sábado, 13 de noviembre de 2010

“Ponderar la belleza del templo”

Domingo 33º del tiempo ordinario (C)
Un escultor hizo una estatua maravillosa. Todos los que pasaban se quedaban maravillados de su belleza.
Unos decían: “¡qué maravilla!”
Otros: “algo fuera de serie!”
Otros: “¡no hemos visto cosa igual!”
El escultor que estaba cerca escuchaba todos los comentarios y observaba. Hasta que un día, fastidiado, cogió un martillo y la destrozó.
La gente se preguntaba:
“¿quién ha sido el bruto que ha destruido la estatua?”
Otros comentaban: “esto lo hace un loco”. Es una pérdida irreparable.
Al final, el escultor dio cara y respondió: “¡He sido yo!”
Pero ¿por qué?
Porque todos se maravillaban de la estatua y nadie se acordaba del que la hizo. He escuchado muchos comentarios sobre la estatua, pero ninguno sobre el autor que la esculpió.


Alguien se preguntará ¿y qué tiene que ver todo esto con el Evangelio de hoy?
Creo que puede ser una imagen que ilustra la escena de aquellos que extasiados contemplaban la belleza del templo de Jerusalén y al que Jesús predice su ruina y su destrucción

También aquí la gente admira la belleza del templo: Pero “pero por la calidad de la piedra”, “por la calidad de los exvotos”. Es decir, todos admiran la belleza exterior del templo.

Pero nadie admira la belleza interior del templo.
Nadie admira la presencia de Dios en el templo.
Nadie admira la vida de fe de quienes visitan el templo.

Todos se quedan con la belleza de afuera.
Como si todo quedase en la apariencia externa por más que por dentro estuviese sin vida. Una belleza sin vida.

La verdadera belleza de las Iglesias está dentro. Y no en los cuadros que la adornan sino en la vida de los que de rodillas hablan con Dios y se encuentran con sus hermanos.
La verdadera belleza de las personas está dentro en el corazón, habitado por Dios, lleno de la gracia y la presencia del Espíritu santo.

Las piedras preciosas no suelen aparecer así cuando las encontramos. Suelen estar recubiertas de tierra e incluso tierra ya petrificada. El oro cuando lo extraen de las minas suele salir en medio de toneladas de tierra que luego es preciso todo un proceso para que la tierra se vaya diluyendo y se queden la pepitas doradas.
Puede haber Iglesias muy sencillas en las que nadie se fija y dentro tener una gran vida.
Puede haber personas de muy poca apariencia física, pero por dentro con una corazón lleno de gracia y de amor.

No hay comentarios: