sábado, 31 de diciembre de 2011

“vino a traernos la PAZ…“

Lectura del santo evangelio según san Lucas (2,16-21):
En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho. Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción..

 
Palabra del Señor

 
 
Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Lucas (2,16-21)

HOY

 
Lucas concluye su relato del nacimiento de Jesús indicando a los lectores que «María guardaba todas estas cosas meditándolas en su corazón». No conserva lo sucedido como un recuerdo del pasado, sino como una experiencia que actualizará y revivirá a lo largo de su vida.

No es una observación gratuita. María es modelo de fe. Según este evangelista, creer en Jesús Salvador no es recordar acontecimientos de otros tiempos, sino experimentar hoy su fuerza salvadora, capaz de hacer más humana nuestra vida.

Por eso, Lucas utiliza un recurso literario muy original. Jesús no pertenece al pasado. Intencionadamente va repitiendo que la salvación de Jesús resucitado se nos está ofreciendo “HOY”, ahora mismo, siempre que nos encontramos con él. Veamos algunos ejemplos.

Así se nos anuncia el nacimiento de Jesús: “Os ha nacido hoy en la ciudad de David un Salvador”. Hoy puede nacer Jesús para nosotros. Hoy puede entrar en nuestra vida y cambiarla para siempre. Con él podemos nacer a una existencia nueva.

 
En una aldea de Galilea traen ante Jesús a un paralítico. Jesús se conmueve al verlo bloqueado por su pecado y lo sana ofreciéndole el perdón: “Tus pecados quedan perdonados”. La gente reacciona alabando a Dios: “Hoy hemos visto cosas admirables”. También nosotros podemos experimentar hoy el perdón, la paz de Dios y la alegría interior si nos dejamos sanar por Jesús.

 
En la ciudad de Jericó, Jesús se aloja en casa de Zaqueo, rico y poderoso recaudador de impuestos. El encuentro con Jesús lo transforma: devolverá lo robado a tanta gente y compartirá sus bienes con los pobres. Jesús le dice: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa”. Si dejamos entrar a Jesús en nuestra vida, hoy mismo podemos empezar una vida más digna, fraterna y solidaria.

Jesús está agonizando en la cruz en medio de dos malhechores. Uno de ellos se confía a Jesús: “Jesús, acuérdate de mí cuando estés en tu reino”. Jesús reacciona inmediatamente: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”. También el día de nuestra muerte será un día de salvación. Por fin escucharemos de Jesús esas palabras tan esperadas: descansa, confía en mí, hoy estarás conmigo para siempre.

Hoy comenzamos un año nuevo. Pero, ¿qué puede ser para nosotros algo realmente nuevo y bueno? ¿Quién hará nacer en nosotros una alegría nueva? ¿Qué psicólogo nos enseñará a ser más humanos? De poco sirven los buenos deseos. Lo decisivo es estar más atentos a lo mejor que se despierta en nosotros. La salvación se nos ofrece cada día. No hay que esperar a nada. Hoy mismo puede ser para mí un día de salvación.





viernes, 23 de diciembre de 2011

¡Un Niño nos ha Nacido, Un Hijo se nos ha Dado!

¡Navidad es Jesús hecho Niño entre Nosotros!

¡Feliz Navidad y Año Nuevo 2012! A todas las personas de buena voluntad.




"La Palabra se hace carne…”

Lectura del santo evangelio según san Juan (1,1-18):
En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije: “El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo.”» Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.


Palabra del Señor



Evangelio Comentado por:

José Antonio Pagola
Juan (1,1-18)

EN UN PESEBRE

Según el relato de Lucas, es el mensaje del Ángel a los pastores el que nos ofrece las claves para leer desde la fe el misterio que se encierra en un niño nacido en extrañas circunstancias en las afueras de Belén.


Es de noche. Una claridad desconocida ilumina las tinieblas que cubren Belén. La luz no desciende sobre el lugar donde se encuentra el niño, sino que envuelve a los pastores que escuchan el mensaje. El niño queda oculto en la oscuridad, en un lugar desconocido. Es necesario hacer un esfuerzo para descubrirlo.


Estas son las primeras palabras que hemos de escuchar: «No tengáis miedo. Os traigo la Buena Noticia: la alegría grande para todo el pueblo». Es algo muy grande lo que ha sucedido. Todos tenemos motivo para alegrarnos. Ese niño no es de María y José. Nos ha nacido a todos. No es solo de unos privilegiados. Es para toda la gente.

Los cristianos no hemos de acaparar estas fiestas. Jesús es de quienes lo siguen con fe y de quienes lo han olvidado, de quienes confían en Dios y de los que dudan de todo. Nadie está solo frente a sus miedos. Nadie está solo en su soledad. Hay Alguien que piensa en nosotros.

Así lo proclama el mensajero: «Hoy os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor». No es el hijo del emperador Augusto, dominador del mundo, celebrado como salvador y portador de la paz gracias al poder de sus legiones. El nacimiento de un poderoso no es buena noticia en un mundo donde los débiles son víctima de toda clase de abusos.

Este niño nace en un pueblo sometido al Imperio. No tiene ciudadanía romana. Nadie espera en Roma su nacimiento. Pero es el Salvador que necesitamos. No estará al servicio de ningún César. No trabajará para ningún imperio. Solo buscará el reino de Dios y su justicia. Vivirá para hacer la vida más humana. En él encontrará este mundo injusto la salvación de Dios.

¿Dónde está este niño? ¿Cómo lo podemos reconocer? Así dice el mensajero: «Aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre». El niño ha nacido como un excluido. Sus padres no le han podido encontrar un lugar acogedor. Su madre lo ha dado a luz sin ayuda de nadie. Ella misma se ha valido, como ha podido, para envolverlo en pañales y acostarlo en un pesebre.

En este pesebre comienza Dios su aventura entre los hombres. No lo encontraremos en los poderosos sino en los débiles. No está en lo grande y espectacular sino en lo pobre y pequeño. Hemos de escuchar el mensaje: vayamos a Belén; volvamos a las raíces de nuestra fe. Busquemos a Dios donde se ha encarnado.




miércoles, 21 de diciembre de 2011

MARÍA, VIRGEN DEL ADVIENTO


María, Virgen del Adviento:
enséñanos a preparar el camino a Jesús
como tú lo preparaste.

Enséñanos a liberar nuestro corazón
de todas las ataduras que lo esclavizan,
para poder escuchar nuestra propia anunciación
y responder nuestro sí sincero y comprometido
al Dios que nos creó para hacer su voluntad.

Enséñanos a vaciar el corazón de nuestros gustos,
nuestras cosas y proyectos,
para dejarlo libre para los deseos de tu Hijo
y poder responderle como tú:
«Aquí está la esclava de mi Señor».

Enséñanos a estar siempre disponibles
a la voluntad de Cristo sobre nuestras vidas,
para poder decir a Dios como tú dijiste:
«Hágase en mí según tú quieres».

Enséñanos a olvidarnos de nosotros mismos
como tú te olvidaste de todo,
para salir en ayuda de tu prima Isabel;
que nos olvidemos del ansia de ser felices
y busquemos sólo en nuestra vida
la felicidad de hacer felices a los demás.

Enséñanos a preparar el camino a Jesús
haciendo sitio en la posada de nuestro corazón
a quienes no encuentran corazones donde habitar,
a quienes no encuentran personas en quien confiar,
a quienes necesitan un hermano con quien hablar,
a quienes son despreciados por no ser como los demás,
a quienes buscan un poco de escucha y comprensión.

Enséñanos a emprender el camino hacia los demás
sin esperar siquiera que nos lo pidan,
que el nombre de nuestro amor sea el servicio
y la cara de nuestro cariño sea la ayuda,
que aprendamos que amar es entregarnos,
sin reservas y sin contraprestaciones, a los demás.

María, Virgen del Adviento,
enséñanos a preparar el camino a Jesús,
guíanos hacia el Belén de nuestra vida
donde engendremos a Jesús en nuestro corazón
y lo trasplantemos con nuestro ejemplo
al corazón de cuantos necesitan al Salvador.

martes, 20 de diciembre de 2011

¡¡¡ Y llegan las vacaciones!!!


¡¡¡ Llega también el día de la cosecha!!!

Lo que hemos sembrado, lo que hemos trabajado, da sus frutos.

¿ Qué no todo está bien?

Es tiempo de pensar, de reflexionar, de cambiar el rumbo.

¡ Estamos a tiempo! ¡ Podemos cambiar! ¡ Podemos mejorar! Espero en Ti, que vienes en esta Navidad.

Sé que no me dejarás solo. Espero en Ti, ven conmigo.

¡ESPERO EN TI, VEN SEÑOR JESÚS!

lunes, 19 de diciembre de 2011

Navidades felices



Jesús, se acercan las Navidades, las fechas más felices del año. Quiero que esta vez sienta esa alegría muy dentro de mi corazón. ¿Seré capaz de hacer algo por los demás? ¿Seré capaz de hacer que en mi casa se sientan más contentos conmigo? ¿Seré capaz de hacer que mis amigos me noten diferente? ¿Seré capaz de llevar tu LUZ a corazones tristes que hay a mi alrededor? Ayúdame Jesús. Porque sé que si lo consigo, serán unas Navidades mucho más felices.

domingo, 18 de diciembre de 2011

Salmo para tomar conciencia



Mi corazón es pobre, Señor, yo me siento de barro;
soy como una arcilla abandonada
que espera las manos del alfarero.

Pon tus manos, Señor, tu corazón, en mi miseria,
y llena el fondo de mi vida de tu misericordia.

Protege mi vida. Sálvame. Confío en ti.
Quisiera decirte lo que eres para mí:
Tú eres mi Dios, Tú eres mi Padre y siento que me quieres.
Te estoy llamando todo el día.

Da alegría a quien quiere ser tu amigo,
que mi confianza la he puesto en ti.

Yo sé que tú eres bueno y me perdonas.
Sé que eres misericordioso con quien abre su corazón
a tu amor y tu lealtad.
Escúchame. Atiéndeme. Te llamo.
Yo quiero estar contigo y sentir tu presencia a mi lado.
Me callo ante Ti,
porque tú conoces lo íntimo de mi vida.

Aquí estoy, Señor, con mi corazón como es:
que no oculte nada a tus ojos abiertos.
Aquí estoy como arcilla fresca,
esperando ser modelada por tus manos misericordiosas.
Tú eres grande. Tú haces maravillas. Tú, el único Dios.
Enséñame, Señor, tu camino
y que mis pasos sigan tus huellas con fidelidad.

Tú, Señor, siempre estás pronto a ayudarme
y a animar mi corazón cuando decae.
Tú, Señor, toma mi corazón de barro
y moldéalo según la grandeza de tu amor.

sábado, 17 de diciembre de 2011

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,26-38):

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.

El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»

Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.

El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»

Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.»

María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»

Y la dejó el ángel.


Palabra del Señor

 
Evangelio Comentado por:

José Antonio Pagola
Lucas (1,26-38)

CON ALEGRÍA Y CONFIANZA

 
El concilio Vaticano II presenta a María, Madre de Jesucristo, como “prototipo y modelo para la Iglesia”, y la describe como mujer humilde que escucha a Dios con confianza y alegría. Desde esa misma actitud hemos de escuchar a Dios en la Iglesia actual.

«Alégrate». Es lo primero que María escucha de Dios y lo primero que hemos de escuchar también hoy. Entre nosotros falta alegría. Con frecuencia nos dejamos contagiar por la tristeza de una Iglesia envejecida y gastada. ¿Ya no es Jesús Buena Noticia? ¿No sentimos la alegría de ser sus seguidores? Cuando falta la alegría, la fe pierde frescura, la cordialidad desaparece, la amistad entre los creyentes se enfría. Todo se hace más difícil. Es urgente despertar la alegría en nuestras comunidades y recuperar la paz que Jesús nos ha dejado en herencia.

«El Señor está contigo». No es fácil la alegría en la Iglesia de nuestros días. Sólo puede nacer de la confianza en Dios. No estamos huérfanos. Vivimos invocando cada día a un Dios Padre que nos acompaña, nos defiende y busca siempre el bien de todo ser humano. Esta Iglesia, a veces tan desconcertada y perdida, que no acierta a volver al Evangelio, no está sola. Jesús, el Buen Pastor, nos está buscando. Su Espíritu nos está atrayendo. Contamos con su aliento y comprensión. Jesús no nos ha abandonado. Con él todo es posible.

«No temas». Son muchos los miedos que nos paralizan a los seguidores de Jesús. Miedo al mundo moderno y a la secularización. Miedo a un futuro incierto. Miedo a nuestra debilidad. Miedo a la conversión al Evangelio. El miedo nos está haciendo mucho daño. Nos impide caminar hacia el futuro con esperanza. Nos encierra en la conservación estéril del pasado. Crecen nuestros fantasmas. Desaparece el realismo sano y la sensatez cristiana. Es urgente construir una Iglesia de la confianza. La fortaleza de Dios no se revela en una Iglesia poderosa sino humilde.

«Darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús». También a nosotros, como a María, se nos confía una misión: contribuir a poner luz en medio de la noche. No estamos llamados a juzgar al mundo sino a sembrar esperanza. Nuestra tarea no es apagar la mecha que se extingue sino encender la fe que, en no pocos, está queriendo brotar: Dios es una pregunta que humaniza.

Desde nuestras comunidades, cada vez más pequeñas y humildes, podemos ser levadura de un mundo más sano y fraterno. Estamos en buenas manos. Dios no está en crisis. Somos nosotros los que no nos atrevemos a seguir a Jesús con alegría y confianza.



viernes, 16 de diciembre de 2011

Desde el corazón, te busco, Señor, a lo largo de la vida.


Te espero y te grito: ¡ Ven, Señor, Jesús y quédate conmigo! Tú estás cerca, Tú nos traes la verdadera alegría.

Hoy es un día de gozo, porque se acercan las vacaciones,

Pero también es un día de gozo, porque vienes a nosotros para quedarte. Vienes a levantar al caído, a consolar al triste, a hablarnos y decirnos

Que lo viejo se termina, que lo nuevo ha empezado. Tú estás cerca.

¡ VEN, SEÑOR, VEN PARA SIEMPRE Y CÁMBIANOS POR DENTRO.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

YA ESTÁ EN MARCHA LA CAMPAÑA DEL KILO!!!


Te pedimos hoy, Señor, que nos libres del egoísmo.

De la violencia, de la injusticia, del pesimismo y de todo cansancio, De la tristeza, de la desconfianza, del pecado y del orgullo.

De todo lo que nos aparta de tu camino, Y de llegar liberados a la Navidad.

Gracias, Jesús, porque pones en nuestro corazón deseos de ser generosos.

martes, 13 de diciembre de 2011

Desde el corazón, te pedimos, Señor

Por los que esperan y por los de que esperan. Por los que buscan y por los que no buscan.
Por los que saben caminan manteniendo el paso constantemente, Y por los que se cansaron de caminar.
Por los que aman y por los que estropean cada día el amor.
¡ Ven, Señor, ven a salvarnos!

DECÁLOGO:

1. ALÉGRATE por haber sido tocado por Dios desde el día de tu Bautismo. Eres hijo suyo y, además, en Belén te demostrará una vez más su gran amor: JESÚS.

2. ALÉGRATE en medio de las contrariedades. Sonríe, aunque a veces, estés llorando por dentro.

3. ALÉGRATE aunque la suerte no te sonría. Dios te acompaña y, tarde o temprano, te dará respuesta.

4. ALÉGRATE porque Dios sale a tu encuentro. Se hace hombre por salvarnos, para que le veamos, para romper las distancias existentes entre la tierra y el cielo.

5. ALÉGRATE para infundir alegría a nuestro mundo. El pesimismo no se combate con más kilos de tristeza y, por el contrario, sí con una buena dosis de alegría cristiana.

6. ALÉGRATE aunque, aparentemente, no consigas los efectos deseados. Tampoco Dios, en Belén, se hizo sentir con mucho éxito sino todo lo contrario.

7. ALÉGRATE en el trabajo. Que se note que eres cristiano. Que irradies la alegría de la próxima Navidad: Dios en medio de nosotros.

8. ALÉGRATE porque, como Juan Bautista, también tú puedes ser pregonero del nacimiento de Cristo, de su fuerza y de su Palabra.

9. ALÉGRATE esperando en Dios y, sobre todo, trabajando y optando por su inminente llegada: ¡El Señor está cerca!

10. ALÉGRATE y, lejos de pretender que cambien los demás, cambia un poco tú. Que el Señor, cuando llegue, encuentre por lo menos tu camino limpio y bien preparado para su nacimiento.



lunes, 12 de diciembre de 2011

La Biblia para niños

Jesús, desde el corazón te doy gracias por los bienes que me das

Y por las cosas que comparto.
Quiero ser una persona responsable y atenta
A las necesidades de los demás.
Haz, Jesús, que mi corazón esté siempre abierto para dar
Y abierto para recibir todo lo que viene de ti: amor, justicia, paz...

sábado, 10 de diciembre de 2011

En medio de vosotros hay uno que no conocéis

Lectura del santo evangelio según san Juan 1, 6-8.19-28

Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: este venia como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.

Y éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan, a que le preguntaran: «¿Tú quién eres?». El confesó sin reservas: «Yo no soy el Mesías.» Le preguntaron: «¿Entonces, qué ? ¿Eres tú Elías?» El dijo: «No lo soy.». «Eres tú el Profeta ?». Respondió: «No.» Y le dijeron: «¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?». Él contestó: «Yo soy la voz que grita en el desierto: "Allanad el camino del Señor", como dijo el profeta Isaías.»

Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: - «Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?» Juan les respondió: «Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia».
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.

Palabra de Dios.

 
 
TESTIGOS DE LA LUZ



La fe cristiana ha nacido del encuentro sorprendente que ha vivido un grupo de hombres y mujeres con Jesús. Todo comienza cuando estos discípulos y discípulas se ponen en contacto con él y experimentan "la cercanía salvadora de Dios". Esa experiencia liberadora, transformadora y humanizadora que viven con Jesús es la que ha desencadenado todo.

Su fe se despierta en medio de dudas, incertidumbres y malentendidos mientras lo siguen por los caminos de Galilea. Queda herida por la cobardía y la negación cuando es ejecutado en la cruz. Se reafirma y vuelve contagiosa cuando lo experimentan lleno de vida después de su muerte.

Por eso, si a lo largo de los años, no se contagia y se transmite esta experiencia de unas generaciones a otras, se introduce en la historia del cristianismo una ruptura trágica. Los obispos y presbíteros siguen predicando el mensaje cristiano. Los teólogos escriben sus estudios teológicos. Los pastores administran los sacramentos. Pero, si no hay testigos capaces de contagiar algo de lo que se vivió al comienzo con Jesús, falta lo esencial, lo único que puede mantener viva la fe en él.

En nuestras comunidades estamos necesitados de estos testigos de Jesús. La figura del Bautista, abriéndole camino en medio del pueblo judío, nos anima a despertar hoy en la Iglesia esta vocación tan necesaria. En medio de la oscuridad de nuestros tiempos necesitamos «testigos de la luz».

Creyentes que despierten el deseo de Jesús y hagan creíble su mensaje. Cristianos que, con su experiencia personal, su espíritu y su palabra, faciliten el encuentro con él. Seguidores que lo rescaten del olvido y de la relegación para hacerlo más visible entre nosotros.

Testigos humildes que, al estilo del Bautista, no se atribuyan ninguna función que centre la atención en su persona robándole protagonismo a Jesús. Seguidores que no lo suplanten ni lo eclipsen. Cristianos sostenidos y animados por él, que dejan entrever tras sus gestos y sus palabras la presencia inconfundible de Jesús vivo en medio de nosotros.

Los testigos de Jesús no hablan de sí mismos. Su palabra más importante es siempre la que le dejan decir a Jesús. En realidad el testigo no tiene la palabra. Es solo «una voz» que anima a todos a «allanar» el camino que nos puede llevar a él. La fe de nuestras comunidades se sostiene también hoy en la experiencia de esos testigos humildes y sencillos que en medio de tanto desaliento y desconcierto ponen luz pues nos ayudan con su vida a sentir la cercanía de Jesús.

José Antonio Pagola

viernes, 9 de diciembre de 2011

Ayer celebramos la Fiesta de la Inmaculada.

María esperó a Jesús en actitud de alabanza y Fiesta.
Como María, también nuestra alma glorifica al Señor que viene.
Porque ha mirado nuestra pequeñez,
Y porque cada día hace cosas grandes en cada uno de nosotros.
Gracias, María, por tu Sí generoso que nos trae a Jesús en esta nueva Navidad que se acerca.


jueves, 8 de diciembre de 2011

Salmo de la presencia de Dios

Señor, tú me sondeas,
me penetras y me conoces;
sabes de mi vida más que nadie;
lo sabes todo.


Cuando me siento, allí te tengo;
cuando me acuesto, allí estás;
donde quiera que esté
tú te haces siempre presente.
¡Tú estás aquí: Dios, tú eres Amor!


Cuando voy de camino,
cuando corro como un loco;
cuando huyo de mí mismo
buscando lo que no encuentros;
cuando llamo a una y otra puerta
y todas se me cierran,
donde quiera que vaya o huya,
allí presente estás tú.
¡Tú estás aquí: Dios, tú eres Amor!


Tú conoces los pensamientos
de mi corazón;
tú sabes de los deseos limpios
o confusos de mi alma;
tú estás al tanto de las tensiones
o conflictos de mi vida;
tú sientes mi dolor cuando quiero ocultarlo: en el dolor estás tú.
¡Tú estás aquí: dios, tú eres Amor!


Cuando la crisis me aprieta
y me siento desesperado;
cuando la prueba me golpea
y me siento cansado y solo;
cuando la soledad
y el absurdo llaman a mi puerta,
en medio de mi agitación y confusión,
de nuevo está tú.
¡Tú estás aquí: Dios, tú eres Amor!


¿A dónde iré, Señor, que pueda alejarme de ti y no verte?
¿A dónde huiré y pueda dejar a mis espaldas tu rostro?
¿A dónde caminaré que no encuentre tus huellas en el camino?
Donde quiera que vaya , allí, donde yo llego, estás tú.
¡Tú estás aquí: Dios, tú eres Amor!


Si cierro mis ojos
y miro en lo profundo de mi mismo;
si peregrino a lo más secreto
y hondo de mi corazón;
si hago silencio
y escucho dentro de mí una palabra,
allí te siento, allí te oigo,
allí en mi interior estás tú.
¡Tú estás aquí: Dios, tú eres Amor!


Cuando me encuentro conmigo mismo
y me sondeo a fondo;
cuando toco mis sentimientos
y palpo mi corazón joven;
cuando callo
y me dejo surgir como realmente soy,
en lo profundo de mi ser joven estás y surges tú.
¡Tú estás aquí: Dios, tú eres Amor!

Siempre tú; siempre tú, vaya donde vaya;
tu presencia inunda mi vida y todo cuanto existe.
Porque eres Amor lo llenas todo, lo vives todo, lo sabes todo;
porque eres Amor te encuentro siempre a mi lado, peregrino.
¡Tú estás aquí: Dios, tú eres Amor!

miércoles, 7 de diciembre de 2011



Desde el corazón, te digo Jesús que te necesito.

Ayúdame y échame una mano cuando me veas triste y cansado,

Y no permitas que me pierda en esos caminos que no me llevan a Ti

En esos caminos que me impiden ser feliz de verdad.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Hola Jesús, ya estás más cerca.

Te digo desde el corazón, que quiero ser apoyo

Y ayuda para los que me acompañan: amigos, compañeros de clase, y familiares..

Que en el camino de la vida nunca les falte una sonrisa, Una palabra de consuelo,

Una mano amiga que les ayude a caminar. GRACIAS JESÚS POR TODOS ELLOS.



domingo, 4 de diciembre de 2011

Salmo 151



Señor, aquí estoy,
tengo miedo, pero se que tu me cuidas
y no me pides nada que no sea capaz de darte.


Quiero confiar en ti y dejarme guiar tan solo por tus pasos...
pero me pierdo en mis cosas,
quiero controlarlo todo por si acaso sale mal,
y me olvido que tu lo puedes todo,
que no hay nada por pequeño que sea
que se escape a tu mirada.
Me cuesta creer que si te dejo tu me darás lo que necesito,
porque conoces mejor que yo lo que me hace falta.


Quiero abandonarme en tus manos y no temer nada,
quiero dejar de asegurarme de todo,
quiero dejar atrás mis miedos que me impiden mirarte a los ojos;
porque nada es imposible para ti;
porque tu estás conmigo invitándome a volar".

sábado, 3 de diciembre de 2011

“Prepara el camino y camina“



Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,1-8):

 
Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Está escrito en el profeta Isaías: «Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Una voz grita en el desierto: “Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos.”»

Juan bautizaba en el desierto; predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados, y él los bautizaba en el Jordán. Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre.

Y proclamaba: «Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.»

 
Palabra del Señor



Evangelio Comentado por:

José Antonio Pagola
Marcos (1,1-8)



BUENA NOTICIA



A lo largo de este nuevo año litúrgico los cristianos iremos leyendo los domingos el evangelio de Marcos. Su pequeño escrito arranca con este título: «Comienza la Buena Noticia de Jesucristo, Hijo de Dios». Estas palabras nos permiten evocar algo de lo que encontraremos en su relato.

 
Con Jesús «comienza» algo nuevo. Es lo primero que quiere dejar claro Marcos. Todo lo anterior pertenece al pasado. Jesús es el comienzo de algo nuevo e inconfundible. En el relato, Jesús dirá que “el tiempo se ha cumplido”. Con él llega la Buena Noticia de Dios.

 
Esto es lo que están experimentando los primeros cristianos. Quien se encuentra vitalmente con Jesús y penetra un poco en su misterio, sabe que empieza una vida nueva, algo que nunca había experimentado anteriormente.

 
Lo que encuentran en Jesús es una «Buena Noticia». Algo nuevo y bueno. La palabra «Evangelio» que emplea Marcos es muy frecuente entre los primeros seguidores de Jesús y expresa lo que sienten al encontrarse con él. Una sensación de liberación, alegría, seguridad y desaparición de miedos. En Jesús se encuentran con “la salvación de Dios”.

 
Cuando alguien descubre en Jesús al Dios amigo del ser humano, el Padre de todos los pueblos, el defensor de los últimos, la esperanza de los perdidos, sabe que no encontrará una noticia mejor. Cuando conoce el proyecto de Jesús de trabajar por un mundo más humano, digno y dichoso, sabe que no podrá dedicarse a nada más grande.

 
Esta Buena Noticia es Jesús mismo, el protagonista del relato que va a escribir Marcos. Por eso, su intención primera no es ofrecernos doctrina sobre Jesús ni aportarnos información biográfica sobre él, sino seducirnos para que nos abramos a la Buena Noticia que sólo podremos encontrar en él.

 
Marcos le atribuye a Jesús dos títulos: uno típicamente judío, el otro más universal. Sin embargo reserva a los lectores alguna sorpresa. Jesús es el «Mesías» al que los judíos esperaban como liberador de su pueblo. Pero un Mesías muy diferente del líder guerrero que muchos anhelaban para destruir a los romanos. En su relato, Jesús es descrito como enviado por Dios para humanizar la vida y encauzar la historia hacia su salvación. Es la primera sorpresa.

 
Jesús es «Hijo de Dios», pero no dotado del poder y la gloria que algunos hubieran imaginado. Un Hijo de Dios profundamente humano, tan humano que sólo Dios puede ser así. Sólo cuando termina su vida de servicio a todos, ejecutado en una cruz, un centurión romano confiesa: “Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios”. Es la segunda sorpresa.



Oraciones para el Adviento

Desde el corazón, y con la luz encendida, avanzo despacio por el camino de la vida.

No me detengo y poco a poco me acerco hasta Belén,
Donde sé que Tú, Jesús, me esperas para darme un abrazo.
Gracias, Jesús, porque quieres caminar conmigo.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Oraciones para el Adviento

Con nuestra luz encendida, preparamos nuestra mochila

Con todo lo necesario para andar por tus caminos, Señor.
Metemos en ella nuestro cariño para repartir a los que encontremos. Metemos nuestra alegría para que nadie esté triste,
Metemos nuestra generosidad para que a nadie le falte nada. Gracias, Jesús, por no dejarme solo, en este caminar.



jueves, 1 de diciembre de 2011

Oraciones Para el Adviento



Desde el corazón, comenzamos nuestra marcha
Por el camino del Adviento, por el camino de la espera, Por el camino de las buenas obras.
Jesús, sé nuestro guía en el caminar. María, acompáñanos en la espera.
Qué sepamos abrir nuestra puerta y nuestro corazón
A JESÚS QUE LLEGA EN UNA NUEVA NAVIDAD.

domingo, 27 de noviembre de 2011

sábado, 26 de noviembre de 2011

“Despertad, estad en vela…”


1 Domingo de Adviento (Ciclo B)

Lectura del santo evangelio según san Marcos (13,33-37):


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!»

 
Palabra del Señor


Evangelio Comentado por:

José Antonio Pagola
Marcos (13,33-37)

LA CASA DE JESÚS

 
Jesús está en Jerusalén, sentado en el monte de Los Olivos, mirando hacia el Templo y conversando confidencialmente con cuatro discípulos: Pedro, Santiago, Juan y Andrés. Los ve preocupados por saber cuándo llegará el final de los tiempos. A él, por el contrario, le preocupa cómo vivirán sus seguidores cuando ya no le tengan entre ellos. Por eso, una vez más les descubre su inquietud: «Mirad, vivid despiertos». Después, dejando de lado el lenguaje terrorífico de los visionarios apocalípticos, les cuenta una pequeña parábola que ha pasado casi desapercibida entre los cristianos.

 
«Un señor se fue de viaje y dejó su casa». Pero, antes de ausentarse, «confió a cada uno de sus criados su tarea». Al despedirse, sólo les insistió en una cosa: «Vigilad, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa». Que cuando venga, no os encuentre dormidos.

 
El relato sugiere que los seguidores de Jesús formarán una familia. La Iglesia será “la casa de Jesús” que sustituirá a “la casa de Israel”. En ella todos son servidores. No hay señores. Todos vivirán esperando al único Señor de la casa: Jesús el Cristo. No lo olvidarán jamás.

 
En la casa de Jesús nadie ha de permanecer pasivo. Nadie se ha de sentir excluido, sin responsabilidad alguna. Todos son necesarios. Todos tienen alguna misión confiada por él. Todos están llamados a contribuir a la gran tarea de vivir como Jesús al que han conocido siempre dedicado a servir al reino de Dios.

 
Los años irán pasando. ¿Se mantendrá vivo el espíritu de Jesús entre los suyos? ¿Seguirán recordando su estilo servicial a los más necesitados y desvalidos? ¿Lo seguirán por el camino abierto por él? Su gran preocupación es que su Iglesia se duerma. Por eso, les insiste hasta tres veces: «vivid despiertos”. No es una recomendación a los cuatro discípulos que lo están escuchando, sino un mandato a los creyentes de todos los tiempos: «Lo que os digo a vosotros, os lo digo a todos: velad».

 
El rasgo más generalizado de los cristianos que no han abandonado la Iglesia es seguramente la pasividad. Durante siglos hemos educado a los fieles para la sumisión y la obediencia. En la casa de Jesús sólo una minoría se siente hoy con alguna responsabilidad eclesial.

 
Ha llegado el momento de reaccionar. No podemos seguir aumentando aún más la distancia entre “los que mandan” y “los que obedecen”. Es pecado promover el desafecto, la mutua exclusión o la pasividad. Jesús nos quería ver a todos despiertos, activos, colaborando con lucidez y responsabilidad.



viernes, 25 de noviembre de 2011

LA MIRADA DEL EVANGELIO

Ayúdanos a cambiar, Señor, nuestra mirada mundana, egoísta,
poco comprometida, temerosa, acomodada.
Ayúdanos a cambiar para mirar las cosas, el mundo, la vida,
con tu mirada y desde tus ojos.


Quítanos las anteojeras que vamos construyendo a lo largo de los años,
que nos aíslan del dolor y del sufrimiento de los que caminan al lado.
Sacude nuestro corazón para aprender a ver
con los ojos llenos de Evangelio y Esperanza de Reino.
Corre ya el velo de nuestros ojos
para que viendo podamos conmovernos por los otros
y movernos desde lo profundo de cada uno
para acudir a dar una mano y la otra, y la vida toda
a los que están caídos al costado del camino, los que esta sociedad ciega
ha tirado a un costado porque no cuentan o no interesan a las leyes del mercado.


Convierte nuestra mirada para hacer posible y cotidiano el milagro del buen samaritano,
ver al otro y acercarse, no pasar a su lado, compartir, ser generoso,
darlo todo por el hermano.
Cuántas cosas son posibles, mi buen Dios, si cambiamos, la mirada,
si no giramos la cara, si no vivimos encerrados


Abre nuestros ojos, ten compasión de nosotros, como pedía el ciego del evangelio,
que no veamos borroso, no sea que confundamos el camino
y creamos encontrarte donde tú no te has quedado.
Descúbrenos, Señor, tu presencia viva, entre los pobres.
Que te reconozcamos en el desnudo, el hambriento, el que está solo, el preso, el enfermo,
y tantos otros Señor, en quienes nos sales al encuentro cada día,
sin que a veces lo advirtamos, por tener el corazón endurecido y los ojos cegados.


Conviértenos Señor! Devuélvenos la mirada confiada de los niños,
la transparencia que habla de lo que abunda en el alma.
No permitas que cerremos los ojos y creamos hallarte dentro nuestro sin buscarte
y encontrarte por donde andas a diario.
Que la ambición, el conformismo, la comodidad y las falsas seguridades
no nublen nuestra mirada.


Desata ya mismo un vendaval que se lleve las nubes
de nuestras explicaciones fáciles, y también las difíciles, a Dios no alcanza con explicarlo,
hay que vivirlo y contemplarlo donde a El se le antoja estar y no donde a nosotros
nos conviene ver. Será tan difícil, Señor, que nos demos cuenta que no estás.

jueves, 24 de noviembre de 2011

“ALABAD AL SEÑOR, QUE SANA LOS CORAZONES DESTROZADOS” (Salmo 146)


Yo no alabo al señor de los Ejércitos,
que destroza enemigos y malvados,
al Señor que nos pone de rodillas,
al Señor que controla nuestras vidas,
nos convierte en esclavos e infantiles,
enemigo de risas y progresos,
partidario de leyes y de rúbricas.


Ese Dios no merece los respetos,
mucho menos merece la alabanza.
No es el Dios de Jesús, en quien yo creo,
el Dios del evangelio predicado.


Alabad al Señor:
al Dios que reconstruye nuestras ruinas,
que sana corazones destrozados,
que venda sus heridas compasivo,
que salva, que libera y pacifica.


Alabad al Señor:
es el Dios que sostiene a los humildes,
que levanta del polvo a los caídos,
el que humilla a soberbios, poderosos
y defiende el derecho de los débiles.


Alabad al Señor:
que recoge a los hijos dispersados,
que prepara una casa a los Sin – Techo,
que integra a miserables y excluidos,
los invita a un banquete sustancioso.


Alabad al Señor:
que es magnífico en todas sus promesas,
desbordante en ternuras y regalos,
merece una alabanza polifónica,
nuestro Dios, que es Amor – Misericordia.

martes, 22 de noviembre de 2011

Salmo 139

Señor, tú me llegas hasta el fondo y me conoces por dentro.
Lo sé: me conoces cuando no paro o cuando no sé que hacer.
Mis ilusiones y mis deseos los entiendes como si fueran tuyos.
En mi camino has puesto tu huella,
en mi descanso te has sentado a mi lado,
todos mis proyectos los has tocado palmo a palmo.
Tú oyes lo profundo de mi ser en el silencio,
cuando aún no tiene palabras para abrirse a ti.


Es increíble: me tienes agarrada totalmente.
Me cubres con tu palma y me siento tuya.
Como grano de arena en el desierto,
como gota de agua perdida en el mar,
así me encuentro ante ti.
Me digo y no se responderme:
a dónde iré que no sienta el calor de tu aliento?
A dónde escaparé que no me encuentre con tu mirada?


Cuando escalo mi vida y lucho por superarme, allí estas tú.
Cuando me canso en el camino y me siento barro,
allí perdida en mi dolor, te encuentro a ti.
Cuando mis alas se hacen libertad sin fronteras
y toco el despertar de algo nuevo;
cuando surco los mares de mi sueños
y pierdo la arena pegadiza de mis playas,
allí está tu mano, y tus ojos, y tu boca...
allí como Amigo fiel, de nuevo estas tú.


Si digo cansada: que la tiniebla me cubra,
si digo desalentada: que el día se haga noche sobre mí
ni la tiniebla, Señor, es oscura para ti,
y la noche, Señor, es clara como el día.


Tú eres como manantial de donde brota el río,
como raíz donde arranca el árbol.
Tu vida se ha hecho vida en mis entrañas,
me has creado por amor y quieres que viva en plenitud.
Soy tuya: sólo tu amor da respuesta a mi sed.
Ese amor con el que me tejiste en el seno de mi madre
y desde el que me llamas a crecer y ser feliz.


Dios mío, tú me sondeas y me conoces,
comprendes como nadie mis sentimientos.
Que te sienta cerca en el camino de la vida
Quiero desde lo hondo de mi ser, vivir para ti.

Salmo 86


"se dirá de Sión: uno por uno, todos han nacido en ella; el Altísimo en persona la ha fundado"

 
Se me ensanchan las fronteras del corazón, Señor, cuando rezo esa oración y sueño en ese momento. Seres de todas las razas que se juntan, porque tod@s vienen de ti y son un@ en ti. Ese es tu plan, y yo lo abrazo con fe abierta y deseo ferviente. Todas las razas son una. Todos los seres humanos se encuentran. Tod@s son hij@s de la misma madre. Esa es la meta de unidad hacia la que caminamos. El sello de hermandad. El árbol de familia. El destino supremo de la raza humana.

 
"El Señor escribirá en el registro de los pueblos: este ha nacido allí".

 
Todos los hombres y mujeres son compatriotas míos. Los miro a la cara y reconozco los rasgos de familia bajo la alegre variedad de perfiles y colores. Leo en cada rostro la respuesta de hermandad en el sentimiento que surge a un tiempo en mí y en la otra persona, impulsado por una misma sangre. Me siento hermana de cada hombre y cada mujer, y confío en que mi convicción me salga a los ojos y vibre en mis palabras para que proclame el mensaje de la unidad en alas de la fe.

 
No hay fronteras, no hay aduanas, no hay límites. Nadie es extranjero ante nadie. La naturaleza aborrece la burocracia. Lazos de familia trascienden códigos legales. La unidad es nuestro patrimonio. Nuestra sonrisa es nuestro pasaporte. Libertad para viajar, para reunirse, para encontrarse frente a frente con cualquier ser humano y sentirse un@ con él. Y valor y fe para olvidar nuestras diferencias y reconocer nuestro destino común. Tod@s somos hij@as de Dios.

 
Dame un corazón ecuménico, Señor. Enséñame a amar a todo ser humano y respetar a todos los pueblos. "Contaré a Egipto y Babilonia entre mis fieles; filisteos, tirios y etíopes han nacido allí". Hazme sentir a gusto en todas las culturas, seguir siempre aprendiendo y abrazar con comprensión y afecto todo cuanto has creado en cualquier parte del mundo. Llévame a descubrir tu presencia en el corazón de cada persona, y hazme aprender tu nombre en todas las lenguas del mundo. Robustece mis raíces y ahonda mis fuentes, con la seguridad de que al hacerlo así me estoy acercando a tod@s mis compañer@s de existencia, porque nuestra fuente común está en ti.

 
"Y cantarán mientras danzan: ¡Todas mis fuentes están en ti!"

Busco tu rostro. C.G. Vallés



lunes, 21 de noviembre de 2011

SALMO 145


Te alabamos, Señor con hambre y sed de justicia
y con amor entregado,
con sillares de esperanza
bendecimos tu nombre
que es lo mismo que decir:
“Amor insondable”
“Gratuidad”
“Caricia y abrazo para los pequeños”


De generación en generación
tu fidelidad no se agota,
sino que es como una fuente
que brota en medio de la historia,
en medio de la sequía
y los desiertos de los caminos.


Clemente y compasivo eres, Señor.
Se te aflige el corazón,
con el sufrimiento de los pobres
y tu ternura se derrama sobre el mundo
haciendo germinar en grupos y en personas
brotes de justicia, organización, solidaridad,
semillas de hombres y mujeres nuevos
que sueñas los levantes
de la aurora sobre el mundo
y esa es tu manera de decirnos
“Estoy con vosotros… No temáis…
Hay esperanza para vuestro futuro”.


Te darán gracias
tod@s los que saben mirar más allá
de la superficie de las cosas,
los que con sus manos, sus pies,
su cabeza, su corazón, sus sentidos
pelean el Reino de la inclusión aquí y ahora
aún sin saberlo.


Te bendecirán porque tu Reino
no es un sueño abstracto,
sino que mujeres y hombres cotidianos
lo están dibujando con su vida cada día.


Señor, eres fiel en todas tus Palabras
y en todas tus obras amoroso.
Ayúdanos a poner los ojos en ti
ayúdanos a que tu sueño de fraternidad
sobre le mundo sea nuestro alimento.
Ayúdanos a ser pan para otros
como Tú eres pan para nosotras cada día,
Ayúdanos a ser un corazón abierto
en medio de la historia,
para todos aquellos y aquellas
a los que el amor y la ternura les son negados.


Yo te alabo, Señor
y bendigo tu nombre por siempre jamás,
Dios encarnado, necesitado de nosotras.

domingo, 20 de noviembre de 2011

“Qué alegría cuando me dijeron; vamos a la casa del Señor”


Vamos a la casa del Señor,
trozo de cielo encarnado,
vamos a compartir la dicha
de sentirnos hermanad@s,
escuchando su palabra.


Pero la casa del Señor
no es la basílica, herman@,
no es el templo o el convento,
o la capilla del palacio,
no es la mezquita, la sinagoga,
tampoco el río sagrado.


La casa del Señor no es de piedras,
que está en el corazón humano,
en las comunidades vivas,
quizá en los pobres del barrio;
está en la gente que sufre,
está en el hospital cercano,
está también en la cárcel
y en la residencia de ancianos,
en l@s niñ@s de la calle
y en el campo de refugiados,
está en la gente sencilla
y en los pueblos marginados.

Está en el corro de niños,
o el grupo de voluntari@s,
en las organizaciones pacíficas
y en movimientos solidarios.

La casa del Señor se construye
en desiertos y descampados,
con hambre y sed de justicia
y con amor entregado,
con sillares de esperanza
y ladrillos liberados.

La paz con todos vosotr@s,
constructor@s voluntari@s
de la casa del Señor
en los ambientes humanos.

sábado, 19 de noviembre de 2011

“Lo que das al que sufre se lo das a Jesús”

  Lectura del santo evangelio según san Mateo (25,31-46)
 
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas, de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: “Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme.” Entonces los justos le contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?” Y el rey les dirá: “Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis.” Y entonces dirá a los de su izquierda: “Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis. Entonces también éstos contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistirnos?” Y él replicará: “Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo.” Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.»

Palabra del Señor


 
Evangelio Comentado por:

José Antonio Pagola
Mateo (25,31-46)


LO DECISIVO



El relato no es propiamente una parábola sino una evocación del juicio final de todos los pueblos. Toda la escena se concentra en un diálogo largo entre el Juez que no es otro que Jesús resucitado y dos grupos de personas: los que han aliviado el sufrimiento de los más necesitados y los que han vivido negándoles su ayuda.

 
A lo largo de los siglos los cristianos han visto en este diálogo fascinante “la mejor recapitulación del Evangelio”, “el elogio absoluto del amor solidario” o “la advertencia más grave a quienes viven refugiados falsamente en la religión”. Vamos a señalar las afirmaciones básicas.

 
Todos los hombres y mujeres sin excepción serán juzgados por el mismo criterio. Lo que da un valor imperecedero a la vida no es la condición social, el talento personal o el éxito logrado a lo largo de los años. Lo decisivo es el amor práctico y solidario a los necesitados de ayuda.

 
Este amor se traduce en hechos muy concretos. Por ejemplo, «dar de comer», «dar de beber», «acoger al inmigrante», «vestir al desnudo», «visitar al enfermo o encarcelado». Lo decisivo ante Dios no son las acciones religiosas, sino estos gestos humanos de ayuda a los necesitados. Pueden brotar de una persona creyente o del corazón de un agnóstico que piensa en los que sufren.

 
El grupo de los que han ayudado a los necesitados que han ido encontrando en su camino, no lo han hecho por motivos religiosos. No han pensado en Dios ni en Jesucristo. Sencillamente han buscado aliviar un poco el sufrimiento que hay en el mundo. Ahora, invitados por Jesús, entran en el reino de Dios como “benditos del Padre”.

 
¿Por qué es tan decisivo ayudar a los necesitados y tan condenable negarles la ayuda? Porque, según revela el Juez, lo que se hace o se deja de hacer a ellos, se le está haciendo o dejando de hacer al mismo Dios encarnado en Cristo. Cuando abandonamos a un necesitado, estamos abandonando a Dios. Cuando aliviamos su sufrimiento, lo estamos haciendo con Dios.


Este sorprendente mensaje nos pone a todos mirando a los que sufren. No hay religión verdadera, no hay política progresista, no hay proclamación responsable de los derechos humanos si nos es defendiendo a los más necesitados, aliviando su sufrimiento y restaurando su dignidad.


En cada persona que sufre Jesús sale a nuestro encuentro, nos mira, nos interroga y nos suplica. Nada nos acerca más a él que aprender a mirar detenidamente el rostro de los que sufren con compasión. En ningún lugar podremos reconocer con más verdad el rostro de Jesús.



LA MISERICORDIA DEL SEÑOR DURA POR SIEMPRE (salmo 102)

Bendito sea Dios, Padre grande,
que se viste de gracia y misericordia.
Bendito sea su Gloria Santa
que amenaza con cascadas
de vida y bendición.
Y bendito sea su Nombre
que augura la salvación.

 
Su mano nos levanta de la caída traicionera,
nos crea y nos recrea en cada instante,
y nos colma de gracia y de ternura.

 
El ser humano es como flor del campo,
y pasa como un soplo por la tierra,
pero Dios lo libra de la muerte
y llena su vacío con el Soplo del Espíritu.

 
Nuestros días están contados,
pero Dios los guarda en su mochila
por eso no tememos el paso de los años
ni nos preocupan los signos de vejez,
porque Dios renueva nuestra juventud
y nos proporciona alas de águila.

 
No tememos tampoco la muerte,
porque Él nos rescata de la fosa,
nos libra del vacío y de la nada,
caeremos en sus manos.


Lloramos, sí, nuestros pecados,
pero Él perdona nuestras culpas
y cura todas nuestras enfermedades;
conoce nuestro barro,
retoca cada día nuestra imagen.

 
Bendito sea Dios, un abismo de misericordia.
Pasan los años y los siglos,
pero su misericordia no pasa ni se agota,
dura desde siempre hasta siempre,
y desborda con el tiempo.

LUZ EN LAS TINIEBLAS

El justo brilla en las tinieblas.
Quien parte su pan y sus “valores”
brilla en la oscuridad.
El que acoge y hospeda al inmigrante
es luz en la noche.
Quien crea trabajo justo es como una estrella.
El que favorece la promoción y el desarrollo
es lucero que no se apaga.
Quien es voluntario y solidario
brilla como el sol a mediodía.


Vosotr@s sois la luz del mundo.
tú eres luz del mundo si lo pacificas,
si vives la fe y la caridad,
si amas al otro más que a ti,
si estás dispuesta a perder, que gane él.
Tú eres luz del mundo
si eres libre en la verdad,
si levantas bandera de paz y de justicia,
si ofreces incondicionalmente
tu ayuda y tu amistad.


Vosotr@s sois luz del mundo
si os dais la mano en cadena solidaria,
si os sabéis perdonar y valorar,
si os dais la paz y la plantáis
en el corazón del pueblo,
si globalizáis los servicios y el amor,
si vivís en comunidad y comunión.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Salmo 99

Soy tuy@.
Hazme caer en la cuenta de que te pertenezco a ti
precisamente porque soy miembro de tu pueblo.
No soy individuo aislad@, no tengo derecho a reclamar atención personal,
no me salvo sol@.
Es verdad que tú, Señor, me amas con amor personal,
cuidas de mi y diriges mis pasos uno a uno;
pero también es verdad que tu manera de obrar entre nosotr@s
es a través del grupo que has formado, del pueblo que has escogido.


Te gusta tratar con nosotr@as como un pastor con su rebaño.
El pastor conoce a cada oveja y cuida personalmente de ella,
con atención especial a la que lo necesita más en cada momento;
pero las lleva juntas en la unidad de su rebaño.
Así haces tú con nosotr@s, Señor.


Haz que me sienta parte de tu rebaño, Señor.
Haz que me sienta responsable, sociable, amable,
hermana de mis herman@s y miembro vivo del género humano.
No me permitas pensar ni por un momento que puedo vivir por mi cuenta,
que no necesito a nadie, que las vidas de l@s demás no tienen nada que ver con la mía...
No permitas que me aísle en orgullo inútil o engañosa autosuficiencia,
que me vuelva solitaria, que sea una extraña en mi propia tierra...

Haz que me sienta orgullosa de mis hermanos y hermanas,
que aprecie sus cualidades y disfrute con su compañía.
Haz que yo contribuya a la vida de l@s demás
y permita a l@s demás contribuir a la mia.
Que sea yo amante de la comunidad
y que se me note en cada gesto y en cada palabra.
Que fragüe con ell@s la unidad común.
Tú eres el Pastor. Tú eres la raíz de nuestra unidad.

jueves, 17 de noviembre de 2011

“¡OJALÁ ESCUCHÉIS HOY SU VOZ!” (Salmo 94)

¿Cuántas voces escuchamos?
¿cuántas palabras al día?
¿Puedes contar los millones,
palabra hablada o escrita?


Hay palabras familiares,
hay palabras sencillas,
hay palabras de saludo
y hay palabras de noticia.

Palabras protocolarias,
engañosas y vacías,
comerciales, propaganda,
o muy tontas y aburridas.


Hay críticas y piropos,
hay palabras que asesinas,
hay malicias y blasfemias,
y hay palabras que dan vida.


Palabras canción o rezo,
cariñosas y festivas,
seductoras, elocuentes,
inspiradas y divinas.


¿Qué nos queda al final?
¿Queda ruido o sinfonía?

Las palabras que escuchaste
¿te dan muerte o te dan vida?
¿Te resbalan? ¿Te entristecen?
¿O son gozosas semillas?
“Ojalá escuchéis hoy su voz”.

Ente todas las palabras,
torbellino o melodía,
entre todas las palabras
¿cuál ha sido la divina?
Ojalá escuchemos hoy su voz.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

DESDE LA FRAGILIDAD (Salmo 90)


Señor, tú has sido un refugio para los seres humanos
de generación en generación.

Desde antes de que surgiesen los montes,
antes de que naciesen tierra y cielo tú estabas ahí, Señor


Nuestra vida pasa rápido
Mi años ante tus ojos son un ayer que pasó,
un suspiro en la noche.


Tú ves nuestros secretos, tú desnudas nuestras pequeñeces
Vivimos vidas largas, y en ellas
hay mucho de vacío y vanidad,
hay tantas cosas que se desvanecen y pasan rápido.


Enséñanos a vivir desde lo profundo,
que lo verdaderamente importante
llene nuestra cabeza y nuestro corazón
Ilumínanos, Señor, enseña a tus hijos.


Sácianos con tu amor cada día
y entonces gozaremos y cantaremos de por vida.
Llénanos de sentido si alguna vez nos ha faltado,
danos paz cuando la hayamos perdido.
Que sepamos descubrir tu acción y tu esplendor.
Haz que de nuestra vida surjan obras dignas.


Señor, tú has sido un refugio para los seres humanos
de generación en generación.

martes, 15 de noviembre de 2011

SED (Sal.62)



“Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca
agostada, sin agua
¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria!


Esa es la palabra, clara y única, que define el estado de mi alma, Señor: sed.
Sed física que quema mis entrañas y apergamina mi garganta.
La sed del desierto, de las arenas secas y el sol ardiente,
de dunas y espejismos, de yermos sin fin y cielos sin misericordia.
La sed que se impone a todos los demás deseos
y se adelanta a toda otra necesidad.
La sed que necesita el trago de agua para vivir,
para subsistir, para devolver los sentidos al cuerpo y la paz al alma.
La sed que moviliza cada célula y cada miembro,
cada pensamiento para buscar el próximo oasis
y llegar a él antes de que la vida misma se queme en el cuerpo.


Tal es mi deseo por ti, Señor.
Sed en el cuerpo y en el alma.
Sed de tu presencia, de tu visión, de tu amor.
Sed de ti. Sed de las aguas de la vida,
que son las únicas que pueden traer el descanso a mi alma reseca.
Aguas saltarinas en medio del desierto, milagro de luz y frescura,
arroyos de alegría, juego transparente de olas que cantan
y corrientes que bailan sobre la tierra seca y las piedras inertes.
Resplandor en la noche y melodía en el silencio.
Te deseo y te amo. En ti espero y en ti descanso.


Aumenta mi sed, Señor, para que yo
intensifique mi búsqueda de las fuentes de la vida.