lunes, 31 de enero de 2011

SEMILLAS DE DICHA

Una mujer soñó que entraba en una tienda recién inaugurada en la plaza del mercado y, para su sorpresa, descubrió que el mismo Dios en persona se encontraba tras el mostrador. Entonces le preguntó:

- «¿Qué vendes aquí?»
Dios le respondió

- «Todo lo que tu corazón desee».

Sin atreverse casi a creer lo que estaba oyendo, la mujer se decidió a pedir lo mejor que un ser humano podría desear:

- «Deseo paz de espíritu, amor, felicidad, sabiduría y ausencia de todo temor».
Y luego, tras un instante de vacilación, añadió:
- «No sólo para mí, sino para todo el mundo».
Dios se sonrió y dijo:
- «Creo que no me has comprendido, hija mía. Aquí no vendemos frutos. Únicamente vendemos semillas».
La dicha, la bienaventuranza, hay que saber sembrarla y hacerla crecer; ¡y acertar con las verdaderas semillas, que también aquí crece mucha cizaña entre el trigo!

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