En el momento de la muerte de Jesús, la figura de la Virgen, queda oscura y apagada por la tristeza que envuelve el ambiente.
María vivió momentos duros, de tristeza, de soledad, en los que se agarró a su “Hágase...”, ya lejano, pero renovado día a día por su fidelidad.
Su corazón estaba roto, como el de cualquier madre a quien le arrebatan a su hijo, pero rebosaba esperanza y una esperanza cargada de alegría: Jesús resucitará.
María es ejemplo de verdadera alegría. Alegría que se manifiesta hasta en los momentos más difíciles y que va más allá de la risa y la carcajada.
Ella a lo largo de su vida, proclamará la grandeza de su vida, inventará su himno de la alegría. Alegría porque Jesús resucitó; porque nosotros hemos vuelto a hacer; porque somos sus hijos y hermanos de Jesús.
Oración
María:
en los momentos tristes de nuestra vida,
venga a nosotros el recuerdo
de tus sufrimientos junto a Jesús.
Haznos comprender
que no podemos llegar a la verdadera alegría,
sin estar pulidos por el sufrimiento.
Que tengamos siempre alegría,
que caminemos buscando la verdadera felicidad;
que los momentos difíciles
no enturbien nuestro caminar
sino que nos llenen de esperanza
para que nuestra vida sea un continuo “aleluya”
aún en medio de las penas.
Madre, llena nuestra vida de alegría.
1 comentario:
La Alegría
La alegría en la vida es un sentimiento profundo del ser que brota de la unión de varias condiciones: sentir confianza, satisfacción del deber cumplido, armonía con uno mismo, con Dios y con los hermanos. La figura de María, su significado y atención a nosotros, hacen posibles esas condiciones en gran medida.
La alegría permanente, el gozo íntimo, es una actitud propia del cristiano, que vive la seguridad de sentirse amado de Dios, en el buen camino y en la verdad.
María, por ser nuestra Madre, es una poderosa razón para producirnos verdadera alegría y es ejemplo y causa de alegría para todos.
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