Señor, quiero bajar al fondo de mi ser,
donde Tú habitas,
tomar de tu Espíritu el agua viva,
y saciar la sed de la jornada.
Que el espíritu esté presto a tu llamada,
en los tiempos y momentos cada día,
decir "sí", en el quehacer que la vida
"obliga",
generosidad y alegría, desde el encuentro.
Decir "sí", con el corazón y la mirada,
al hermano, que hace tiempo, no sabe su camino,
él sólo entiende de cariño y de cercanía,
hazme presto a dar, lo que él "sólo" espera.
Señor, pon tu Espíritu en mi vida,
ayúdame a vivirlo plenamente,
déjame bajar a mi morada,
donde Tú, habitas y me esperas.
Yo iré al rayar el alba y Tú...
¡Te esperé al terminar el día!
De una Carmelita Misionera de hoy
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