miércoles, 17 de septiembre de 2008

LA DIFERENCIA


Me levanté temprano una mañana y me apresuré a comenzar el día.
Tenía tanto que realizar que no tuve tiempo para orar.
Los problemas me cayeron encima y la carga se hizo pesada .
¿Por qué no me ayudas Dios? Pensé y Él me dijo: Pero tú no lo pediste.
Deseaba ver la belleza y alegría, mas el día se tornó oscuro y frío.
Pensé, por qué Dios no me mostró lo que yo esperaba.
Él me contestó: Porque tú no me buscaste.
Traté de llegar ante la presencia de Dios.
Y probé todas mis llaves en la cerradura.
Dios, gentil y suavemente exclamó: ¿Por qué no tocaste a la puerta?
Me desperté temprano esta mañana y me detuve antes de comenzar el día.
Tenía tanto que realizar, que tuve que sacar tiempo para orar. (Extraído de Capellanía.)

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