sábado, 8 de diciembre de 2018

Virgen Santa e Inmaculada, a Ti, que eres el orgullo de nuestro pueblo y el amparo maternal de nuestra vida, nos acogemos con confianza Renueva en nosotras el deseo de ser discípulas misioneras, que en nuestras palabras resplandezca la verdad, la justicia y la paz, que nuestras obras sean un canto de liberación, que en nuestra vida se refleje el esplendor del Evangelio. Eres toda belleza, María. En Ti se hizo carne la Palabra de Dios. Ayúdanos a estar siempre atentas a la voz del Señor: que no seamos sordas al grito de los pobres, que el sufrimiento de las y los oprimidos no nos encuentre distraídas, que ante la discriminación de tus hijas e hijos, no quedemos indiferentes, que amemos y respetemos siempre la vida humana. Eres toda belleza, María. En Ti vemos la alegría completa de la vida dichosa con Dios. Haz que nunca perdamos el rumbo en este mundo: que la luz de la fe ilumine nuestra vida, que la fuerza consoladora de la esperanza dirija nuestros pasos, que el ardor entusiasta del amor inflame nuestro corazón, que nuestros ojos estén fijos en el Señor, fuente de amor y de paz.

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