sábado, 31 de marzo de 2012

"Aún siendo borrico, Él me eligió"

Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos (15,1-39):
C. Apenas se hizo de día, los sumos sacerdotes, con los ancianos, los escribas y el Sanedrín en pleno, se reunieron, y, atando a jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilato. Pilato le preguntó:
S. «¿Eres tú el rey de los judíos?»
C. Él respondió:
+ «Tú lo dices.»
C. Y los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas. Pilato le preguntó de nuevo:
S. «¿No contestas nada? Mira cuántos cargos presentan contra ti.»
C. Jesús no contestó más; de modo que Pilato estaba muy extrañado. Por la fiesta solía soltarse un preso, el que le pidieran. Estaba en la cárcel un tal Barrabás, con los revoltosos que habían cometido un homicidio en la revuelta. La gente subió y empezó a pedir el indulto de costumbre. Pilato les contestó:
S. «¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?»
C. Pues sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia. Pero los sumos sacerdotes soliviantaron a la gente para que pidieran la libertad de Barrabás. Pilato tomó de nuevo la palabra y les preguntó:
S. «¿Qué hago con el que llamáis rey de los judíos?»
C. Ellos gritaron de nuevo:
S. «¡Crucifícalo!»
C. Pilato les dijo:
S. «Pues ¿qué mal ha hecho?»
C. Ellos gritaron más fuerte:
S. «¡Crucifícalo!»
C. Y Pilato, queriendo dar gusto a la gente, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran. Los soldados se lo llevaron al interior del palacio –al pretorio– y reunieron a toda la compañía. Lo vistieron de púrpura, le pusieron una corona de espinas, que habían trenzado, y comenzaron a hacerle el saludo:
S. «¡Salve, rey de los judíos!»
C. Le golpearon la cabeza con una caña, le escupieron; y, doblando las rodillas, se postraban ante él. Terminada la burla, le quitaron la púrpura y le pusieron su ropa. Y lo sacaron para crucificarlo. Y a uno que pasaba, de vuelta del campo, a Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo, lo forzaron a llevar la cruz. Y llevaron a Jesús al Gólgota (que quiere decir lugar de «la Calavera»), y le ofrecieron vino con mirra; pero él no lo aceptó. Lo crucificaron y se repartieron sus ropas, echándolas a suerte, para ver lo que se llevaba cada uno. Era media mañana cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: «El rey de los judíos.» Crucificaron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Así se cumplió la Escritura que dice: «Lo consideraron como un malhechor.» Los que pasaban lo injuriaban, meneando la cabeza y diciendo:
S. «¡Anda!, tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo bajando de la cruz.»
C. Los sumos sacerdotes con los escribas se burlaban también de él, diciendo:
S. «A otros ha salvado, y a sí mismo no se puede salvar. Que el Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos.»
C. También los que estaban crucificados con él lo insultaban. Al llegar el mediodía, toda la región quedó en tinieblas hasta la media tarde. Y, a la media tarde, jesús clamó con voz potente:
+ «Eloí, Eloí, lamá sabaktaní.»
C. Que significa:
+ «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»
C. Algunos de los presentes, al oírlo, decían:
S. «Mira, está llamando a Elías.»
C. Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña, y le daba de beber, diciendo:
S. «Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo.»
C. Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró. El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo:
S. «Realmente este hombre era Hijo de Dios.»
Palabra del Señor


  Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola

Marcos (15,1-39)



AYUDA A DESCUBRIR LOS CRUCIFICADOS DE NUESTROS DÍAS
 
Ni el poder de Roma ni las autoridades del Templo pudieron soportar la novedad de Jesús. Su manera de entender y de vivir a Dios era peligrosa. No defendía el imperio de Tiberio, llamaba a todos a buscar el reino de Dios y su justicia. No le importaba romper la ley del sábado ni las tradiciones religiosas, solo le preocupaba aliviar el sufrimiento de las gentes enfermas y desnutridas de Galilea.

No se lo perdonaron. Se identificaba demasiado con las víctimas inocentes del imperio y con los olvidados por la religión del templo. Ejecutado sin piedad en una cruz, en él se nos revela ahora Dios, identificado para siempre con todas las víctimas inocentes de la historia. Al grito de todos ellos se une ahora el grito de dolor del mismo Dios.

En ese rostro desfigurado del Crucificado se nos revela un Dios sorprendente, que rompe nuestras imágenes convencionales de Dios y pone en cuestión toda práctica religiosa que pretenda dar culto a Dios olvidando el drama de un mundo donde se sigue crucificando a los más débiles e indefensos.

Si Dios ha muerto identificado con las víctimas, su crucifixión se convierte en un desafío inquietante para los seguidores de Jesús. No podemos separar a Dios del sufrimiento de los inocentes. No podemos adorar al Crucificado y vivir de espaldas al sufrimiento de tantos seres humanos destruidos por el hambre, las guerras o la miseria.

Dios nos sigue interpelando desde los crucificados de nuestros días. No nos está permitido seguir viviendo como espectadores de ese sufrimiento inmenso alimentando una ingenua ilusión de inocencia. Nos hemos de rebelar contra esa cultura del olvido, que nos permite aislarnos de los crucificados desplazando el sufrimiento injusto que hay en el mundo hacia una “lejanía” donde desaparece todo clamor, gemido o llanto.

No nos podemos encerrar en nuestra “sociedad del bienestar”, ignorando a esa otra “sociedad del malestar” en la que millones de seres humanos nacen solo para extinguirse a los pocos años de una vida que solo ha sido muerte. No es humano ni cristiano instalarnos en la seguridad olvidando a quienes solo conocen una vida insegura y amenazada.

Cuando los cristianos levantamos nuestros ojos hasta el rostro del Crucificado, contemplamos el amor insondable de Dios, entregado hasta la muerte por nuestra salvación. Si lo miramos más detenidamente, pronto descubrimos en ese rostro el de tantos otros crucificados que, lejos o cerca de nosotros, están reclamando nuestro amor solidario y compasivo.

lunes, 26 de marzo de 2012

Cartas a Dios. Parábola sobre la oración

Es una película muy paticular que nos puede permitir trabajar dos cuestiones muy centrales en el evangelio.


- Si se tiene tiempo para ver toda la película uno de los temas transversales puede ser,siguiendo al personaje de Rose, "Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará" (Mc.8,35)


- Otro eje desde el que ver la película puede ser el de la Oración. La oración como comunicación con Dios aparece en toda ella. Si queremos ver sólo un fragmento os recomendamos tocar el tema de la Oración a partir de 6 minutos de la película.
 
Podemos utilizar algún texto del evangelio que hable de la oración para completar el mensaje del fragmento de película.
Nos podemos hacer la pregunta ¿Qué es orar? ¿qué experiencia tengo yo de oración? ¿por qué orar? ¿cómo orar? ¿quién lo necesita más Dios o nosotros?

SINOPSIS Oscar es un niño de diez años que está internado en un hospital infantil. Ni sus padres ni los médicos se atreven a decirle la verdad sobre su enfermedad. Sólo Rose, la repartidora de pizzas, una mujer de bruscos modales, es capaz de ganarse su confianza y entretenerlo. Un día, le propone un juego: imaginar que cada día que pasa equivale a diez años, de modo que, en unos días, Oscar alcanzaría una larga vida. Además, para conseguir que el niño hable de sí mismo, lo anima a escribirle a Dios. En sus cartas, Oscar confiesa sus alegrías y sus penas, sus miedos, su primer amor, sus sensaciones ante el paso del tiempo. Así, entre Oscar y Rose se va fraguando una amistad muy particular. (FILMAFFINITY)

SALMO DESDE LA PEQUEÑEZ

Cuántas veces, Señor, me prometí ser fiel a mi proyecto;
cuántas veces dejé la cosa solamente en palabras vanas.
Hoy llego ante ti, y quiero ir más lejos en mi camino: quiero,
Señor, dejar de hablar tanto y «callar y obrar».

Con frecuencia, Señor, mi corazón se acalora y desenfrena;
y me dejo llevar por el fuego encendido de mis tiernos años.
A veces, Señor, me arrimo tanto al árbol que pierdo el bosque
y el camino de mi vida se queda enredado en una encrucijada.

Así, como la arcilla en tus manos de alfarero;
 así, como un gorrioncillo que ha hecho su nido a tu lado,
quiero poner mi vida, pequeña y prometedora,
como una semilla en la tierra de tu corazón
para que la hagas crecer palmo a palmo.

Tú eres amor; amor entregado hasta el extremo.
Tú eres amor, oh Padre, y en ti quiero buscar mi amor.
Tú eres bueno, eres misericordioso y compasivo.
Tú amas y llamas al hombre a ser feliz.
Enséñame, Padre, a amar como tú amas;
a ser fiel en el amor. Enséñame a abrir mis ojos al otro y olvidarme de mí.

Tú eres amor: amor entregado hasta el extremo.
Tú eres amor, oh Cristo, ternura de Dios en la historia.
Tú eres el corazón del Padre abierto de par en par;
abierto hasta estallar de gozo en lo alto de la cruz.

Tu amor, Jesús, es amor que salva, que cura;
tu amor, Jesús, es la liberación y rescate del hombre;
tu amor lo has puesto en el enfermo y el pecador
y te has hecho, amando, como uno de tantos.
Enséñame, Jesús, amigo del hombre, a amar como tú.

Dame, Señor, un corazón limpio y generoso;
un corazón limpio donde el otro encuentre un espacio de libertad;
un corazón limpio donde el otro encuentre un rincón para ser acogido;
un corazón limpio donde el otro encuentre un clima para ser feliz;
un corazón limpio donde el otro encuentre un oasis donde descansar;
un corazón limpio donde el otro encuentre una llama encendida donde ardas tú.

sábado, 24 de marzo de 2012

“El grano de trigo que se entrega nos da la vida”

Lectura del santo evangelio según san Juan (12,20-33):

En aquel tiempo, entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos griegos; éstos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban:

«Señor, quisiéramos ver a Jesús.»

Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús.

Jesús les contestó: «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este. mundo se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará. Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré?: Padre, líbrame de esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre, glorifica tu nombre.»

Entonces vino una voz del cielo: «Lo he glorificado y volveré a glorificarlo.»

La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel.

Jesús tomó la palabra y dijo: «Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el Príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí.»
Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir.
Palabra del Señor



Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Juan (12,20-33)



EL ATRACTIVO DE JESÚS
 
Unos peregrinos griegos que han venido a celebrar la Pascua de los judíos se acercan a Felipe con una petición: «Queremos ver a Jesús». No es curiosidad. Es un deseo profundo de conocer el misterio que se encierra en aquel hombre de Dios. También a ellos les puede hacer bien.

A Jesús se le ve preocupado. Dentro de unos días será crucificado. Cuando le comunican el deseo de los peregrinos griegos, pronuncia unas palabras desconcertantes: «Llega la hora de que sea glorificado el Hijo del Hombre». Cuando sea crucificado, todos podrán ver con claridad dónde está su verdadera grandeza y su gloria.

Probablemente nadie le ha entendido nada. Pero Jesús, pensando en la forma de muerte que le espera, insiste: «Cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí». ¿Qué es lo que se esconde en el crucificado para que tenga ese poder de atracción? Sólo una cosa: su amor increíble a todos.

El amor es invisible. Sólo lo podemos ver en los gestos, los signos y la entrega de quien nos quiere bien. Por eso, en Jesús crucificado, en su vida entregada hasta la muerte, podemos percibir el amor insondable de Dios. En realidad, sólo empezamos a ser cristianos cuando nos sentimos atraídos por Jesús. Sólo empezamos a entender algo de la fe cuando nos sentimos amados por Dios.

Para explicar la fuerza que se encierra en su muerte en la cruz, Jesús emplea una imagen sencilla que todos podemos entender: «Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto». Si el grano muere, germina y hace brotar la vida, pero si se encierra en su pequeña envoltura y guarda para sí su energía vital, permanece estéril.

Esta bella imagen nos descubre una ley que atraviesa misteriosamente la vida entera. No es una norma moral. No es una ley impuesta por la religión. Es la dinámica que hace fecunda la vida de quien sufre movido por el amor. Es una idea repetida por Jesús en diversas ocasiones: Quien se agarra egoístamente a su vida, la echa a perder; quien sabe entregarla con generosidad genera más vida.

No es difícil comprobarlo. Quien vive exclusivamente para su bienestar, su dinero, su éxito o seguridad, termina viviendo una vida mediocre y estéril: su paso por este mundo no hace la vida más humana. Quien se arriesga a vivir en actitud abierta y generosa, difunde vida, irradia alegría, ayuda a vivir. No hay una manera más apasionante de vivir que hacer la vida de los demás más humana y llevadera. ¿Cómo podremos seguir a Jesús si no nos sentimos atraídos por su estilo de vida?

El niño de la bicicleta

"Una punzante pero al mismo tiempo bella y tierna historia sobre la búsqueda del cariño y el amor, con la cruel aceptación de su ausencia allá dónde debería darse, pero al mismo tiempo con su refulgente aparición dónde menos se esperaba: la pura y genuina gratuidad del amor incondicional que finalmente nos reconcilia con lo mejor de la condición humana" (Filmaffinity)
Puede servir para reflexionar sobre la educación, la fragiliad de la infancia, los menores en riesgo.
Desde la fe nos puede servir para reflexionar sobre la fuerza y gratuidad del amor
El amor es paciente y muestra comprensión. El amor no tiene celos, no aparenta ni se infla. No actúa con bajeza ni busca su propio interés, no se deja llevar por la ira y olvida lo malo.
No se alegra de lo injusto, sino que se goza de la verdad. Perdura a pesar de todo, lo cree todo, lo espera todo y lo soporta todo. El amor nunca pasara" (1ª Cor. 13)



viernes, 23 de marzo de 2012

"Siete Almas" y la importancia del Perdón

Sinopsis: Will Smith encarna a Ben Thomas, un agente del fisco americano que está deprimido y atormentado por los remordimientos de conciencia sobre errores de su pasado. Ben intentará compensar estos errores ayudando a los demás, pero cuando encuentra a Emily, una mujer con una enfermedad de corazón, se enamora de ella, complicando sus proyectos. (La Butaca.net)

Una película que hay que verla del principio al final... si no habrás visto otra película.

Quizá hay un momento a lo largo de la película que te sientes totalmente perdid@ pero hay que seguir adelante porque es una gran película. Por su profundidad es para mayores de 18 años.


TEMAS A TRATAR

Con esta película se puede trabajar el tema del perdón. Lo importante que es el sentirnos perdonados. Y lo destructiva que puede ser la falta de perdón.

Via Crucis

jueves, 22 de marzo de 2012

SALMO EN BUSCA DEL AMOR LIMPIO

Tú eres amor; amor entregado hasta el extremo.
Tú eres amor, oh Padre, y en ti quiero buscar mi amor.
Tú eres bueno, eres misericordioso y compasivo.
Tú  amas y llamas al hombre a ser feliz.
Enséñame, Padre, a amar como tú amas; a ser fiel en el amor.
Enséñame a abrir mis ojos al otro y olvidarme de mí.

Tú eres amor: amor entregado hasta el extremo.
Tú eres amor, oh Cristo, ternura de Dios en la historia.
Tú eres el corazón del Padre abierto de par en par;
abierto hasta estallar de gozo en lo alto de la cruz.

Tu amor, Jesús, es amor que salva, que cura;
tu amor, Jesús, es la liberación y rescate del hombre;
tu amor lo has puesto en el enfermo y el pecador
 y te has hecho, amando, como uno de tantos.
Enséñame, Jesús, amigo del hombre, a amar como tú.

Yo quiero, Jesús amigo, amar con el corazón de tu Iglesia.
Quiero ser comunidad abierta a todos los hermanos.

Quiero ser casa donde sea bienvenido el que llega
Yo quiero amar con un amor desinteresado y libre.
Quiero amar con un corazón limpio y transparente.
Quiero amar sin esperar recompensa por lo que he dado,

Quiero, Señor, amar siendo fiel en el amor.
Quiero amar, sin hacer nunca juego sucio.
Quiero amar construyendo la vida del otro.
Quiero amar dando siempre paz y bien.
Quiero amar y permanecer en el amor aunque me canse.

Quiero amar y respetar al otro donde tú habitas.
Quiero amar y saber comprender y perdonar siempre.
Quiero amar y aprender a esperar cada día.

Dame, Señor, un corazón limpio y generoso;
un corazón limpio donde el otro encuentre un espacio de libertad;
un corazón limpio donde el otro encuentre un rincón para ser acogido;
un corazón limpio donde el otro encuentre un clima para ser feliz;
un corazón limpio donde el otro encuentre un oasis donde descansar;
un corazón limpio donde el otro encuentre una llama encendida donde ardas tú.

martes, 20 de marzo de 2012

La fuente de la vida

“En ti está la fuente de la vida, y en tu luz vemos la luz” (sal.35)
 
Quiero vivir, sentirme vivo, palpar las energías de la creación
cuando suben y se esparcen por las células de mi cuerpo y los tejidos de mi ser.
La vida es la esencia de todas las bendiciones que Dios da al ser humano,
el roce del dedo de Dios que convierte un montón de arcilla en un ser viviente
y hace de una sombra inerte el rey de la creación.
La vida es la gloria de Dios hecha movimiento,
la Palabra divina traducida en sonrisa,
el amor eterno que hace palpitar el corazón del ser humano.
La vida es todo lo que es bueno, vibrante y alegre.
La muerte –que es negación de la vida- es el fin de todo.


Deseo vivir la vida.
En mis pensamientos y en mis sentimientos,
en mis conversaciones y en mis encuentros,
en mi amistad y en mi amor.

Quiero que la centella de la vida encienda todo lo que hago y todo lo que soy.
Que mi paso se acelere,
que mi pensamiento se agudice,
que mi mirada se alargue y mi sonrisa se ilumine
cuando la vida amanezca en mi. Quiero vivir.


Yo quiero vivir, y tú eres la fuente de la vida.
Cuanto más me acerque a ti, más vida tendré.
La única vida verdadera es la que viene de ti,
y la única forma de participar en ella es estar cerca de ti.

Déjame beber de esa fuente, déjame meter las manos en sus aguas para sentir su frescura,
su pureza y su fuerza.
Que las aguas vivas de ese manantial fluyan a través de mi ser
y su corriente inunde el pozo de mi corazón.


También eres la luz.
En un mundo de oscuridad, de duda y de incertidumbre,
tú eres el rayo rectilíneo, el cándido amanecer, el mediodía que todo lo revela.
Si para vivir hay que acercarse a ti, para ver también.
“En tu luz vemos la luz”.
Señor, quiero tu luz, tu visión, tu punto de vista.
Quiero ver las cosas como tú las ves,
quiero verlas desde tu punto de vista, desde tu horizonte, desde tu ángulo;
quiero ver así a las personas y los acontecimientos
y la historia de la humanidad y los sucesos de mi vida.
Quiero verlo todo con tu luz.


Tu luz es el don de la fe.
Tu vida es el don de la gracia.
Dame tu gracia y tu fe para que yo pueda ver y vivir
la plenitud de tu creación con la plenitud de mi ser.







“Busco tu rostro” Carlos G. Vallés. Sal Terrae


domingo, 18 de marzo de 2012

QUE DIOS RECREE EN NOSOTRAS LA EXPERIENCIA DE SU AMOR.


Recrea nuestro corazón,
Espíritu del Dios de la Vida:
danos un corazón
que salte de alegría,
que sepa compartir,
que no acumule “cosas”
sino que se llene de personas.

Que goce con quienes gozan,
que sufra con quienes sufren,
que sea libre para liberar,
que su absoluto sea Dios, Padre-Madre,
que considere relativo todo lo demás.

Que entienda de audacia,
para “dar” con nuevos caminos,
que construya vida a su alrededor,
que posibilite creatividad a raudales.

Que viva en actitud de discernimiento,
que tenga una profunda experiencia de Dios,
que sea experto en humanidad,
que se prolongue hacia los últimos,
que anuncie a Jesús de Nazaret.

Danos un corazón
que sepa acoger la diferencia sin asustarse,
que viva la no-violencia,
que defienda la justicia, la vida, la paz,
que tenga entrañas de misericordia,
que sea paciente, que viva la fiesta,
que disfrute de la naturaleza.

Que sepa leer la vida como historia de Salvación,
que anhele ardientemente el encuentro contigo.
Que te busque en todo, te encuentre
y te contemple en las luces y en las sombras.

Un corazón que hable lenguaje de ternura,
que mire al interior de las personas,
que no se deje arrastrar por las apariencias,
que escuche a las personas
y cuide el trato con ellas.

Que logre curar sus propias heridas,
que se eduque en la responsabilidad,
que su tacto le haga descubrir
y valorar el esfuerzo de las demás.
Que sepa trabajar en grupo.


Ablanda nuestras rigideces

y modele nuestro corazón,
Espíritu del Dios-Alfarero.
Recupera nuestra vida,
ocúpala transfórmala,
llénala de tus dones.
Danos una mirada creyente,
descúbrenos esa presencia escondida
de Dios Padre-Madre,
en todas las cosas, acontecimientos
y personas.


sábado, 17 de marzo de 2012

“Atraidos por tu luz“

Lectura del santo evangelio según san Juan (3,14-21):

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: «Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.»

Palabra del Señor

Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola

Juan (3,14-21)


MIRAR AL CRUCIFICADO
 
El evangelista Juan nos habla de un extraño encuentro de Jesús con un importante fariseo, llamado Nicodemo. Según el relato, es Nicodemo quien toma la iniciativa y va a donde Jesús «de noche». Intuye que Jesús es «un hombre venido de Dios», pero se mueve entre tinieblas. Jesús lo irá conduciendo hacia la luz.

Nicodemo representa en el relato a todo aquel que busca sinceramente encontrarse con Jesús. Por eso, en cierto momento, Nicodemo desaparece de escena y Jesús prosigue su discurso para terminar con una invitación general a no vivir en tinieblas, sino a buscar la luz.

Según Jesús, la luz que lo puede iluminar todo está en el Crucificado. La afirmación es atrevida: «Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna». ¿Podemos ver y sentir el amor de Dios en ese hombre torturado en la cruz?

Acostumbrados desde niños a ver la cruz por todas partes, no hemos aprendido a mirar el rostro del Crucificado con fe y con amor. Nuestra mirada distraída no es capaz de descubrir en ese rostro la luz que podría iluminar nuestra vida en los momentos más duros y difíciles.

Sin embargo, Jesús nos está mandando desde la cruz señales de vida y de amor. En esos brazos extendidos que no pueden ya abrazar a los niños, y en esa manos clavadas que no pueden acariciar a los leprosos ni bendecir a los enfermos, está Dios con sus brazos abiertos para acoger, abrazar y sostener nuestras pobres vidas, rotas por tantos sufrimientos.

Desde ese rostro apagado por la muerte, desde esos ojos que ya no pueden mirar con ternura a pecadores y prostitutas, desde esa boca que no puede gritar su indignación por las víctimas de tantos abusos e injusticias, Dios nos está revelando su “amor loco” a la Humanidad.

«Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él». Podemos acoger a ese Dios y lo podemos rechazar. Nadie nos fuerza. Somos nosotros los que hemos de decidir. Pero «la Luz ya ha venido al mundo». ¿Por qué tantas veces rechazamos la luz que nos viene del Crucificado?

Él podría poner luz en la vida más desgraciada y fracasada, pero «el que obra mal… no se acerca a la luz para no verse acusado por sus obras». Cuando vivimos de manera poco digna, evitamos la luz porque nos sentimos mal ante Dios. No queremos mirar al Crucificado. Por el contrario, «el que realiza la verdad, se acerca a la luz». No huye a la oscuridad. No tiene nada que ocultar. Busca con su mirada al Crucificado. Él lo hace vivir en la luz.

jueves, 15 de marzo de 2012

ROMPE LAS CADENAS SEÑOR

Señor, ven a salvarnos.
Rompe las cadenas que nos atan
y todo lo que nos oprime.
Escucha nuestro grito a favor de la justicia y la paz,
de la unidad entre los hermanos
y de la igual dignidad de todos,
de toda raza y nación.


Quiebra lo que nos amarra y no nos deja vivir en paz:
el pesado yugo de la incultura y del analfabetismo,
la carga horrible del hambre de muchos,
el fardo absurdo de la muerte de los inocentes,
la injusticia capital de las desigualdades inadmisible.


Quiebra, Dios de salvación, lo que ata y aprisiona:
las naciones y las razas,
las personas y los pueblos,
los explotadores y explotados,
al rico y al pobre,
al blanco y al negro.


Rompe, Señor, todo lo que nos impide ser hermanos,
ser todos iguales, hijos e hijas de un mismo Padre.
Te lo pedimos por la fuerza de tu amor
que siempre se nos manifiesta.

Anónimo latinoamericano.

martes, 13 de marzo de 2012

ADORA Y CONFÍA

No te inquietes ante la dificultades de la vida,
por sus altibajos, por sus decepciones,
por su porvenir, más o menos sombrío.


Quiere lo que Dios quiere.
Ofrécele, en medio de inquietudes y dificultades,
el sacrificio de tu alma sencilla
que, pese a todo, acepta los designios de su providencia.


Poco importa que te consideres una frustrada,
si Dios te considera plenamente realizada, a su gusto.
Piérdete, confiada ciegamente, en ese Dios,
que te quiere para sí,
y que llegará hasta ti, aunque jamás le veas.
Piensa que estás en sus manos,
tanto más fuertemente acogida
cuanto más decaída y triste te encuentres.


Vive feliz, te lo suplico. Vive en paz.
Que nada te altere. Que nada sea capaz de quitarte tu paz.
Ni la fatiga psíquica, ni tus fallos morales.
Haz que brote la paz, y conserva siempre en tu rostro
una sonrisa, reflejo de la que el Señor
continuamente te dirige.


Y, sobre todo, coloca en el fondo de tu ser,
como fuente de energía y criterio de verdad,
todo aquello que te llene de la paz de Dios.


Recuerda: Cuanto te reprime en inquieta es falso.
Te lo aseguro en nombre de las leyes de la vida
y de las promesas de Dios.
Por eso, cuando te sientas apesadumbrada y triste,
adora y confía.

(Pierre Theillard de Chardin)


lunes, 12 de marzo de 2012

SALMO DESDE EL GOZO Y LA SÚPLICA

A punto está mi corazón, oh Dios: quiero cantar, voy a salmodiar. Digo a mi corazón:
¡Despierta, anda, levántate, mira hacia arriba y alaba a tu Dios, bendícele con ternura, dile
cosas bellas. Contigo, oh Dios, estoy; para ti es hoy mi canto joven.

Otra vez quiero alabarte y sentirme fascinado por tu hermosura. Otra vez quiero exultar de gozo y sentir tu amor profundo. Otra vez quiero darte gloria y sentirme seguro junto a ti. Otra vez quiero glorificarse y entregarte mi vida joven.

Todo es tuyo, Señor, todo salió de tus manos y te pertenece.
Yo soy feliz al sentirme propiedad, posesión tuya y solo tuya.
Yo me siento dichoso al saberme en ti enraizado. Toma mi
corazón joven, toma mis ilusiones, toma mis proyectos.

Quiero ser vasija de barro y que tú la llenes de tu gracia.
Quiero ser sandalia para tus pies descalzos.
Quiero ser cantimplora para tu marcha por el desierto.
Quiero ser una candela en la noche que alumbre tu descanso.

Contigo, Señor, el camino se hará más fácil y el monte llano.
Contigo, Señor, la crisis tendrá salida y la pregunta, respuesta.
Contigo, Señor, mi corazón se saciará hasta el fondo.
Contigo, Señor, en la lucha, en la superación serás mi fuerza.

Yo te alabo y te suplico; te canto y por ti suspiro.
Sé la luz en mi vida cuando la sombra la llene de miedos;
sé la sombra en mi vida cuando el sol abrase en mi camino.
Yo te llamo y tú respondes; te alabo y tú te alegras.

sábado, 10 de marzo de 2012

“Dios ni se compra ni se vende, Él… se regala“

Lectura del santo evangelio según san Juan (2,13-25):
Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.»

Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora.»

Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar así?»

Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.»

Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»

Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; pero Jesús no se confiaba con ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre.

Palabra del Señor


Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola

Juan (2,13-25)


LA INDIGNACIÓN DE JESÚS

Acompañado de sus discípulos, Jesús sube por primera vez a Jerusalén para celebrar las fiestas de Pascua. Al asomarse al recinto que rodea el Templo, se encuentra con un espectáculo inesperado. Vendedores de bueyes, ovejas y palomas ofreciendo a los peregrinos los animales que necesitan para sacrificarlos en honor a Dios. Cambistas instalados en sus mesas traficando con el cambio de monedas paganas por la única moneda oficial aceptada por los sacerdotes.

Jesús se llena de indignación. El narrador describe su reacción de manera muy gráfica: con un látigo saca del recinto sagrado a los animales, vuelca las mesas de los cambistas echando por tierra sus monedas, grita: «No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre».

Jesús se siente como un extraño en aquel lugar. Lo que ven sus ojos nada tiene que ver con el verdadero culto a su Padre. La religión del Templo se ha convertido en un negocio donde los sacerdotes buscan buenos ingresos, y donde los peregrinos tratan de “comprar” a Dios con sus ofrendas. Jesús recuerda seguramente unas palabras del profeta Oseas que repetirá más de una vez a lo largo de su vida: «Así dice Dios: Yo quiero amor y no sacrificios».

Aquel Templo no es la casa de un Dios Padre en la que todos se acogen mutuamente como hermanos y hermanas. Jesús no puede ver allí esa “familia de Dios” que quiere ir formando con sus seguidores. Aquello no es sino un mercado donde cada uno busca su negocio.

No pensemos que Jesús está condenando una religión primitiva, poco evolucionada. Su crítica es más profunda. Dios no puede ser el protector y encubridor de una religión tejida de intereses y egoísmos. Dios es un Padre al que solo se puede dar culto trabajando por una comunidad humana más solidaria y fraterna.

Casi sin darnos cuenta, todos nos podemos convertir hoy en “vendedores y cambistas” que no saben vivir sino buscando solo su propio interés. Estamos convirtiendo el mundo en un gran mercado donde todo se compra y se vende, y corremos el riesgo de vivir incluso la relación con el Misterio de Dios de manera mercantil.

Hemos de hacer de nuestras comunidades cristianas un espacio donde todos nos podamos sentir en la «casa del Padre». Una casa acogedora y cálida donde a nadie se le cierran las puertas, donde a nadie se excluye ni discrimina. Una casa donde aprendemos a escuchar el sufrimiento de los hijos más desvalidos de Dios y no solo nuestro propio interés. Una casa donde podemos invocar a Dios como Padre porque nos sentimos sus hijos y buscamos vivir como hermanos.

viernes, 9 de marzo de 2012

Ayúdame, Señor, te necesito

Ayúdame, Señor, a ser fuerte,
A buscarte cuando más perdido me siento,
A no permanecer en el suelo cuando me he caído.


Ayúdame, Señor, a reconocer que tu gracia sobrepasa toda maldad,
Todo pecado, toda desgracia.


Ayúdame Señor, a buscarte, a seguirte,
A revestirme con todos los dones que me has dado
Y que todavía me falta reconocer.


Ayúdame, Señor, a abrirme a tu salvación,
A aceptar ese regalo tan grande
Que nos has dado a todos los que te amamos.


Ayúdame, Señor, a vencer mis tentaciones
Y a centrarme en lo grandioso de tu vida en mí.
Amén.

domingo, 4 de marzo de 2012

sábado, 3 de marzo de 2012

“¡Qué bien se está en ti!“

Lectura del santo evangelio según san Marcos (9,2-10):
En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.

Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»

Estaban asustados, y no sabía lo que decía.

Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: «Este es mi Hijo amado; escuchadlo.»
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.

Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.»

Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de «resucitar de entre los muertos».

Palabra del Señor


Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Marcos (9,2-10)




LIBERAR LA FUERZA DEL EVANGELIO
El relato de la “Transfiguración de Jesús” fue desde el comienzo muy popular entre sus seguidores. No es un episodio más. La escena, recreada con diversos recursos de carácter simbólico, es grandiosa. Los evangelistas presentan a Jesús con el rostro resplandeciente mientras conversa con Moisés y Elías.

Los tres discípulos que lo han acompañado hasta la cumbre de la montaña quedan sobrecogidos. No saben qué pensar de todo aquello. El misterio que envuelve a Jesús es demasiado grande. Marcos dice que estaban asustados.

La escena culmina de forma extraña: «Se formó una nube que los cubrió y salió de la nube una voz: Este es mi Hijo amado. Escuchadlo». El movimiento de Jesús nació escuchando su llamada. Su Palabra, recogida más tarde en cuatro pequeños escritos, fue engendrando nuevos seguidores. La Iglesia vive escuchando su Evangelio.

Este mensaje de Jesús, encuentra hoy muchos obstáculos para llegar hasta los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Al abandonar la práctica religiosa, muchos han dejado de escucharlo para siempre. Ya no oirán hablar de Jesús si no es de forma casual o distraída.

Tampoco quienes se acercan a las comunidades cristianas pueden apreciar fácilmente la Palabra de Jesús. Su mensaje se pierde entre otras prácticas, costumbres y doctrinas. Es difícil captar su importancia decisiva. La fuerza liberadora de su Evangelio queda a veces bloqueada por lenguajes y comentarios ajenos a su espíritu.

Sin embargo, también hoy, lo único decisivo que podemos ofrecer los cristianos a la sociedad moderna es la Buena Noticia proclamada por Jesús, y su proyecto de una vida más sana y digna. No podemos seguir reteniendo la fuerza humanizadora de su Evangelio.

Hemos de hacer que corra limpia, viva y abundante por nuestras comunidades. Que llegue hasta los hogares, que la puedan conocer quienes buscan un sentido nuevo a sus vidas, que la puedan escuchar quienes viven sin esperanza.

Hemos de aprender a leer juntos el Evangelio. Familiarizarnos con los relatos evangélicos. Ponernos en contacto directo e inmediato con la Buena Noticia de Jesús. En esto hemos de gastar las energías. De aquí empezará la renovación que necesita hoy la Iglesia.

Cuando la institución eclesiástica va perdiendo el poder de atracción que ha tenido durante siglos, hemos de descubrir la atracción que tiene Jesús, el Hijo amado de Dios, para quienes buscan verdad y vida. Dentro de pocos años, nos daremos cuenta de que todo nos está empujando a poner con más fidelidad su Buena Noticia en el centro del cristianismo.

viernes, 2 de marzo de 2012

TE CANTAMOS EN MEDIO DE LOS DIOSES


 

Te damos gracias, Señor,
y te cantamos en medio de los dioses.
Sólo a ti te cantamos
en medio de los dioses,
porque sólo tú eres el Dios libertador.
Nuestras ciudades están pobladas de templos.
Dioses terribles y seductores
nos piden a cada hora
ofrendas y sumisión.

 
Sirve a la empresa –proclaman-
y tendrás vida segura;
si resultas elegido,
reinarás sobre la tierra.
Entrégate a la moda
y en cada temporada
nacerás de nuevo.
Afíliate al partido;
estarás entre los vencedores
y a tu paso se abrirán todas las puertas.
todos los dioses gritan:
ven y recibe la marca;
cuando seas nuestro,
vivirás de nuestra vida
y nadie te arrebatará
de nuestras manos.


Dicen mentira, Señor;
la vida que tienen los dioses
es nuestra vida, la que nos quitaron,
la que disfrutan sus fabricantes.
Sus fabricantes y sus sacerdotes
son nuestros opresores.
Te damos gracias, Señor,
porque tú nos has descubierto
la gran mentira.
Tú has descorrido el velo
que ocultaba sus crímenes;
el velo sagrado se rasgó
y quedó a la luz pública
el vergonzoso comercio.


Sólo tú, Señor, infundes respeto;
sabemos que eres verdaderamente grande
porque nada pides,
sólo nos das amor,
el único don posible entre los seres libres.
Tus palabras son luz de vida.
Nos dices que nos has creado señores
para que lo seamos.
Por miedo a morir
vivíamos vida de esclavos.
Jesús soportó sin ceder
el horror a la muerte
y nos abrió el estrecho camino
de la libertad.
Te damos gracias, Señor,
y te cantamos en medio de los falsos dioses.
Aún les tenemos un poco de miedo,
pero vamos recorriendo
la senda de la libertad.
No nos abandones en nuestra pelea.
Sabemos que no dejarás inconclusa
la obra de tu corazón.

Pedro Trigo. “Salmos de vida y fidelidad”. Paulinas.