sábado, 8 de septiembre de 2012

Natividad de Nuestra Señora

Lectura del santo evangelio según san Mateo 1,1-16.18-23
 
 
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
-«José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta:
«Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Enmanuel, que significa “Díoscon-nosotros”.»                   
 
 
 Oramos con la Palabra
 
SEÑOR, el día de hoy es de gozo y de gratitud. Gozo, por el nacimiento de María. Gratitud, porque hiciste obras grandes en ella. En el cumpleaños de María, la felicitamos contigo, y te felicitamos del acierto que tuviste al elegirla por Madre. Su nacimiento alegra el universo, porque es la estrella que anuncia un tiempo nuevo de salvación para todos los hombres. ¿Qué sería nuestra vida de fe sin la presencia maternal de la Madre?
 
Compartimos la Palabra
 
“En tierra de Israel había nacido una niña. El padre y la madre la acogieron con júbilo. Como piadosos israelitas que deseaban ver los días del Salvador, hubieran recibido un vástago varón, con mayor júbilo. Por lo menos todos los vecinos eran del parecer que un vástago varón hubiera significado mucha mayor honra. Las parteras lavaron a la criatura y la fajaron con pañales. Como se trataba de una niña no hubo que aguardar el día de la circuncisión para imponerle el nombre. Se la llamó Miriam, María…” Así empieza su famosa “Vida de María” Franz Michel Willam. O sea, que sabemos que nació, pero muy poco más. Ni cómo, ni dónde, ni el nombre de sus padres. Nada. Y para la fe en ella y en su Hijo, nada más necesitamos. El que necesite cultivar su curiosidad que acuda al Protoevangelio de Santiago y lea los 17 primeros capítulos sobre la Vida de María antes de la Anunciación. Encontrará muchos detalles sobre su vida que “pudieron haber tenido lugar”, pero que no consta históricamente que así fuera.

Inmaculada

Decía que de María sabemos que nació, pero muy poco más, porque algo sabemos, algo tan exclusivo e importante que fue ella la única criatura en tenerlo: sabemos que nació inmaculada, de unos padres maculados, cuyos nombres sólo por los evangelios apócrifos conocemos. María fue una mujer totalmente excepcional, ya que, por humana, tenía que haber nacido como todos los humanos, en pecado, con el pecado original; pero por escogida, fue redimida por Dios de forma anticipada. María inmaculada evoca en nosotros, por contraste, la maculada concepción en la que nacemos. Lo sabemos por revelación y lo padecemos por experiencia. Pero, hoy celebramos el cumpleaños de alguien de nuestra misma raza que fue, que es, totalmente limpia, inmaculada. Por eso la conocemos también por “la purísima”.

¡Cumpleaños feliz! Flores, perfumes y regalos

Hoy la felicitamos. Es difícil, pero quisiéramos, al hacerlo, pensar sólo en ella, porque, no por casualidad, sino por encargo de su Hijo, sin dejar de ser su Madre, es también Madre para nosotros. Celebramos su cumpleaños hojeando el álbum familiar de los momentos estelares de su vida en el mejor de los ambientes, maternal, por su parte, filial, por la nuestra. Que nuestras flores, perfume y regalo, sea hoy el canto litúrgico de Laudes que hacemos nuestro. Lo demás se lo dejamos a ella. Lo hará en nosotros mejor que nosotros mismos.
“Hoy nace una clara estrella, tan divina y celestial, que, con ser estrella, es tal, que el mismo Sol nace de ella.
De Ana y de Joaquín, oriente de aquella estrella divina, sale su luz clara y digna de ser pura eternamente: el alba más clara y bella no le puede ser igual, que, con ser estrella, es tal, que el mismo Sol nace de ella.
“No le iguala lumbre alguna de cuantas bordan el cielo, porque es el humilde suelo de sus pies la blanca luna: nace en el suelo tan bella y con luz tan celestial, que, con ser estrella, es tal, que el mismo Sol nace de ella”.
Fray Hermelindo

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