Una de las dimensiones más admirables de María es sin duda su fe, creyendo sin dudar en Dios.
Esta fe le va a traer grandes y duras consecuencias: será la Madre del Redentor, nuestra Madre, la exigencia de Dios estará a su puerta continuamente pidiendo algo más, conocerá el dolor de forma cruel...Pero ella sobre todo y a pesar de todo cree.
Somos peregrinos de la fe. Vamos buscando a Dios y sólo lo encontraremos si cerramos nuestros ojos y nos dejamos guiar por la mano de María: puerta de Dios, faro en el mar, llena de Dios, santa María...
Ella que no conoció la caída, nos ayuda a mantener nuestros pasos firmes para no caer de bruces en el barro.
María levanta su antorcha de la fe para alumbrar al pueblo caminante, peregrino y vacilante. Ella da seguridad a sus pasos.
Oración
María:
Hemos contemplado tu figura
repleta de fe y seguridad en Dios.
Ante nuestros ojos
se levanta un mundo inseguro
y lleno de vacilaciones.
Y la duda nos envuelve,
y no sabemos cómo actuar.
Por eso venimos a ti,
para que nos des la seguridad,
para que llenes nuestra vida de fe,
de fe en las cosas que merezcan la pena,
dejando en la cuneta
los valores pasajeros y faltos de autenticidad.
Que la fe que recibimos en el bautismo,
brille en nuestra vida.
María modelo de fe en Dios,
guíanos por el verdadero camino hacia Él.
Madre, ayúdanos a creer.
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