Bienaventurados los dulces, los que no se irritan
los que acogen la crítica propia en silencio,
los que saben corregir sin hacer daño,
los que devuelven bien por mal,
los que saben descubrir a Dios en los demás.
Bienaventurados los que tiene la valentía de defender
a una persona que es criticada injustamente,
los que se arriesgan a decir la verdad delante de quien sea,
los misioneros que son expulsados de un país,
los fieles a su compromiso.
Bienaventurado el que sabe definirse como persona de fe
aunque con ello pierda el aprecio de los demás.
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