Si no lo conoce, no puede conocer lo más esencial y decisivo de su tarea y misión. Pero, para conocer y confesar a Jesucristo, no basta llenar nuestra boca con títulos cristológicos admirables. Es necesario seguirlo de cerca y colaborar con él día a día. Ésta es la principal tarea que hemos de promover en los grupos y comunidades cristianas.

sábado, 12 de septiembre de 2009

Háblanos de la amistad


Y un adolescente dijo: Háblanos de la amistad.

Y él respondió diciendo:

Vuestro amigo es la medida de vuestras necesidades.

Él es el campo que sembráis con cariño y cosecháis con agradecimiento. Es vuestra mesa y el fuego de vuestro hogar.

Cuando vuestro amigo manifiesta su pensamiento, no teméis el "no" de vuestra propia opinión ni ocultáis el "sí".Y cuando él calla, vuestro corazón continúa escuchando a su corazón.Porque en la amistad, todos los deseos, ideas, esperanzas, nacen y son compartidas sin palabras, en una alegría silenciosa.

Cuando os separéis de vuestro amigo, no os aflijáis. Pues lo que amáis en él puede tornarse más claro en su ausencia, como para el alpinista aparece más clara vista desde la planicie.

Y que no haya otra finalidad en la amistad que no sea la maduración del espíritu. Pues el amor que procura otra cosa que no sea la revelación de su propio misterio no es amor, sino una red tendida, y sólo lo inútil será en ella atrapado.

Y que lo mejor de vosotros mismo sea vuestro amigo. Si él debe conocer el flujo de vuestra marea, que conozca también el reflujo. Pues, ¿qué será de vuestro amigo si sólo le buscáis para matar el tiempo?

Buscadle siempre en horas vivas. Pues el papel del amigo es el de llenar vuestras necesidades y no vuestro vacío.

Y en la dulzura de la amistad, que haya risa y compartir de placeres. Pues en el rocío de las pequeñas cosas, el corazón encuentra su amanecer y halla su frescor.

Gibran Khalil Gibran

En mi debilidad me haces fuerte


En mi debilidad me haces fuerte
sólo en tu amor me haces fuerte
sólo en tu vida me haces fuerte
en mi debilidad te haces fuerte en mí.

¿Qué te puedo dar?
Tan sólo mi verdad.

Mi verdad está hecha de errores, de heridas, de miedos, de inquietud y duda,
de silencios que a veces son vacíos y a veces sonoros.
Mi verdad también tiene complejos, miedo al ridículo, soledad, incomprensión y malos ratos.
Mi verdad no es una bonita estatua perfecta e impasible, sino más bien un mimo con la cara alegre y triste a un tiempo, que puede resultar azotado por el viento, sufrir el frío y mezclar las gotas de lluvia con llanto, o por el contrario puede agradecer un rayo de sol o una brisa fresca... Mi verdad tiene heridas, sí. ¿Y quién no?
Mi verdad tiene secretos. Pero contigo no sirven las máscaras. No sirven porque no las necesito. Y no las necesito porque cuando tú me miras ves lo bueno que a veces ni siquiera yo sé ver. Cuando tú me miras ves todas las posibilidades que a mí se me escapan. Donde yo me encuentro petrificado tú ves posibilidades. Donde yo me sé frágil tú ves otro tipo de fuerza. Donde yo me intuyo egoísta tú adivinas puertas. Donde yo temo tú sonríes. Donde yo dudo tú encuentras fe.
¿Qué ves cuando me miras, Señor? Ojalá yo fuese capaz de ver lo mismo. Ojalá yo fuese capaz de adivinar toda la fuerza, la pasión, el torrente de vida que está llamado a salir de mí. Ojalá pueda hacerlo, vivir sin miedo... gritar sin reparo... hacer sin condiciones... amar sin barreras... trabajar sin límites... y así construir, en este mundo, en mi mundo, tu Reino. Con la fuerza que tú pones en mí.

viernes, 11 de septiembre de 2009

EL ARTE DE LA FELICIDAD


La felicidad no depende de lo que pasa a nuestro alrededor

...sino de lo que pasa dentro de nosotros.

La felicidad se mide por el espíritu,

con el que nos enfrentamos a los problemas de la vida.

La felicidad...¡es un asunto de valentía!;

es tan fácil sentirse deprimido y desesperado...

La felicidad...¡es un estado de ánimo!

no somos felices en tanto no decidamos serlo.

La felicidad...¡no consiste en hacer siempre lo que queramos!;

pero sí en querer todo lo que hagamos.

La felicidad nace de poner nuestro corazón en el trabajo...

y de hacerlo con alegría y entusiasmo.

La felicidad, no tiene recetas...

cada quien la cocina con el sazón de su propia meditación.

La felicidad no es una posada en el camino,

es la forma de caminar por la vida!

Mira Tu Jardin

domingo, 6 de septiembre de 2009

La isla de los sentimientos


Existió una isla en la que habitaban los sentimientos buenos. La alegría, la sinceridad, la fidelidad... y el amor formaban como una gran familia.

Un día alguien les comunicó que las aguas crecerían y sepultarían aquella isla que era su hogar. Sus vidas corrían peligro.

Todos los sentimientos buenos se apresuraron a abandonarla. Se subieron a sus barcos y decidieron partir apresuradamente. Solo el amor permaneció en ella. Deseaba quedarse un poco más en la isla a la que tanto amaba. Le embargaba una pena infinita al pensar que la isla iba a desaparecer irremisiblemente.

Aguantó tanto, tanto que las aguas comenzaron a subir peligrosamente. Al fin, con el agua al cuello y casi ahogado, el amor comenzó a pedir ayuda.

La primera en acercarse fue "la riqueza" que navegaba a bordo de un lujoso barco. El amor le suplicó que le llevara con ella. Pero la riqueza le respondió: "No puedo, hay tanto oro y plata en mi barco que no queda espacio para ti"

Luego pasó "la vanidad" navegando sobre un hermoso velero. El amor le rogó que le llevara con ella. Pero la vanidad le dijo: "Imposible amor, estas mojado y estropearías mi velero".

Acertó a navegar cerca de la isla "la soberbia". El amor vio cómo la soberbia oteaba el horizonte desde su puesto de mando, y le imploró ayuda. Pero la soberbia le respondió con voz agria y chillona: "Quítate de mi camino o paso por encima de ti".

Se hizo un silencio grande en el mar. Era tan inmenso como el abandono en el que se hallaba el amor.

Gruesas lágrimas resbalaron por su rostro.

De pronto se escuchó una voz que decía: "Ven amor, que yo te llevo". Quien así hablaba era un anciano de semblante amable y sereno. El amor estaba tan feliz que olvidó preguntar el nombre al anciano.El anciano, conduciendo su pequeño bote con mano firme y segura, llevó al amor a la tierra de la sabiduría. Pasado el tiempo, el amor preguntó: "¿Cómo se llama el anciano que me ha conducido hasta aquí salvando mi vida?

La tierra de la sabiduría le respondió: "El anciano que te ayudó es "el tiempo". Debes aprender que sólo "el tiempo" es capaz de hacer madurar, entender y salvar al amor".

El maestro de sabiduría enseña: No tengas prisa por conseguir lo que te propones. No vivas apresurado.Trabaja con interés cada día, muéstrate amable en cada momento, sé fiel a la amistad... Y el tiempo hará el resto.

sábado, 5 de septiembre de 2009

CURAR NUESTRA SORDERA


Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Marcos 7, 31-37


Los profetas de Israel usaban con frecuencia la «sordera» como una metáfora provocativa para hablar de la cerrazón y la resistencia del pueblo a su Dios. Israel «tiene oídos pero no oye» lo que Dios le está diciendo. Por eso, un profeta llama a todos a la conversión con estas palabras: «Sordos, escuchad y oíd».
En este marco, las curaciones de sordos, narradas por los evangelistas, pueden ser leídas como “relatos de conversión” que nos invitan a dejarnos curar por Jesús de sorderas y resistencias que nos impiden escuchar su llamada al seguimiento. En concreto, Marcos ofrece en su relato matices muy sugerentes para trabajar esta conversión en las comunidades cristianas.
El sordo vive ajeno a todos. No parece ser consciente de su estado. No hace nada por acercarse a quien lo puede curar. Por suerte para él, unos amigos se interesan por él y lo llevan hasta Jesús. Así ha de ser la comunidad cristiana: un grupo de hermanos y hermanas que se ayudan mutuamente para vivir en torno a Jesús dejándose curar por él.
La curación de la sordera no es fácil. Jesús toma consigo al enfermo, se retira a un lado y se concentra en él. Es necesario el recogimiento y la relación personal. Necesitamos en nuestros grupos cristianos un clima que permita un contacto más íntimo y vital de los creyentes con Jesús. La fe en Jesucristo nace y crece en esa relación con él.
Jesús trabaja intensamente los oídos y la lengua del enfermo, pero no basta. Es necesario que el sordo colabore. Por eso, Jesús, después de levantar los ojos al cielo, buscando que el Padre se asocie a su trabajo curador, le grita al enfermo la primera palabra que ha de escuchar quien vive sordo a Jesús y a su Evangelio: «Ábrete».
Es urgente que los cristianos escuchemos también hoy esta llamada de Jesús. No son momentos fáciles para su Iglesia. Se nos pide actuar con lucidez y responsabilidad. Sería funesto vivir hoy sordos a su llamada, desoír sus palabras de vida, no escuchar su Buena Noticia, no captar los signos de los tiempos, vivir encerrados en nuestra sordera. La fuerza sanadora de Jesús nos puede curar.

viernes, 4 de septiembre de 2009

DETENERSE



¡Qué bueno es detenerse!

Señor, me gustaría detenerme en este mismo instante.

¿Por qué tanta agitación? ¿Para qué tanto frenesí?

Ya no sé detenerme. Me he olvidado de orar.

Cierro ahora mis ojos. Quiero hablar contigo, señor.

Quiero abrirme a tu universo,

pero mis ojos se resisten a permanecer cerrados.

Siento que una agitación frenética invade todo mi cuerpo

que va y viene, se agita, esclavo de la prisa.

Señor, me gustaría detenerme ahora mismo.

¿Por qué tanta prisa? ¿Por qué tanta agitación?

Yo no puedo salvar al mundo.


Yo soy apenas una gota de agua

en el océano inmenso de tu maravillosa creación.

Lo verdaderamente importante es buscar tu Rostro bendito.

Lo verdaderamente importante es detenerse de vez en cuando,

y esforzarse en proclamar que tú eres la grandeza,

la hermosura, la magnificencia, que tú eres el Amor.

Lo urgente es hacer y dejar que tú hables dentro de mí.

Vivir en la profundidad de las cosas

y en el continuo esfuerzo por buscarte en el silencio de tu misterio.

Mi corazón continúa latiendo, pero de una manera diferente.

No estoy haciendo nada, no estoy apurándome.

Simplemente, estoy ante Ti, Señor.

Y qué bueno es estar delante de Ti. Amén.

(P. Ignacio Larrañaga)

miércoles, 2 de septiembre de 2009

"SEÑOR ACEPTA MI ORACION EN MEDIO DE MIS PRISAS”


Estoy viviendo muy de prisa, Señor, no me detengo en nada, las circunstancias me van viviendo y no vivo yo las circunstancias.

Paso de una actividad a otra.

Dicen que esto es el mal del siglo, pero no me gusta, Señor, ir tan de prisa. Los días y las noches pasan presurosas y creo que dejo de hacer cosas muy bellas.

Mi vida se desliza vertiginosa; quiero detenerme y ver una puesta de sol que tiñe de rojo el agua de la laguna, o las nubes sobre las montañas, quiero encontrar tiempo para visitar a un enfermo; dame tiempo para leer.

Pero sigo repitiendo; “no tengo tiempo”.

Cuando veo el reloj y son ya las once de la noche, analizo: corrí, corrí como todos los mortales. Dejo de disfrutar, de saborear las miradas tiernas de los niños, de observar los pétalos finos de una rosa.

No tengo tiempo de detenerme a ver los parques, la belleza de las flores, el ruido de las fuentes y el trino de los pájaros, junto con los niños que corretean, hacen todo un poema.

Dame fuerza, Señor, para detener mi carrera. Quiero sentir la paz para darla a mis hermanos de peregrinar, que, como yo, corren. Dejamos lo trascendental por lo transitorio.

En todos los rostros se observa un duro rictus de velocidad que lo va desfigurando.

Dame, Señor, serenidad para vivir, calma para detenerme y poder amar a todos.

Sin prisas, sin velocidad, sin atropellamiento.

Te ofrezco mi jornada de hoy, Señor, llénala tu de tu amor, para poder darlo a los demás. Amén

martes, 1 de septiembre de 2009

Amistad


Es... una puerta que se abre,
Una mano extendida,
Una sonrisa que te alienta,
Una mirada que te comprende,
Una lágrima que se une a tu dolor,
Una palabra que te anima,
Y una crítica que te mejora.

Es... un abrazo de perdón,
Un aplauso que te estimula,
Un encuentro que te regocija,
Un favor sin recompensa,
Un dar sin exigir,
Una entrega sin calcular,
Y un esperar... sin cansancio.

La verdadera Paz


Había una vez, un rey que ofreció un gran premio a aquel artista que pudiera captar en una pintura la paz perfecta. Muchos artistas lo intentaron y el rey observó y admiró todas las pinturas que le presentaron pero solamente hubieron dos que a él realmente le gustaron y tuvo que escoger entre ellas.
La primera era un lago muy tranquilo. Este lago era un espejo perfecto donde se reflejaban unas plácidas montañas que lo rodeaban. Sobre éstas se encontraba un cielo muy azul con tenues nubes blancas. Todos aquellos que miraron esta pintura pensaron que ésta reflejaba la paz perfecta.
La segunda pintura también tenía montañas. Pero éstas eran escabrosas y descubiertas. Sobre ellas había un cielo furioso del cual caía un impetuoso aguacero con rayos y truenos. Montaña abajo parecía retumbar un espumoso torrente de agua. Todo esto no se revelaba para nada pacifico.
Pero cuando el Rey observó cuidadosamente, miró tras la cascada un delicado arbusto creciendo en una grieta de la roca. En este arbusto se encontraba un nido. Allí, en medio del rugir de la violenta caída de agua, estaba sentado plácidamente un pajarito en el medio de su nido... Paz perfecta... ¿Cual crees que fue la pintura ganadora?
El Rey escogió la segunda. ¿Sabes por qué?
"Porque," explicaba el Rey, "Paz no significa estar en un lugar sin ruidos, sin problemas, sin trabajo duro o sin dolor. Paz significa que a pesar de estar en medio de todas estas cosas permanezcamos calmados dentro de nuestro corazón. Este es el verdadero significado de la paz.