Alegre, para que los que viven junto a mí sean más felices
Prudente, para que mis palabras no causen heridas
Orante, para escuchar la voz del Señor
Sencillo, para no dejarme engañar por el escaparate de la sociedad
Valiente, para no acobardarme ante las dificultades
Con las manos abiertas, para dar aquello que otros necesiten
Afable, para tratar a los demás con respeto y cariño
Limpio, para no juzgar por las apariencias
Con esperanza, para huir del pesimismo
Oyente, para conducirme por la Palabra de Dios
Te ofrezco, María, mi DEBILIDAD
Que Tú la transformes en algo agradable a Dios.
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