viernes, 3 de agosto de 2018

Salmo de un corazón sincero


Levántate, Señor, en tu bondad y misericordia
y acércate al corazón de los hombres;
quita la venda de los ojos que no ven sino tinieblas,
y ablanda el corazón del hombre soberbio y violento.
Surge, Señor, como una llama viva, en medio de la tierra
y atrae hacia Ti a los hombres, hijos tuyos,
que viven sin conocerse.
Despierta ya, Dios mío, ponte en pie
y camina hacia nosotros,
Tú que eres Señor del hombre y de la Historia.
Despierta ya el corazón del hombre
golpeado por el pecado
y acógenos a todos como hermanos en tu gran tienda.
Oh Dios, Señor de todos los pueblos,
Señor de las naciones,
derriba las murallas, destruye los muros
y abre puertas y ventanas
para que el sol de tu amor y tu justicia unifique la tierra.
Oh Dios, danos un corazón justo, un corazón sincero
que busque el bien de todos
y no se esconda en el egoísmo.
Oh Dios, danos un corazón inocente y limpio,
capaz de olvidarse de sí y preocupado por los hermanos.
Que cese la maldad del hombre pervertido y desfigurado;
que no triunfen los planes del hombre
de corazón de piedra;
danos un corazón de carne, abierto a la amistad y a la ayuda,
Tú que conoces el interior del hombre
y llegas hasta sus entrañas.
Oh Dios, Tú que eres justo; Tú que eres santo,
danos un corazón sincero.
Haz camino hacia los hombres
que te buscan con limpio corazón y que se empeñan
en establecer en el mundo la paz de tu Reino;
sé Tú, Oh Dios, el escudo que nos cubra y nos proteja,
sé Tú el salvador y liberador de los corazones rectos.
Salva el corazón del hombre, de la tiniebla de la mentira;
Sálvalo de la dureza del viejo orgullo;
sálvalo de la apatía y la mediocridad..
Oh Dios, Dios nuestro, acoge nuestro corazón que tiembla
ante el poder del mal que ha hecho nido en el barro del mentiroso, y danos fuerza;
sé tú nuestro escudo, en la hora de la prueba,
y defiéndenos del Malo, del Diablo que dispersa y divide.
Señor, Tú conoces la fragilidad de nuestro ser
tocado por el pecado;
Tú conoces la fuerza de la tentación
cuando llama a nuestra puerta;
Tú conoces la debilidad de nuestras vidas
cuando sufren la crisis:
Ven, Dios nuestro, que a Ti nos acogemos; ven y sálvanos.
Libéranos y que nadie arrebate como un león nuestra vida.
Perdónanos cuando estamos lejos de tu verdad y tu gracia.
Danos un corazón abierto al perdón y la misericordia
y que nunca nos creamos mejores
que ninguno de nuestros hermanos.
No nos dejes, Señor, caer en la fosa,
bajar a lo hondo del abismo;
no permitas que nuestro pie sea atrapado
en los lazos de la muerte, y allana nuestro camino. Aliéntanos en la hora del cansancio.
Aquí estamos, Señor, unidos como un solo pueblo
que te ama; abiertos a los demás y nunca cerrados sobre nosotros mismos; pobres, humildes, como niños que necesitan la ayuda de tu mano materna que acompañe nuestros pasos.
Te damos gracias, Señor Dios,
Señor de la Historia y del hombre,
te damos gracias porque eres justo, eres bueno, eres santo.
Oh Dios, todopoderoso, único Señor de cuanto existe y vive,
a Ti elevamos, desde nuestro corazón sincero, nuestro canto.

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