jueves, 31 de marzo de 2011

Si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros

Salmo de serenidad

Señor, sabemos que tú

has sido siempre para nosotros

un Dios fuerte y verdadero.

Los ídolos de este mundo

no pueden competir contigo.


Tú llenas nuestro corazón

y haces de nosotros

un pueblo vivo en la alegría,

testigos de tu amor eterno.


Gracias, Señor de la serenidad,

por alentar nuestros pies cansados,

por animarnos en la lucha.

Tú, Señor, amigo entrañable,

ayuda y protege a los pobres,

libera a todos los que se sienten

explotados y oprimidos.

No permitas que nos alejemos de ti.


Encamina nuestros corazones

hacia la vida verdadera,

hacia el amor sencillo.

Señor de la serenidad,

ayúdanos a encontrarte

en todos los baches del camino,

en todas las encrucijadas de la historia. Amén.

miércoles, 30 de marzo de 2011

No he venido a abolir la ley o los profetas, sino a dar plenitud.


Salmo para saborear

Gustad todos y ved
que el Señor es muy bueno
y se acerca a todos
para declararnos su amor.
Gustad su ternura,
aclamadlo por su bondad,
saboread su dulzura,
estrenad su ternura.

Gustad todos y ved
su amor inmenso,
sus ojos grandes para mirarnos,
sus palabras de vida.
Gustad todos y ved
que derrama esperanza
donde existe oscuridad,
sembrando alegría
donde se cultiva tristeza.

Gustad y ved,
experimentad constantemente
todo lo que el Señor nos ama.
Su vida nos la ofrece
para vivir siempre
en el gozo de su amor. Amén.

martes, 29 de marzo de 2011

¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?

Salmo de amistad

Creemos en ti, Señor,
en tu amistad ofrecida
a todos los hombres,
a los que incansablemente te acercas
y perdonas como amigo.
Tú eres el amigo verdadero,
el que siempre está dispuesto
a que nos reconciliemos contigo.

Cuando todo se cierra,
tú abres tus puertas,
y se te puede convencer
cuando se te habla
en lenguaje de amor.

Creemos en tu amistad,
creemos en tu perdón,
pues sabemos de verdad
que tú eres siempre amor.
Creemos que miras, Señor,
la inocencia y la rectitud
para sembrar esperanza
en medio del mundo.

Gracias Señor
por tu perdón generoso
porque de verdad eres bueno
y siempre nos amas. Amén.

lunes, 28 de marzo de 2011

Lo empujaron fuera del pueblo con intención de despeñarlo


Salmo en Nazaret


Cristo, amigo nuestro,
gracias por toda gracia
que salió de tu corazón,
como de tus manos salieron
la rosa y la gaviota.

Recordamos ahora Señor
tu fracaso ante tus paisanos;
te empujaron hacia afuera
a ti, que venías a ellos
para darte, como siempre.

Señor, Jesús,
fue en Nazaret
donde tú dijiste
que eras buena noticia
para todos los hombres.

Que habías venido
a proclamar
la liberación de los oprimidos,
el consuelo de los tristes.

No te creyeron, Señor,
y se lanzaron sobre ti;
tú te alejaste,
y no te despeñaron
porque no había llegado tu hora;
y tú te alejaste, Señor,
para acercarte con más brío
a todos nosotros. Amén.

domingo, 27 de marzo de 2011

Un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna


Salmo con sed


Señor, buscamos en ti
el agua viva
para apagar nuestra sed.
Buscamos tu amor
como agua verdadera
para saciarnos con tu presencia.

Recordamos, Señor,
cómo tú
siempre has estado
sentado junto al pozo,
esperándonos.
A cualquier hora,
en cualquier momento,
tú nos esperabas
para llenarnos de vida.

Caminamos hacia ti
con hambre y sed.
Ayúdanos a vivir
sabiendo siempre
que el que bebe del agua viva
no tendrá sed jamás.

Ayúdanos a experimentar
que estamos llamados
a ser fuentes de agua
para nuestros hermanos sedientos. Amén.

sábado, 26 de marzo de 2011

“Si bebemos de las profundas aguas de tu amor y ya no tendremos sed”


Lectura del santo evangelio según san Juan (4,5-42):

En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José; allí estaba el manantial de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al manantial. Era alrededor del mediodía.

Llega una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dice: «Dame de beber.» Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida.

La samaritana le dice: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?» Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.

Jesús le contestó: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva.»

La mujer le dice: «Señor, si no tienes cubo, y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?»

Jesús le contestó: «El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.»

La mujer le dice: «Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla. Veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén.»

Jesús le dice: «Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén daréis culto al Padre. Vosotros dais culto a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto así Dios es espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad.»

La mujer le dice: «Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga, él nos lo dirá todo.»

Jesús le dice: «Soy yo, el que habla contigo.»

En aquel pueblo muchos creyeron en él. Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. Todavía creyeron muchos más por su predicación, y decían a la mujer: «Ya no creemos por lo que tú dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo.»

Palabra del Señor



Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
San Juan (4, 5-42)


LA RELIGIÓN DE JESÚS

Cansado del camino, Jesús se sienta junto al manantial de Jacob, en las cercanías de la aldea de Sicar. Pronto llega una mujer samaritana a apagar su sed. Espontáneamente, Jesús comienza a hablar con ella de lo que lleva en su corazón.

En un momento de la conversación, la mujer le plantea los conflictos que enfrentan a judíos y samaritanos. Los judíos peregrinan a Jerusalén para adorar a Dios. Los samaritanos suben al monte Garizim cuya cumbre se divisa desde el pozo de Jacob. ¿Dónde hay que adorar a Dios? ¿Cuál es la verdadera religión? ¿Qué piensa el profeta de Galilea?

Jesús comienza por aclarar que el verdadero culto no depende de un lugar determinado, por muy venerable que pueda ser. El Padre del cielo no está atado a ningún lugar, no es propiedad de ninguna religión. No pertenece a ningún pueblo concreto.

No lo hemos de olvidar. Para encontrarnos con Dios, no es necesario ir a Roma o peregrinar a Jerusalén. No hace falta entrar en una capilla o visitar una catedral. Desde la cárcel más secreta, desde la sala de cuidados intensivos de un hospital, desde cualquier cocina o lugar de trabajo podemos elevar nuestro corazón hacia Dios.

Jesús no habla a la samaritana de «adorar a Dios». Su lenguaje es nuevo. Hasta por tres veces le habla de «adorar al Padre». Por eso, no es necesario subir a una montaña para acercarnos un poco a un Dios lejano, desentendido de nuestros problemas, indiferente a nuestros sufrimientos. El verdadero culto empieza por reconocer a Dios como Padre querido que nos acompaña de cerca a lo largo de nuestra vida.

Jesús le dice algo más. El Padre está buscando «verdaderos adoradores». No está esperando de sus hijos grandes ceremonias, celebraciones solemnes, inciensos y procesiones. Lo que desea es corazones sencillos que le adoren «en espíritu y en verdad».

«Adorar al Padre en espíritu» es seguir los pasos de Jesús y dejarnos conducir como él por el Espíritu del Padre que lo envía siempre hacia los últimos. Aprender a ser compasivos como es el Padre. Lo dice Jesús de manera clara: «Dios es espíritu, y quienes le adoran deben hacerlo en espíritu». Dios es amor, perdón, ternura, aliento vivificador…, y quienes lo adoran deben parecerse a él.


«Adorar al Padre en verdad» es vivir en la verdad. Volver una y otra vez a la verdad del Evangelio. Ser fieles a la verdad de Jesús sin encerrarnos en nuestras propias mentiras. Después de veinte siglos de cristianismo, ¿hemos aprendido a dar culto verdadero a Dios? ¿Somos los verdaderos adoradores que busca el Padre?

Deberías alegrarte porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido, estaba perdido y lo hemos encontrado


Salmo del hijo pródigo

Me dijeron, Padre,
que lejos de ti
se encontraba la vida verdadera.

Me convencieron totalmente
para marcharme lejos
con rumbo desconocido
a los espacios infinitos.

Malgasté mi vida
sin conseguir lo que buscaba,
las cosas me decepcionaron,
no lograron en mí
ni un gramo de felicidad.

Una noche,
mirando estrellas,
me acordé de la casa de mi Padre,
de cuántos criados
de mi Padre tenían en abundancia
lo que yo ahora mendigaba.

Y me levanté
con el deseo de volver al hogar.
Cuando me acerqué,
mi Padre desde lejos me esperaba,
y me abrazó con toda su ternura,
y comprendí entonces
que no había dejado de amarme. Amén.

viernes, 25 de marzo de 2011

Se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará


Salmo para dar fruto

Estamos delante de ti,
Señor, con nuestra pobreza,
con nuestra pequeñez,
para que tú lo transformes en fruto de amor.

Si tú no estás con nosotros,
¿cómo podremos dar fruto?
Todo se acabará
como la noche oscura.

Ven, Señor, a nuestras vidas,
llénalas de amor
mirándolas con tu paz.
Haznos instrumentos de ti,
para sembrar alegrías,
para dar frutos de amor.
¿Qué sería de nosotros sin ti?
Todo acabaría muriendo.
Pues tú eres
el Dios de la vida.
Ahora, Señor,
déjanos experimentar
la esperanza de saber que,
unidos a ti,
como la vid al sarmiento,
daremos frutos de amor. Amén.

jueves, 24 de marzo de 2011

Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen.


Salmo de confianza

De ti, Señor, nos fiamos,
en ti confiamos siempre,
pues sabemos que tú
jamás abandonas
a todos tus amigos,
de los que cuidas
con infinita ternura.

Sabemos, Padre bueno,
de tus inmensos cuidados
para con el pájaro y la flor.
Sabemos, nos lo han contado,
de tus infinitos detalles
de delicadeza y amor
que vas sembrando por la vida.

Te damos gracias,
te alabamos siempre,
porque cuidas de los pobres,
de “los Lázaros” de este mundo,
de los que no traen nada.
Tú eres siempre
sabor a hogar y a pan
para los sin nada.

Ayúdanos a los pobres
a descubrirte a ti
que eres fortaleza. Amén.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Mirad, estamos subiendo a Jerusalén y el Hijo del Hombre va a ser entregado.


Salmo de entrega

Te entregaste Señor a todos,
te dejaste el pellejo en la entrega,
fuiste pisoteado como la uva,
fuiste triturado por amor.
Eres la vida entregándote a la nuestra,
dándonos tu amor siempre.

Haznos Señor,
entrega a las gentes,
para aprender de ti,
para amar hasta el extremo.

Confórtanos en nuestras luchas,
ayúdanos al caminar,
enséñanos a confiar.

Sin ti, Señor,
la vida es muy triste;
si tú no te entregas
como cuerpo ofrecido
y sangre derramada,
la vida está vacía,
no hay salvación.

Sólo tú, redentor de los hombres,
con tu entrega incondicional,
haces posible hoy y siempre
la verdadera salvación,
la que espera todo hombre. Amén.

martes, 22 de marzo de 2011

El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.

Salmo de humildad

Acudimos a ti,
Señor de los humildes,
porque tú nos lo has dicho:
El que es humilde
será enaltecido
y el que se engríe
será humillado.


Estamos convencidos
de tu amor por los pequeños,
de tu entrega a los pobres,
de tu predilección por los humildes.

¡Qué fácil es alardear y aparentar!
¡Qué difícil es ser coherente!

Te pedimos, Señor,
que nos ayudes a ser humildes
y sencillos de corazón;
a sembrar los caminos de la vida
de esperanza cierta.

Ayúdanos, Señor Jesús,
a esparcir por la tierra
el aroma de humildad
de los sencillos de corazón.
No nos dejes solos,
acompaña nuestros pies cansados,
pues solos no podemos. Amén.

lunes, 21 de marzo de 2011

Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo.

Salmo de compasión


Venimos, Señor, a ti,
que eres compasivo
a tu soledad
para no estar solos,
a tu cita diaria
para tener tu compasión.


Sabemos, Señor,
nos lo han dicho nuestros padres,
que tú eres misericordia,
que eres bondadoso por naturaleza,
compasivo siempre.

Tú nos llamas
a tener tus sentimientos,
a ser compasivos como el Padre,
abiertos a la ternura,
cerrado al egoísmo.

Gracias por tu derroche de amor,
porque eres impresionante;
conocerte a ti
ha sido la aventura más increíble.

Tu amor a nosotros
 ha bajado a nuestra tierra,
y te has hecho uno de nosotros,
para ser corazón derramado
siempre cercano a todos. Amén.

domingo, 20 de marzo de 2011

Su rostro resplandecía como el sol.

Salmo de transfiguración


Señor, buscamos tu rostro:
tu rostro dolorido en los pobres,
tu rostro sangrante en los que sufren,
tu rostro amigo en los enemigos.
Sabemos Señor,
que nos invitas a subir
a la montaña de la transfiguración
para conocer y ver tu rostro.


Tu rostro resplandece como el sol
para que podamos salir de nosotros mismos
y caminar a tu encuentro.
Nos dice que acojamos tu voz,
que se está muy bien contigo,
que la cruz es camino hacia la luz.
Ahora, contigo
en el monte de la contemplación,
nos das fuerzas inmensas
para soportar pacientemente
el escándalo de la cruz.

Tú, Señor, nos llamas e iluminas
para seguirte siempre,
para hacer tu voluntad, para bajar,
después de ver tu rostro
 transfigurado y amigo,
al encuentro de todos los hombres,
especialmente de los que no tienen
ni voz ni rostro. Amén.

sábado, 19 de marzo de 2011

“Este es mi hijo amado”

Lectura del santo evangelio según san Mateo (17,1-9):
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él.
Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bien se está aquí! Sí quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»
Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: «Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.» Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto.
Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo: «Levantaos, no temáis.» Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.»
Palabra del Señor


Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
San Mateo (17,1-9 )

MIEDO A JESÚS
La escena conocida como “la transfiguración de Jesús” concluye de una manera inesperada. Una voz venida de lo alto sobrecoge a los discípulos: «Este es mi Hijo amado»: el que tiene el rostro transfigurado. «Escuchadle a él». No a Moisés, el legislador. No a Elías, el profeta. Escuchad a Jesús. Sólo a él.
«Al oír esto, los discípulos caen de bruces, llenos de espanto». Les aterra la presencia cercana del misterio de Dios, pero también el miedo a vivir en adelante escuchando sólo a Jesús. La escena es insólita: los discípulos preferidos de Jesús caídos por tierra, llenos de miedo, sin atreverse a reaccionar ante la voz de Dios.
La actuación de Jesús es conmovedora: «Se acerca» para que sientan su presencia amistosa. «Los toca» para infundirles fuerza y confianza. Y les dice unas palabras inolvidables: «Levantaos. No temáis». Poneos de pie y seguidme. No tengáis miedo a vivir escuchándome a mí.
Es difícil ya ocultarlo. En la Iglesia tenemos miedo a escuchar a Jesús. Un miedo soterrado que nos está paralizando hasta impedirnos vivir hoy con paz, confianza y audacia tras los pasos de Jesús, nuestro único Señor.
Tenemos miedo a la innovación, pero no al inmovilismo que nos está alejando cada vez más de los hombres y mujeres de hoy. Se diría que lo único que hemos de hacer en estos tiempos de profundos cambios es conservar y repetir el pasado. ¿Qué hay detrás de este miedo? ¿Fidelidad a Jesús o miedo a poner en “odres nuevos” el “vino nuevo” del Evangelio?
Tenemos miedo a unas celebraciones más vivas, creativas y expresivas de la fe de los creyentes de hoy, pero nos preocupa menos el aburrimiento generalizado de tantos cristianos buenos que no pueden sintonizar ni vibrar con lo que allí se está celebrando. ¿Somos más fieles a Jesús urgiendo minuciosamente las normas litúrgicas, o nos da miedo “hacer memoria” de él celebrando nuestra fe con más verdad y creatividad?
Tenemos miedo a la libertad de los creyentes. Nos inquieta que el pueblo de Dios recupere la palabra y diga en voz alta sus aspiraciones, o que los laicos asuman su responsabilidad escuchando la voz de su conciencia. En algunos crece el recelo ante religiosos y religiosas que buscan ser fieles al carisma profético que han recibido de Dios. ¿Tenemos miedo a escuchar lo que el Espíritu puede estar diciendo a nuestras iglesias? ¿No tememos apagar el Espíritu en el pueblo de Dios?

En medio de su Iglesia Jesús sigue vivo, pero necesitamos sentir con más fe su presencia y escuchar con menos miedo sus palabras: «Levantaos. No tengáis miedo».

Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os aborrecen.

Salmo cuando amar es difícil



Nos dijiste, Señor, que amásemos
a todos,
a nuestros enemigos,
a los que nos aborrecen.
 
Tu amor es exigencia total,
es un amor que hace bien;
amas a fondo perdido
a todos los enemigos.
 

¿Cómo es posible esto?
Mirándote y observando
cómo lo vivías tú,
sembrando flores de esperanza,
dándonos sin medida.


Tu amor es exigente
porque pides todo;
porque también
lo das todo ... y siempre.
 
Gracias por tu ejemplo,
por tu amor sin fingimiento,
porque eres bueno
y nos quieres llenar de tu bondad.
Porque sigues amando
y sembrando claridades
en medio de nuestro mundo. Amén.

viernes, 18 de marzo de 2011

Se dijo: no matarás. Pero yo os digo ...

Salmo de vida



Señor de la vida,
cercano a todos,
siempre abierto a dar la vida
por los hombres.


Tú, que miras
siempre directo al corazón,
haznos reconciliados
con todos nuestros hermanos,
capaces de reconciliar,
de abrir el corazón,
de cerrar egoísmos.



Sabemos, Señor,
que nuestra civilización
está herida de muerte,
porque se potencian
muchas cosas que van
contra la vida.
No nos dejes solos y
tristemente desanimados.
 
Ayúdanos a ser
constructores de vida,
de una nueva civilización
desde el amor a la vida
en la nueva ley. Amén.

jueves, 17 de marzo de 2011

Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá.

Salmo de búsqueda


Señor, buscamos tu rostro
 con el corazón abatido
y con los ojos cargados
por el cansancio.
Pedimos con voces
porque sabemos
que tú has sido siempre
nuestro refugio
de tiempo en tiempo.


Hoy sabemos que tú
caminas a nuestro lado
y eres cercano
cuando la luz se apaga.
Rezamos por todos
y cada uno
de los hombres
de nuestro planeta.
 
Haz una tierra nueva
 llena de amor y paz
donde tú seas siempre
encontrado en los caminos.


Te buscamos Señor,
te llamamos siempre,
acude en nuestra pobreza. Amén.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Se convirtieron con la predicación de Jonás

Salmo de esperanza



Muchas veces, Señor,
en mi existencia,
me desanimo
por cualquier cosa.
Es más, me “desinflo”
cuando la situación
se va complicando
y no soy capaz.
 
Porque esta es una gran verdad:
no soy capaz de casi nada,
me da miedo convertirme,
me asusta la entrega,
me aterra mi incapacidad.
Sin embargo, Señor,
hoy quiero convertirme.
Sé que con mis fuerzas no puedo,
pero lo quiero,
deseo ardientemente
cambiar de rumbo.
 
Ir por el camino
del amor y el compromiso,
en favor siempre
de los desheredados
de este mundo. Amén.

martes, 15 de marzo de 2011

Cuando recéis, no uséis muchas palabras

Salmo al orar


Señor, enséñanos a orar,
pues nos cansamos enseguida
de estar contigo;
sin embargo,
sabemos que al orar
somos más entrega,
 tenemos más fuerzas,
 amamos más todos.
 
Haz, señor,
que seamos orantes
a corazón abierto,
 a pie descalzo,
con entrega incondicional.


No queremos al orar
usar muchas palabras,
pues sabemos
lo que tú ya sabes.
Sólo queremos orar
en lo secreto,
creer que no sabemos orar,
y que tú nos manda tu Espíritu,
capaz de transformarnos
y hacer de nuestra pobre oración
un canto de amor
forjador de esperanzas. Amén.

Cuaresma: la experiencia del desierto

Cuarenta años anduvo Israel por el desierto, cuarenta días estuvo Jesús en el desierto, cuarenta días debemos como Iglesia vivir en el desierto. De lo que se trata, entonces, es de una experiencia de desierto, bastante conocida en la tradición monástica y en la tradición mística. Quisiera destacar algunas características de esta experiencia que nos ayuden a cosechar muchos frutos del desierto (¡vaya paradoja!) al que estamos siendo llamados en este tiempo cuaresmal.
Ir al desierto significa despojo o, dicho de otra forma, concentrarse sólo en lo esencial. No se trata aquí del desierto que recorre el rally Dakar, al que hay que trasladar medios de apoyo impresionantes, sino todo lo contrario, para ir al desierto y desplazarse por él hay que llevar lo estrictamente necesario, hay que ir “ligero de equipaje”, esto implica discriminar entre lo que es verdaderamente esencial y lo que es secundario o superfluo. De esto último hay que despojarse, botarlo como un lastre o, por lo menos, darse cuenta de que no es primordial. Pregunta: ¿Qué elementos secundarios en nuestras vidas los consideramos equivocadamente como esenciales?

El desierto es un lugar de paso: no se construye una casa en medio del mismo. Sería una estupidez confundir el desierto con la Tierra Prometida. No estamos todavía en ella, sino que como comunidad nos dirigimos hacia ella. Somos peregrinos, y en este peregrinaje debemos llevar como posesión sólo aquellos bienes que no pueden ser ni robados por ladrones ni carcomidos por polillas (ver Lc 12,33-34 y Mt 6,19-20), bienes como perdón, misericordia, reconciliación, solidaridad, una mirada benévola a nuestro mundo y un largo etcétera en esta dirección. Pregunta: ¿en qué hemos puesto nuestro corazón? Pista: uno tiene puesto su corazón en aquello que gasta su tiempo y dinero.
El desierto nos muestra con crudeza nuestra fragilidad, nuestra indigencia, nuestra inconsistencia radical, nuestra transitoriedad, lo que nos debe llevar a reconocer nuestra dependencia en una doble dirección: en relación a los demás y en relación a Dios. La transitoriedad, que nos puede conducir a melancólicas reflexiones, en realidad nos invita a valorar todos los momentos de nuestra existencia; nos lleva a considerar con agradecimiento el milagro de existir y los dones (o maná) que diariamente recibimos. Nos debe llevar sobre todo a confiar en Dios que nos salva de la transitoriedad y que nos invita a vivirla no centrados en nosotros mismos sino vueltos hacia los demás. Pregunta: ¿Dejamos que Dios sea Dios o lo acomodamos a nuestros intereses y expectativas?
Por último, considerar la ambigüedad del desierto, que puede ser ocasión de salvación o de perdición, porque en él podemos encontrar a Dios pero también a los demonios. Desnudos y frágiles en el desierto tenemos todavía la tentación absurda de creer que somos amos y señores de nuestra vida de manera completamente independiente. Israel después de haber encontrado a su Dios en el desierto (ver Éx 19-20) sucumbió a la tentación de rechazo de Dios y de autosuficiencia, por lo menos la primera generación (ver Núm 14). Jesús también enfrentó la tentación demoníaca, ante la que salió victorioso por su inquebrantable fidelidad a su Padre. En nuestra entrega a Jesús radica nuestro propio triunfo, pero hay una condición insoslayable: abandonar lo secundario y dirigirnos al desierto, a la fabulosa aventura de la fe.
Fuente: Formación Bíblica

sábado, 12 de marzo de 2011

“Ayúdanos, Señor, a superar la tentación y llegar a la meta del AMOR”

Lectura del santo evangelio según san Mateo (4,1-11):
En aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre.
El tentador se le acercó y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes.»
Pero él le contestó, diciendo: «Está escrito: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.”»
Entonces el diablo lo lleva a la ciudad santa, lo pone en el alero del templo y le dice: «Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: “Encargará a los ángeles que cuiden de ti, y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras.”»
Jesús le dijo: «También está escrito: “No tentarás al Señor, tu Dios.”»
Después el diablo lo lleva a una montaña altísima y, mostrándole los reinos del mundo y su gloria, le dijo: «Todo esto te daré, si te postras y me adoras.»
Entonces le dijo Jesús: «Vete, Satanás, porque está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto.”»
Entonces lo dejó el diablo, y se acercaron los ángeles y le servían.
Palabra del Señor


 
Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
San Mateo (4,1-11)

ATENTOS A LAS TENTACIONES
No le resultó nada fácil a Jesús mantenerse fiel a la misión recibida de su Padre, sin desviarse de su voluntad. Los evangelios recuerdan su lucha interior y las pruebas que tuvo que superar, junto a sus discípulos, a lo largo de su vida.
Los maestros de la ley lo acosaban con preguntas capciosas para someterlo al orden establecido, olvidando al Espíritu que lo impulsaba a curar incluso en sábado. Los fariseos le pedían que dejara de aliviar el sufrimiento de la gente y realizara algo más espectacular, “un signo del cielo”, de proporciones cósmicas, con el que Dios lo confirmara ante todos.
Las tentaciones le venían incluso de sus discípulos más queridos. Santiago y Juan le pedían que se olvidara de los últimos, y pensara más en reservarles a ellos los puestos de más honor y poder. Pedro le reprende porque pone en riesgo su vida y puede terminar ejecutado.
Sufría Jesús y sufrían también sus discípulos. Nada era fácil ni claro. Todos tenían que buscar la voluntad del Padre superando pruebas y tentaciones de diverso género. Pocas horas antes de ser detenido por las fuerzas de seguridad del templo Jesús les dice así: “Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas” (Lucas 22,28).
El episodio conocido como “las tentaciones de Jesús” es un relato en el que se reagrupan y resumen las tentaciones que hubo de superar Jesús a lo largo de toda su vida. Aunque vive movido por el Espíritu recibido en el Jordán, nada le dispensa de sentirse atraído hacia formas falsas de mesianismo.
¿Ha de pensar en su propio interés, o escuchar la voluntad del Padre? ¿Ha de imponer su poder de Mesías, o ponerse al servicio de quienes lo necesitan? ¿Ha de buscar su propia gloria, o manifestar la compasión de Dios hacia los que sufren? ¿Ha de evitar riesgos y eludir la crucifixión, o entregarse a su misión confiando en el Padre?
El relato de las tentaciones de Jesús fue recogido en los evangelios para alertar a sus seguidores. Hemos de ser lúcidos. El Espíritu de Jesús está vivo en su Iglesia, pero los cristianos no estamos libres de falsear una y otra vez nuestra identidad cayendo en múltiples tentaciones.
Identificar hoy las tentaciones de la Iglesia y de la jerarquía, de los cristianos y de sus comunidades; hacernos conscientes de ellas como Jesús; y afrontarlas como lo hizo él, es lo primero para seguirle con fidelidad. Una Iglesia que no es consciente de sus tentaciones, pronto falseará su identidad y su misión. ¿No nos está sucediendo algo de esto? ¿No necesitamos más lucidez y vigilancia para no caer en la infidelidad?
Reflexiones_del Desierto Al Jardin

jueves, 10 de marzo de 2011

NUESTRO CAMINO A LA CUARESMA


Ayunaré de juzgar a otros… Descubriré a Cristo que vive en ellos
Ayunaré de palabras hirientes… Diré frases sanadoras
Ayunaré del egoísmo… Viviré en gratuidad
Ayunaré de enojos… Procuraré vivir en paciencia
Ayunaré de pesimismo… Me llenaré de esperanza
Ayunaré de preocupacione… Confiaré más en Dios
Ayunaré de quejarme… Daré gracias a Dios por la maravilla de la vida
Ayunaré de la angustia… Oraré con más frecuencia
Ayunaré de la amargura… Practicaré el perdón
Ayunaré de darme importancia a mí mismo… Seré compasivo con los demás
Ayunaré de ansiedad sobre mis cosas… Me comprometeré en la propagación del Reino
Ayunaré de desalientos… Me llenaré del entusiasmo de la fe
Ayunaré de todo lo que me separe de Jesús… Intentaré vivir muy cerca de Él

miércoles, 9 de marzo de 2011

HOY COMIENZA EL TIEMPO DE CUARESMA

Durante el Adviento recorrimos un tiempo de "esperanza" que se vio fortalecida e iluminada con la Navidad, tiempo de "alegría", de promesas cumplidas.

Ahora, con una esperanza más firme, con una alegría más plena, estamos preparados para entrar en una nueva etapa: La Cuaresma.
Un tiempo para descubrir, a la luz del Evangelio, la humanidad de Jesús, la fortaleza del que siempre confió en el Padre para vencer las tentaciones y las dificultades de la vida; los ratos que se retiraba para orar, para hablar con el Padre, la coherencia y fidelidad con su misión: Mostrarnos cómo es Dios, cómo nos quiere Dios.
Siguiendo los pasos de Jesús, "que pasó por el mundo haciendo el bien", vamos a aprovechar una nueva oportunidad en este tiempo de Cuaresma, entrar dentro de nosotros mismos, descubrirnos, y con la sencillez de un niño, que nada puede él solo, nos acercamos al Señor con nuestras debilidades, miedos, pecados; y con la ilusión de un niño, trataremos de ir cambiando, de ir creciendo a la luz de la Buena Noticia de Jesús.
Hoy también es Buena y Nueva Noticia para cada uno de nosotros.
Limosna, ayuno, oración. Al comienzo de la Cuaresma es bueno preguntarse el porqué: ¿Cuáles son mis objetivos y deseos en la vida?, ¿qué sentido encuentro en lo que hago?, ¿qué recompensa espero?
El desprendimiento, la ascesis, la penitencia no tienen valor en sí mismos. Pero dan fruto. Tienen consecuencias y dejan huellas.
El profeta Joel, dice que con Dios es lo mismo. Si castiga demasiado severamente a su pueblo, se arriesga a que se diga: "Dónde está tu Dios? ¿Existe de verdad?". Por eso, parece sugerir el profeta, "le conviene" ser misericordioso.
¿Qué recompensa esperamos? ¿De quién esperamos la recompensa? Quizás nos dé vergüenza plantearnos estas preguntas. ¿La espero de los seres humanos?. Una buena reputación, figurar, que se hable de mí...
¿La espero de mí mismo? La satisfacción del trabajo bien hecho, la libertad frente al dinero y la comodidad, un mayor conocimiento de mí mismo y de mi vida interior...
¿De mi Padre que ve en lo escondido? Jesús nos invita a esto último: la discreción, la intimidad, la vida interior bajo la mirada amorosa del Padre

MIÉRCOLES DE CENIZA

 
REFLEXIÓN Y ORACIÓN
Hoy, miércoles de Ceniza, la Palabra refiere a un continuo e intenso pregón. Aparece el pregón del profeta Joel para que nos convirtamos lealmente, con todo el corazón, al Señor.
Nos habla el pregonero o embajador de Cristo, Pablo, para que nos dejemos reconciliar con Dios.
Nos habla el definitivo pregón de Dios que es Jesús.
Viene la Cuaresma, tiempo de gracia y oportunidad para el cambio. Tiempo de vivir para Dios, no para el propio egoísmo, no haciendo ostentación de nuestras prácticas religiosas de ayuno, oración y limosna, no ansiando el aplauso ni los miramientos...., sino buscando el encuentro íntimo con Dios, el cara a cara con Dios, nuestro Padre, que está en lo escondido. Él sabe mirar el corazón de sus hijos y con su amor nos recompensa con creces.
- Señor, que no malogremos esta ocasión que la Iglesia nos brinda para volvernos a ti y a nuestros semejantes. Limpia nuestros ojos y nuestro corazón para que podamos encontrarte a ti como Padre y a los demás como hermanos nuestros e hijos tuyos.
Vivimos en cambio
Amigos, vivimos en un auténtico proceso de profunda transformación y de cambio. Esto lo están advirtiendo no sólo nuestras autoridades de la Iglesia, sino también muchos pensadores y filósofos actuales, cuando nos dicen que, poco a poco, nuestra sociedad, y nosotros mismos, nos estamos olvidando de los valores y de los principios que debieran regir nuestra existencia. Sólo nos preocupa vivir; y hacerlo con toda ansia, cuando no hace tanto andábamos tan inquietos y preocupados, salpicándolo todo de ideología.
Realmente, esto es una crisis, es un cambio de una situación a otra. No debemos olvidar nunca que la vida es un cambio permanente. Para hacer frente a este cambio, no nos basta sólo transformar las apariencias, cambiar las condiciones externas, estamos necesitados, sobre todo, de una «reconversión».
La vida cristiana también es cambio
Nuestra vida cristiana no puede ser una excepción. Si es vida, está sujeta al cambio y tiene que ser objeto, por tanto, un proceso de conversión continuo. La vida cristiana es el «paso» con Cristo, una especie de lento y doloroso nacimiento, algo nuevo que está llamado a nacer cada día.
Estamos llamados, amigos, a una transformación, a un giro radical, a una forma nueva de vivir; a dejar nuestra vieja personalidad revestida de pecado y a vestirnos de la nueva personalidad de la gracia. Pero aquí Dios tiene la iniciativa. Él es quien nos invita a esta tarea. Él es quien nos propone como modelo a su propio Hijo. Y Él mismo es quien nos da las fuerzas necesarias para realizarlo.
La conversión es personal y comunitaria
Esta es una exigencia personal y comunitaria. «Convertios... Convocad asamblea...», acabamos de escuchar en las lecturas que la Iglesia nos propone en esta celebración como Palabra de Dios. Por eso, hemos de escuchar y acoger esta llamada como algo serio y urgente, pues se trata de ser honestos con nosotros mismos, con los demás y con Dios. Y lo hemos de hacer como comunidad de pecadores que somos, como pueblo llamado a hacer verdad la fe de nuestro bautismo, que fue pascua, «paso» de la muerte a la vida. Pero también, aunque dentro de la comunidad, cada uno personalmente somos urgidos a lo mismo:

«Cuando ayunes... Cuando hagas limosna...».
Pero, ¿conversión a qué o a quién?
Pero, ¿convertirnos, a qué? «Convertíos y creed en el Evangelio», escucharemos en el momento de la imposición de la ceniza sobre nuestras cabezas. Y bajo esas palabras no se oculta una conversión meramente moral, ni se trata, mucho menos, del cumplimiento de unas prácticas rituales y exteriores, con su carga de fariseísmo. Se trata de convertirnos por la fe, a Jesucristo. Conocer, por el trato en la oración, por la lectura del Evangelio, a Jesús. Él es el objeto de toda conversión.
La Cuaresma se hace con El, porque, de otro modo, la Pascua pierde sentido.
Cuaresma, tiempo de conversión
Esta conversión a Jesucristo provocará un cambio fundamental, «radical», en nuestras vidas. Una nueva manera de ver y de sentir; de comportarnos ante los conflictos, ante el poder; el dinero, el dolor... y, sobre todo, ante el prójimo.
Cristo es el que nos hizo pasar; a través de las aguas bautismales, de la muerte a la vida y el que ahora nos mueve a este nuevo y permanente «paso», que lo iremos explicitando a lo largo de estos domingos de Cuaresma, con nuestra vista fija en la Pascua de Resurrección.
No lo olvidemos, amigos, si queremos vivir la Cuaresma como tiempo de gracia, es el momento de nuestra conversión y de no echar en saco roto el inmenso, misericordioso y gratuito don de Dios.

Miércoles de cenizas

Cuaresma




Mensaje  Completo: http://www.zenit.org/article-38356?l=spanish

martes, 8 de marzo de 2011

El hombre de las manos atadas


Érase una vez un hombre como todos los demás. Un hombre normal. Tenía cualidades positivas y negativas. No era diferente. Una noche, repentinamente, llamaron a su puerta. Cuando abrió, se encontró a sus enemigos. Eran varios y habían venido juntos. Sus enemigos le ataron las manos. Después le dijeron que así era mejor, que así, con sus manos atadas, no podría hacer nada mal. (Se olvidaron de decirle que tampoco podría hacer nada bueno). Y se fueron dejando a un guardián a la puerta para que nadie pudiera desatarle. Al principio se desesperó y trató de romper las ataduras. Cuando se convenció de lo inútil de sus esfuerzos, intentó poco a poco acomodarse a su nueva situación. Poco a poco consiguió valerse para seguir subsistiendo con las manos atadas. Inicialmente le costaba hasta quitarse los zapatos. Hubo un día en que consiguió liar y encender un pitillo. Y empezó a olvidarse de que antes tenía las manos libres. Mientras tanto, su guardián le comunicaba, día tras día, las cosas malas que hacían en el exterior los hombres con las manos libres. (Se le olvidaba también decirle las cosas buenas que hacían esos mismos y otros hombres con las manos libres). Pasaron muchos años. El hombre llegó a acostumbrarse a sus manos atadas. Y cuando su guardián le señalaba que gracias a aquella noche en que entraron a atarle, él, el hombre de las manos atadas, no podía hacer nada malo (no le señalaban que tampoco podía hacer nada bueno), el hombre empezó a creer que era mejor vivir con las manos atadas. Además estaba tan acostumbrado a las ligaduras ...

Pasaron muchos, muchísimos años... Un día, sus amigos sorprendieron al guardián, entraron en la casa y rompieron las ligaduras que ataban las manos del hombre.
"¡¡Ya eres libre!!", le dijeron.
Pero habían llegado demasiado tarde. Las manos del hombre estaban totalmente atrofiadas.

Salmo de una herida


Cuando el Señor

se acercó a nosotros

en el camino de la vida,

él se volcó en cada uno,

sus heridas nos curaron.


Vino como mesías

a decirnos que Dios nos ama,

que no está lejos.

Nos enseñó

el camino de la entrega,

la verdad del amor,

la vida verdadera.


Él nos mostró

que se debe continuar

amando hasta el extremo.

Nos habló de su muerte

para la vida del mundo,

nos dijo que el amor

vence todas las dificultades.


Cuando se acercaba su hora,

se entregó al Padre,

se dejó en manos de los hombres.

Su herida de amor

fue amar hasta el final. Amén.

¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?

Salmo de una herida Cuando el Señor se acercó a nosotros en el camino de la vida, él se volcó en cada uno, sus heridas nos curaron. Vino como mesías a decirnos que Dios nos ama, que no está lejos. Nos enseñó el camino de la entrega, la verdad del amor, la vida verdadera. Él nos mostró que se debe continuar amando hasta el extremo. Nos habló de su muerte para la vida del mundo, nos dijo que el amor vence todas las dificultades. Cuando se acercaba su hora, se entregó al Padre, se dejó en manos de los hombres. Su herida de amor fue amar hasta el final. Amén.

sábado, 5 de marzo de 2011

Tu palabra es la roca que nos salva

Lectura del santo evangelio según San Mateo (7,21-27):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Aquel día, muchos dirán: “Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y en tu nombre echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?” Yo entonces les declararé: “Nunca os he conocido. Alejaos de mí, malvados. El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca. El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente.»
Palabra del Señor



Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
San Mateo (7,21-27)

 LA FUERZA DEL EVANGELIO

Mateo concluye el gran discurso de Jesús en una montaña de Galilea con dos breves parábolas, narradas con maestría y fáciles de recordar por todos. Su mensaje es de importancia decisiva: seguir a Jesús consiste en «escuchar sus palabras» y en «ponerlas en práctica». Si no lo hacemos así, nuestro cristianismo es una insensatez. No tiene sentido alguno.

El hombre sensato construye su casa sobre roca firme. Por eso, cuando llegan las lluvias torrenciales del invierno y el agua desciende de los montes y soplan los fuertes vientos del Mediterráneo, la casa no se hunde: «está cimentada sobre roca». Así es la Iglesia formada por creyentes que se esfuerzan por escuchar el Evangelio y ponerlo en práctica.
El hombre necio, por el contrario, construye su casa sobre arena, en el fondo del valle. Por eso, al llegar las lluvias, los aluviones y el vendaval, la casa «se hunde totalmente». Así se desmorona el cristianismo cuando no está fundamentado en la roca del Evangelio, escuchado y practicado en las comunidades.
En la conciencia moderna se ha producido un profundo cambio cultural que está poniendo en crisis el nacimiento y la vivencia de la fe cristiana. Cada vez se va haciendo más difícil despertar una fe viva en Dios y en Jesucristo por vía de “adoctrinamiento”. Señalemos dos causas fáciles de detectar.
Por una parte, está en crisis la autoridad, toda autoridad. Es difícil que la fe brote hoy de la obediencia a una autoridad religiosa que se presente como poseedora de la verdad. La palabra que pronuncia la Iglesia desde su posición de autoridad sagrada no resulta hoy por sí misma ni creíble ni atractiva.
Por otra parte, más que doctrina religiosa, las personas buscan una experiencia que les ayude a vivir con sentido y esperanza. Muchos hombres y mujeres se distancian casi instintivamente de cualquier iniciación a la fe entendida como “proceso de aprendizaje”.
Hemos de creer mucho más en la fuerza transformadora del Evangelio. Las palabras de Jesús tienen más poder que nuestras doctrinas. Su Buena Noticia es más atractiva que todos nuestros sermones. ¿No ha llegado el momento de formar grupos, crear espacios, posibilitar encuentros en los que la gente de hoy tenga la oportunidad de entrar en contacto directo con el Evangelio para escuchar a Jesús y descubrir juntos su Buena Noticia?
Muchos que se sienten perdidos y viven sin esperanza podrían descubrir con alegría que no están solos, que pueden confiar en un Dios Padre y que pueden vivir con la esperanza de Jesús. Es lo que más necesitan.

jueves, 3 de marzo de 2011

Fue, se lavó y volvió con vista.


Salmo de luz


Clamamos a ti

como ciegos, Señor,

en la vida nuestra.

Lávanos los ojos

para que recobremos la vista

y podamos ver la luz.


Queremos verte, Señor,

contemplar tu rostro

dolorido en los hermanos,

hambrientos en los pobres,

cansado en los desahuciados.


Danos tu luz

para caminar

por sendas de esperanza.

Danos tu luz

como un amanecer

después de la noche fría.


Danos tu luz, Señor,

para purificarnos del pecado

y hacer de nuestra vida

un encuentro de amor,

entregándonos a todos,

y ayudando a los ciegos

a ver la luz del amor. Amén.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Dos hombres subieron al templo a orar. El publicano bajó justificado, pero el fariseo no.


Salmo de un pecador


Delante de ti, Señor de la vida,

bajo el peso de mis pecados

me acerco a ti,

porque sé que eres rico en misericordia.


Ya sé que no soy bueno,

que muchas veces me alejo de ti

y falsifico el amor.

Sé, Señor, y me pesa

la multitud de veces

que recorro caminos fáciles

y no elijo la senda estrecha.


Por eso te grito en mi noche,

para sentir tu protección y ayuda

cuando mi vida está en peligro.

Te llamo como Padre,

te invoco como amigo,

pues realmente

soy un pobre pecador.


Confío en ti, Señor,

a pesar de mis fracasos,

Sé que tú estás cerca,

y no me abandonas jamás.

Aunque soy un pecador,

mi confianza en ti aumenta. Amén.