Llegan las lluvias y los torrentes,
soplan la tempestad y los vientos.
Pero tu casa inquebrantable
permanece firme sobre la roca.
Tú oyes la brisa ligera,
Dios habla en lo profundo del valle.
Tú has construido tu vida
como buen albañil;
hay que tallar la roca,
edificar la casa.
Jesús y María hacen los cimientos.
Tu confianza y fe son tu sola pasión.
Así has construido la casa de tus hermanos;
La Valla sobre los montes,
islote de nuestra tierra;
en el valle del Hermitage,
junto al riachuelo,
tus discípulos se convierten
en constructores sin fronteras.
Tú has construido, sobre todo,
hogares de luz
para los niños de los pobres,
habitantes de chozas.
Enseñaste a amar a Jesús
y a María, nuestra Madre,
anunciaste el evangelio
para gloria del Padre.
A lo largo de tu vida reconstruyes la Iglesia,
profeta y siervo de la tierra prometida.
A Jesús por María, esa es tu divisa
para trazar los caminos
del reino que ya llega.
Hoy tú estás para abrirnos el mundo;
Dios junto a los hombres
en una obra fecunda.
Contigo, si quieres,
haremos la ronda
para tomar de la mano
a todos los niños de la tierra.
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