A veces, amar algo o a alguien supone para nosotros pequeños o grandes sufrimientos que nos afectan en lo más profundo del corazón.
Esas espinas puede que tengan un sentido. Puede que su razón de ser sea purificar nuestro corazón, de la misma manera que las espinas de los cactus sirven para luchar contra la deshidratación y defenderse de los animales.
Nuestras espinas, las que van surgiendo en la vida, a veces nos las creamos nosotros mismos para defendernos de los daños que los "otros" puedan hacernos, otras veces es la vida misma la que nos las crea.
Es importante conocer el origen de esas espinas, saber el por qué existen para así conseguir que su aguijón no nos hieran a nosotros mismos ni a los que se acercan a nosotros.
¡Que las espinas no nos impidan ser lo que queremos ser!
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