sábado, 12 de septiembre de 2009

En mi debilidad me haces fuerte


En mi debilidad me haces fuerte
sólo en tu amor me haces fuerte
sólo en tu vida me haces fuerte
en mi debilidad te haces fuerte en mí.

¿Qué te puedo dar?
Tan sólo mi verdad.

Mi verdad está hecha de errores, de heridas, de miedos, de inquietud y duda,
de silencios que a veces son vacíos y a veces sonoros.
Mi verdad también tiene complejos, miedo al ridículo, soledad, incomprensión y malos ratos.
Mi verdad no es una bonita estatua perfecta e impasible, sino más bien un mimo con la cara alegre y triste a un tiempo, que puede resultar azotado por el viento, sufrir el frío y mezclar las gotas de lluvia con llanto, o por el contrario puede agradecer un rayo de sol o una brisa fresca... Mi verdad tiene heridas, sí. ¿Y quién no?
Mi verdad tiene secretos. Pero contigo no sirven las máscaras. No sirven porque no las necesito. Y no las necesito porque cuando tú me miras ves lo bueno que a veces ni siquiera yo sé ver. Cuando tú me miras ves todas las posibilidades que a mí se me escapan. Donde yo me encuentro petrificado tú ves posibilidades. Donde yo me sé frágil tú ves otro tipo de fuerza. Donde yo me intuyo egoísta tú adivinas puertas. Donde yo temo tú sonríes. Donde yo dudo tú encuentras fe.
¿Qué ves cuando me miras, Señor? Ojalá yo fuese capaz de ver lo mismo. Ojalá yo fuese capaz de adivinar toda la fuerza, la pasión, el torrente de vida que está llamado a salir de mí. Ojalá pueda hacerlo, vivir sin miedo... gritar sin reparo... hacer sin condiciones... amar sin barreras... trabajar sin límites... y así construir, en este mundo, en mi mundo, tu Reino. Con la fuerza que tú pones en mí.

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