jueves, 30 de agosto de 2018

Los obstáculos en nuestro camino


Hace mucho tiempo, un rey coloco una gran roca obstaculizando un camino. Entonces se escondió y miro para ver si alguien quitaba la tremenda roca. Algunos de los comerciantes mas adinerados del reino y cortesanos vinieron y simplemente le dieron una vuelta. Muchos culparon al rey ruidosamente de no mantener los caminos despejados, pero ninguno hizo algo para sacar la piedra grande del camino.

Entonces un campesino vino, y llevaba una carga de verduras. Al aproximarse a la roca, el campesino puso su carga en el piso y trato de mover la roca a un lado del camino. Después de empujar y fatigarse mucho, lo logro. Mientras recogia su carga de vegetales, el noto una
cartera en el piso, justo donde había estado la roca. La cartera contenía muchas monedas de oro y una nota del mismo rey indicando que el oro era para la persona que removiera la piedra del camino.

El campesino aprendió lo que los otros nunca entendieron. Cada obstáculo presenta una  oportunidad para mejorar la condición de uno.

Si alguna vez caes levántate y sigue adelante.

martes, 28 de agosto de 2018

Cuentos Misioneros "El lago"


El lago no es sólo un gran charco de agua. Hay otros elementos diversos y "personales" integrados en comunidad: la montaña, los árboles y arbustos, pájaros, patos, insectos... y más adentro, en lo profundo, los peces. En toda comunidad/lago se encuentran algunos de estos elementos.

Los ARBOLES: miran al lago de lejitos, se nutren de él pero no se mojan... Son los que ven actuar al grupo pero miran de afuera, no se animan a meterse mucho pues no sienten, no ven o no quieren compartir el compromiso misionero. No obstante, algunos colaboran con apoyo logístico para que el lago sea lo que debe ser.

Los PAJAROS: sobrevuelan la superficie, alegran con su canto, dan vida al paisaje. Pero también desde afuera. Dependen mucho del mundo exterior. Y si el lago no les ofrece todo lo que pretenden, vuelan a otro, y así, migratorios, más bien se sirven del lago de lo que procuran servirlo.

Los PATOS: si bien en la superficie la mayor parte del tiempo, sólo se meten zambulliéndose para alimentarse. Y son de temporadas...

Los TABANOS: ¡qué molestos ! Son los aguafiestas. Siempre zumbando alrededor. No saben alimentarse sin molestar. Opacan alegrías, sobreacentúan las tensiones, ponen los nervios "de punta", y cuando se posann sobre alguno, pican con dolor y hasta con posterior infección. Menos mal que duran poco, y si sopla un poco de viento fresco, no molestan más.

Los PECES: viven metidos en silenciosa convivencia, se mueven con libertad, son los dueños del lago, están como en su casa. Pocos los ven, aunque muchos saben de su presencia. Se nutren entre ellos y en su ambiente, y son también alimento para otros. No son tal vez muy astutos, pero sí útiles y mansos en su mayoría.

Cerca del lago, siempre está la MONTAÑA. Es el signo de la Espiritualidad del grupo misionero, el encuentro del hombre con Dios. Es la presencia de Dios, viva y firme.

viernes, 24 de agosto de 2018

Sobre el revanchismo


Un maestro oriental que vio como un alacrán se estaba ahogando,
decidió sacarlo del agua, pero cuando lo hizo, el alacrán lo picó.
Por la reacción al dolor, el maestro lo soltó y el animal cayó al agua y de nuevo estaba ahogándose.

El maestro intentó sacarlo otra vez, y otra vez el animal lo picó.

Alguien que había observado todo, se acercó al maestro y le dijo:
"Perdone, pero usted es terco ¿No entiende que cada vez que intente sacarlo del agua el alacrán lo picará?.

El maestro respondió: La naturaleza del alacrán es picar y eso no va a cambiar la mía, que es ayudar".
Y entonces, sirviéndose de una hoja, el maestro sacó al animalito del agua y le salvó la vida.

miércoles, 22 de agosto de 2018

Tratando con la envidia


Cuenta una fábula que en cierta ocasión una serpiente empezó a perseguir a una luciérnaga; ésta huía muy rápido y llena de miedo de la feroz depredadora, pero la serpiente no pensaba desistir en su intento de alcanzarla.

La luciérnaga pudo huír durante el primer día, pero la serpiente no desistía, dos días y nada, al tercer día, ya sin fuerzas, la luciérnaga detuvo su agitado vuelo y le dijo a la serpiente: ¿Puedo hacerte tres preguntas?

No acostumbro conceder deseos a nadie, pero como te voy a devorar, puedes preguntar, respondió la serpiente.

Entonces dime: ¿Pertenezco a tu cadena alimenticia?

¡No!, contestó la serpiente.

¿Yo te hice algún mal?
¡No!, volvió a responder su cazadora.

Entonces, ¿Por qué quieres acabar conmigo?

¡Porque no soporto verte brillar!, fue la última respuesta de la serpiente.

Muchos de nosotros nos hemos visto envueltos en situaciones donde nos preguntamos:
¿Por qué me pasa esto si yo no he hecho nada malo?
Sencillo... porque hay algunos(as) que no soportan verte brillar.

La "envidia" es uno de los peores sentimientos que podemos tener.
El hecho de que envidien tus logros, tu éxito, etc., ¡que envidien verte brillar! te va a afectar en más de una ocasión, pero cuando esto pase, ¡no dejes de brillar!, continúa siendo tú mismo(a), sigue
dando lo mejor de ti, sigue haciendo lo mejor, no permitas que te lastimen, no permitas que te hieran...¡sigue brillando y no podrán tocarte!, porque tu luz seguirá intacta, porque siempre habrá quien te apoye, porque tu huella permanecerá, porque el recuerdo de lo que fuiste e hiciste quedará, ¡pase lo que pase!

lunes, 20 de agosto de 2018

Cuentos Misioneros "El viejo lobo y el león"


Un día ví un viejo lobo en la boca de una cueva excavada en la montaña. El pobre animal, apenas si podía moverse. Me pregunté entonces ¿Cómo haría el viejo lobo para sobrevivir si no podía salir a buscar alimento?". Y me quedé largo rato mirándolo. Pasado un rato, vi aparecer entre los matorrales a un león que traía un cabrito muerto entre sus fauces, depositarlo junto al lobo, y marcharse en silencio, tal como había llegado.

Entonces me admiré de la sabiduría de Dios, que había puesto a ese león en el camino del lobo herido para que día a día lo alimentase.

Y decidí yo también abandonarme a la misericordia de Dios. Me recosté entonces en la boca de una cueva, confiado en la providencia divina que no tardaría en acercarme alimento. Pero pasaron los días, y nada ocurría. ¡Paciencia!- me dije- ¡Que se haga, Señor tu voluntad!

Días después, ya casi desfallecía de hambre, cuando escuché la voz de Dios que me decía: "¡Insensato! ¿Qué haces ahí tirado esperando que alguien venga a alimentarte? ¡Tú eres un león, no un lobo viejo!"

sábado, 18 de agosto de 2018

Cuentos Misioneros "El barril de vino"


"Cierto día se organizó en el pueblo una gran fiesta. Todo estaba preparado para el gran evento. En la plaza del pueblo habían construido un gran barril para el vino. Se habían puesto todos de acuerdo en que cada uno iba a llevar una botella de vino para verterla en el gran barril, y así disponer de abundante bebida para la fiesta.

Se acercaba la noche, y Juan, viendo que llegaba la hora de partir hacia la plaza, tomó su botella vacía para llenarla con vino de su barril. Pero de pronto lo asaltó un pensamiento: "Yo soy muy pobre, y para mí es un sacrificio muy grande comprar el poco vino que hay en mi casa. ¿Por qué tengo que llevar igual que todos los demás? Voy a hacer una cosa: llenaré mi botella con agua, y cuando llegue a la plaza la verteré en el barril, así todos verán que hago mi aporte, y no vaciaré mi barril de vino. De todos modos somos muchos, y mi poquitito de agua se mezclará con el vino de los demás y nadie notará la falta".

Así lo hizo. Llegada la noche, se acercó ante la vista de todos los vecinos y vació el contenido de su botella en el barril de la plaza. Nadie sospechó nada. Todo el resto del pueblo fue aportando su parte de vino en el gran barril.

Comenzó la fiesta, la música, la danza. Y cuando llegó la hora de servir el vino ¡oh sorpresa! Abrieron la canilla del barril y... ¡salió solamente agua cristalina!. ¿Quién iba a pensar que a todos se les iba a ocurrir pensar lo mismo que Juan? Y todos los del pueblo, avergonzados, agacharon la cabeza y se retiraron a sus casas. Y la fiesta se terminó."

En la tarea misionera todos aportamos nuestro granito de arena y, por pequeño que parezca nuestro aporte, es importante. Todos tenemos un papel que jugar en la tarea evangelizadora, pequeño o grande, pero el nuestro, y nadie puede hacerlo por nosotros.

jueves, 16 de agosto de 2018

Jesús guía nuestros pasos


Jesús guía nuestros pasos por tus caminos de paz
Jesús guía nuestros pasos por tus caminos de verdad
Jesús guía nuestros pasos por tus caminos de luz
Jesús guía nuestros pasos por tus caminos de vida.

Jesús enséñanos tus caminos de amor
Jesús enséñanos tus caminos de luz,
Jesús enséñanos tus caminos de verdad
Jesús enséñanos tus caminos de vida
Jesús enséñanos tus caminos de paz.

martes, 14 de agosto de 2018

SALMO AL COMENZAR LA MAÑANA



Al tocar la luz del día mis ojos, Señor,
mi corazón se levanta hacia ti en busca de tu mirada. 
Escucha las palabras de quien siente la vida de nuevo,
y estate atento, Señor; sé cercano a mi mano abierta. 
Da respuesta a mi pregunta; ayúdame en mi inquietud,
tú que eres mi Señor y mi Dios, en quien yo confío.

A ti abro mi ser, mis ganas de vivir, mi despertar:
de mañana, en tus manos pongo mis miedos y mis ilusiones;
de mañana, en tus ojos pongo la pureza y sinceridad
de mi búsqueda;
de mañana, en tu camino quiero dirigir mis pasos. 
Oye mi voz, Señor, tú que eres bueno y compasivo
y alienta mi vida que busca en ti luz y calor.

Mira, Señor, mi corazón de pobre,
que como un gorrioncillo busca abrigo entre tus manos;
toma mi arcilla y moldéala
según los proyectos que tienes en mí este día. 
Quiero estar ante tus ojos y dejarme penetrar por tu mirada;
 delante de tus ojos, Señor, me siento pequeño y frágil. 
Derrama, al comenzar la mañana, tu ternura y tu bondad .
para que mi corazón se sienta fuerte y animoso.

Señor, aparta de mí camino el mal que me rodea
y no dejes que en este día la mentira se adueñe de mí;
dame mansedumbre y humildad para que mi corazón,. 
Señor, no sea hoy violento ni haga juego sucio a nadie. 
Confió en la abundancia de tu amor y camino hacia ti
firme de que me acoges en tu casa.
Haz, Señor, que camine hoy en tu presencia
y que tema apartarme de ti.

Guíame, Señor, tú que eres bueno y santo;
guíame hacia la luz y que camine como hijo de la luz;
guíame y allana mi camino para que sea fiel a tu Ley. 
Que tu camino, Señor, sea hoy la pasión de mi corazón
y que tu Espíritu Santo me ayude en cada paso. 
Que mi boca, Señor, sea hoy la expresión de mi interior;
que mis palabras arranquera de lo profundo y sean verdaderas.

Señor, dame un corazón limpio para que te pueda ver;
Señor, dame un corazón de pobre para que viva hoy tu Reino; Señor, dame un corazón misericordioso
para que derrame misericordia;
Señor, dame un corazón lleno de paz para que sea hijo tuyo;
Señor, dame un corazón que tenga hambre y sed de justicia para que sea saciado y haga tu voluntad;
Señor, dame un corazón manso para que posea a tierra. 
Que mi corazón se alegre y se regocije hoy,
porque todo lo espero de ti, Señor Dios mío.

A ti me acojo, Señor, al comenzar el día: protégeme.
En ti pongo mi confianza como un niño en su madre: ayúdame.
A ti abro mis proyectos y los planes de este día: acompáñame.
A ti ofrezco lo que soy y lo que yo tengo: acógelo.
A ti, que eres Dios de la vida, te pido fuerza: anímame.
Mi corazón te ama y, lleno (le gozo, exulta en ti.

domingo, 12 de agosto de 2018

SALMO DEL CORAZÓN OBEDIENTE



Has hecho, Señor del alba, la playa para el mar. 
Y el camino polvoriento para llevar al caminante. 
Has hecho las alas para abrirlas en libertad. 
Y los campos para crecer libres los trigales. 
Has hecho mi corazón para acoger tu Palabra
y guardarla y hacerla vida aunque el corazón sangre. 
Tu Palabra, Señor Jesús, es Buena Noticia al hombre
que escucha desde el interior donde la vida arde. 
Tu Palabra, hecha Evangelio, es reto y es desafío
para el que busca tu rostro y quiere contigo encontrarse.

Aquí estoy, porque me has llamado, Señor del alba. 
Aquí estoy, para entrar en tu proyecto y hacerlo carne
en mi vida que busca florecer junto a tu río
y hacer de tus aguas manantial que nunca acabe. 
Aquí estoy, Señor Jesús, y quiero aceptar tu plan,
con el riesgo y la aventura de soñar y de lanzarme
en tu programa de vida, en tu manera de vivir
para alumbrar la vida y como vela encendida gastarme. 
Aquí estoy, Señor Jesús, para cumplir tu voluntad,
la misma que tú cumpliste en la llamada del Padre.

Aquí estoy, en comunión con tu Evangelio y tu vida
para hacer de mi existencia llama que no se apague. 
Quiero ser, Señor Jesús, como la arcilla en tus manos. 
Quiero ser piedra que el río a su paso arranque
y la lleve en su corriente y la voltee en sus aguas
y las aristas agudas golpe a golpe las desgaste. 
Quiero ser como las hojas de otoño en el suelo
que el viento arranca y el pie al pasar aplaste. 
Quiero ser como la piedra en tus manos que el artista labra
y que va forjando, golpe a golpe, sin cansarse.

Quiero ser como una gota de agua en tu mar,
o como un granito de arena que el viento en sus alas alce.
 Quiero ser como un globo blanco que sube al cielo
y llegue a tus manos abiertas sin estallarse.

Yo me pongo en tus manos, Señor Jesús,
como tú te abandonaste en las manos de tu Padre. 
Me pongo en tus manos para que se realice tu obra
como se realizó la tuya, al morir en la cruz, en la tarde. 
Me pongo en tus manos: hágase en mí tu voluntad. 
Me pongo en tus manos: de nuevo digo 'hágase'. 
Me pongo en tus manos: he aquí la esclava del Señor. 
Me pongo en tus manos: lo que quiero, Señor, es darme. 
Me pongo en tus manos: mi proyecto es tu proyecto de vida. 
Me pongo en tus manos: mi voluntad es, por tu vida desgastarme

Señor Jesús, que ocupaste el último lugar, la cruz.
Señor Jesús, que te hiciste uno de tantos por salvarme.
Señor Jesús, que te despojaste de tu categoría de Dios
y te hiciste obediente hasta la muerte y entregaste
tu vida en manos del Padre y la hiciste suya y nuestra,
enséñame, Señor del alba, a morir y en el morir, encontrarme.
Quiero hacer tu voluntad aunque la cruz sea dura,
como tú hiciste la voluntad, aunque fue dura, del Padre.

jueves, 9 de agosto de 2018

SALMO PARA ALEGRARSE



Es bueno darte gracias, Señor, de corazón,
y cantarte con gozo cada día.
Es bueno proclamar por la mañana tu lealtad
y por la noche decirte de verdad que me has querido. 
Es bueno decir que tus acciones, Señor,
son mi alegría y mi esperanza.
Es bueno decirte que las obras le tus manos
son júbilo y fiesta para mí.

Te doy gracias y me alegro por el don maravilloso de la vida. 
Te doy gracias y me alegro por el don entrañable del bautismo.
Te doy gracias y me alegro por el don precioso de tu Espíritu.
 Te doy gracias y me alegro por el don precioso de tu Palabra.
Te doy gracias y me alegro por el don único de tu Pan de vida.

Qué grandes son tus obras, Señor.
Qué profundos son tus designios.
Qué grandes son tus proyectos para nosotros. 
Qué profundos son tus deseos para el que te busca. 
Es bello, Señor, vivir siendo tú el centro de mi vida. 
Es bello, Señor, saber que tú eres el Señor de mi vida. 
Muchos no te conocen, Señor, y me da pena
que pongan su vida en cosas que se acaban. 
Muchos no saben que tú eres Padre
y que nos quieres a todos con ternura.

Tú eres grande para siempre.
Tu amor me inunda v me hace feliz. 
El hombre honrado florecerá como palmera,
se abrirá como un trigal fecundo,
siempre tendrá el fruto a mano y su vida ante ti, Señor, será preciosa.
Es bueno darte gracias, Señor, y cantarte de gozo cada día.
Es bueno abrir el corazón de par en par
y dejar que tu luz inunde de tu paz toda la vida.

lunes, 6 de agosto de 2018

SALMO DE CERCANÍA



 Tú estás presente en mi vida, Señor,
y mi corazón se goza
al saber que eres Padre.
Tú eres mi refugio y mi alcázar.
Dios mío, en ti confío.

Tú me libras en el día de la prueba.
Con tu bondad me proteges,
bajo tus alas me refugio.
Tu fuerza es mi escudo y armadura.

No temo las tinieblas de la noche,
ni el calor duro del mediodía.
Porque contigo sé
que mis enemigos caerán por tierra
y la victoria será segura.

Yo he hecho de ti mi refugio,
te he tomado, Señor, por defensa.
La desgracia, contigo, no entrará en mi casa,
porque tú me guardas en todos mis caminos.

Tú me cubrirás con la palma de tu mano,
y no dejarás que mi pie tropiece.
Caminaré sin cansarme hacia la meta
con la seguridad de que tú serás mi recompensa.

Porque sé que me quieres, me librarás.
Porque sé que me tratas personalmente,
me protegerás.
A ti te puedo invocar
porque sé que siempre me escuchas.

Tú estás siempre conmigo
aunque mi corazón se olvide de que me amas.
Tú estás siempre conmigo
aunque mi corazón te falle y comience de nuevo.
Tú estás siempre conmigo
aunque mi corazón se canse de seguir tus pasos.
Tú estás siempre conmigo
aunque mi corazón a veces no lo sienta.

Señor, mi vida te pertenece,
la he puesto en tus manos.
Que mi corazón no tema
aunque el camino se haga duro.
Tú estás conmigo y mi vida es cosa tuya.

sábado, 4 de agosto de 2018

Salmo de un corazón feliz


¡Aleluya, Señor! Guárdame pues tú eres mi refugio.
¡Aleluya, Señor!
Acógeme pues tú eres mi casa y mi tienda.
¡Aleluya, Señor!
Protégeme, pues tú eres mi escudo en la pelea.
Yo digo de todo corazón: Tú eres mi Señor,
el Dios de mi vida.
Tú eres mi bien y fuera de ti no hay nada.
Tú eres el goce y la alegría de mi corazón para siempre.
Tú eres grande, magnífico, capaz de llenar mi existencia.
Me uno a los que creen en Ti y te digo: Te adoro, Señor.
Me uno a los que esperan en Ti y te digo:
Espero en Ti, Señor.
Me uno a los que aman de corazón y te digo:
Te amo, Señor.
¡Aleluya, amén, aleluya!
Dichoso el hombre que cuenta contigo.
Tú eres, Señor, el Todo de mi existencia,
la plenitud de mi vida.
Las cosas que busco, Señor, fuera de Ti,
son polvo y basura.
Los ídolos que desafían mi vida son marionetas sin libertad.
Los «dioses» que gritan felicidad a mi lado,
son paja al viento.
Mi vida es para ti, mi Bien y mi Todo: ¡Te pertenece!
Mis ilusiones y mis utopías están puestas en tus caminos.
Tú eres el Dios que salva,
porque tu nombre es Amor sin medida.
¡Aleluya, amén, aleluya!
Dichoso el hombre que cuenta contigo.
Eres la parte de mi herencia, eres el buen vino para mi copa;
con tu gracia y tu fidelidad, mi suerte aseguras cada día;
mi felicidad está pendiente de la palabra de tu boca,
y mis ojos buscan sin cansarse la sonrisa de tus labios.
Te bendigo, Señor, porque me quieres y me aconsejas.
Te alabo, Señor, porque llenas mi corazón de tus delicias.
De Ti lo espero todo y es preciosa para mí tu gracia.
¡Aleluya, amén, aleluya!
Dichoso el hombre que cuenta contigo.
Tú caminas a mi lado y guías el sendero de mi vida;
tú estás en medio de mi existencia
y me hablas al corazón con ternura.
Contigo me siento seguro y la marcha se hace ligera;
contigo no vacilo al dar mis pasos y me siento acompañado.
Mi corazón se me alegra y mis entrañas saltan de gozo:
me siento feliz como un gorrioncillo en el alero del tejado,
me siento feliz como una gaviota volando en libertad,
me siento feliz como una estrella colgada
del azul en la noche.
¡Aleluya, amén, aleluya!
Dichoso el hombre que cuenta contigo.
Mi corazón descansa, se siente junto a ti satisfecho;
tu Espíritu me conduce a la verdad plena y me siento libre;
tu amor, constante como una ola, da seguridad a mi vida;
y tu rostro, como sol de mediodía, inunda de luz mis pasos.
¡Aleluya, amén, aleluya!
Dichoso el hombre que cuenta contigo.
Enséñame, Señor, el camino de la vida
y dame el don del vivir;
tu rostro esté siempre presente a lo largo
de mis noches y mis días
y hazme gozar en lo interior de mi ser tu amor verdadero.
Eres mi delicia, eres mi esperanza;
eres mi tesoro, eres mi bien;
soy feliz contigo y salto de gozo
como un cervatillo en la montaña.
Alegra siempre mi corazón, oh Dios de la fiesta y la danza;
alegra mi corazón que busca en Ti su mirada.
¡Aleluya, amén, aleluya!
Dichoso el hombre que cuenta contigo.

viernes, 3 de agosto de 2018

Salmo de un corazón sincero


Levántate, Señor, en tu bondad y misericordia
y acércate al corazón de los hombres;
quita la venda de los ojos que no ven sino tinieblas,
y ablanda el corazón del hombre soberbio y violento.
Surge, Señor, como una llama viva, en medio de la tierra
y atrae hacia Ti a los hombres, hijos tuyos,
que viven sin conocerse.
Despierta ya, Dios mío, ponte en pie
y camina hacia nosotros,
Tú que eres Señor del hombre y de la Historia.
Despierta ya el corazón del hombre
golpeado por el pecado
y acógenos a todos como hermanos en tu gran tienda.
Oh Dios, Señor de todos los pueblos,
Señor de las naciones,
derriba las murallas, destruye los muros
y abre puertas y ventanas
para que el sol de tu amor y tu justicia unifique la tierra.
Oh Dios, danos un corazón justo, un corazón sincero
que busque el bien de todos
y no se esconda en el egoísmo.
Oh Dios, danos un corazón inocente y limpio,
capaz de olvidarse de sí y preocupado por los hermanos.
Que cese la maldad del hombre pervertido y desfigurado;
que no triunfen los planes del hombre
de corazón de piedra;
danos un corazón de carne, abierto a la amistad y a la ayuda,
Tú que conoces el interior del hombre
y llegas hasta sus entrañas.
Oh Dios, Tú que eres justo; Tú que eres santo,
danos un corazón sincero.
Haz camino hacia los hombres
que te buscan con limpio corazón y que se empeñan
en establecer en el mundo la paz de tu Reino;
sé Tú, Oh Dios, el escudo que nos cubra y nos proteja,
sé Tú el salvador y liberador de los corazones rectos.
Salva el corazón del hombre, de la tiniebla de la mentira;
Sálvalo de la dureza del viejo orgullo;
sálvalo de la apatía y la mediocridad..
Oh Dios, Dios nuestro, acoge nuestro corazón que tiembla
ante el poder del mal que ha hecho nido en el barro del mentiroso, y danos fuerza;
sé tú nuestro escudo, en la hora de la prueba,
y defiéndenos del Malo, del Diablo que dispersa y divide.
Señor, Tú conoces la fragilidad de nuestro ser
tocado por el pecado;
Tú conoces la fuerza de la tentación
cuando llama a nuestra puerta;
Tú conoces la debilidad de nuestras vidas
cuando sufren la crisis:
Ven, Dios nuestro, que a Ti nos acogemos; ven y sálvanos.
Libéranos y que nadie arrebate como un león nuestra vida.
Perdónanos cuando estamos lejos de tu verdad y tu gracia.
Danos un corazón abierto al perdón y la misericordia
y que nunca nos creamos mejores
que ninguno de nuestros hermanos.
No nos dejes, Señor, caer en la fosa,
bajar a lo hondo del abismo;
no permitas que nuestro pie sea atrapado
en los lazos de la muerte, y allana nuestro camino. Aliéntanos en la hora del cansancio.
Aquí estamos, Señor, unidos como un solo pueblo
que te ama; abiertos a los demás y nunca cerrados sobre nosotros mismos; pobres, humildes, como niños que necesitan la ayuda de tu mano materna que acompañe nuestros pasos.
Te damos gracias, Señor Dios,
Señor de la Historia y del hombre,
te damos gracias porque eres justo, eres bueno, eres santo.
Oh Dios, todopoderoso, único Señor de cuanto existe y vive,
a Ti elevamos, desde nuestro corazón sincero, nuestro canto.

miércoles, 1 de agosto de 2018

Salmo en situación límite


Ten paciencia conmigo, Señor,
y espera que de nuevo vuelva.
No hagas caso de mis palabras, que tantas veces fallaron.
Sopórtame, aguántame, sé compasivo conmigo, Señor,
que, a pesar de mis pecados, en el fondo,
es a Ti a quien más quiero.
Da tiempo a mi proceso, Señor,
que soy como un niño débil,
y aguarda a que de nuevo te deje de dar las espaldas.
Mírame, Señor, mírame, que estoy sin fuerzas y he caído como una hoja de otoño en el camino.
Mírame, Señor, que tengo el alma golpeada y rota
y no consigo levantar mis pobres alas en vuelo.
Sáname, Señor, Sáname,
que siento el corazón desmoronado
y mi casa se ha hecho un montón de escombros.
A Ti grito, a Ti clamo, por Ti lloro y en Ti espero
aunque los miedos y la inseguridad me tienen abrumado.
Señor, ¿Hasta cuándo seguiré así? ¿Dónde estás?
Acércate a mí, Señor, como buen samaritano
y venda mis heridas;
pon tu ternura y tu misericordia en mis pobres llagas;
llévame contigo, no me dejes tirado en el camino,
que de nuevo volverán los salteadores.
Da paz a mi corazón oprimido y angustiado;
devuelve la calma a mi alma sumida en profunda noche;
sálvame, por tu amor, que me siento perdido y solo;
sácame de esta situación que me llena de tristeza.
Señor, ¿Hasta cuándo seguiré así? ¿Dónde estás?
Estoy extenuado de gemir, de sollozar, de gritar mi pena
y cada noche mis lágrimas me hacen compañía.
Como una nube negra y pesada sobre mí
está el tedio y la apatía ,
que me dejan cansado y oprimido y sin ganas de vivir.
Me siento desfallecer y mi corazón está cansado.
La vida para mí, Señor, no tiene sentido
y me encuentro contra el muro.
Mis pies están inseguros sobre la arena de mi desierto
y mis manos han tocado el techo de mi vida.
¿Dónde estoy?
Señor, ¿Hasta cuándo seguiré así? ¿Dónde estás?
No tengo razones para vivir
y la vida es para mí un punto negro.
Cuando respiro, mi aliento no llega al fondo y me ahogo
en medio de mis miedos y fracasos escondidos.
Estoy como estuviste Tú, Señor, en la noche del huerto,
cuando tu corazón se moría de tristeza.
Estoy tenso, estoy en conflicto, no hay luz en esta noche
y se han escondido, una a una, todas las estrellas.
Señor, ¿Hasta cuándo seguiré así? ¿Dónde estás?
Enséñame, Señor, hombre de dolores, a orar mi sufrimiento.
Enséñame a gritarle al Padre mi problema y mi pecado.
Enséñame a que busque la voluntad de Dios en esta cruz
y que espere, como tú esperaste,
confiado en el amor del Padre.
Señor, yo sé que has oído mi súplica;
que has sentido mi dolor;
yo sé, Señor, que estás tan cercano a mí
que me impide verte.
Yo sé que has oído la voz de mis sollozos
y el dolor que no se grita;
yo sé que el aliento volverá a mi vida,
porque eres Dios de la vida;
yo sé que estás aquí y compartes mi cansancio
y mi problema;
confío en tu bondad y compasión en esta hora
y espero verme de nuevo en marcha por el camino.