La Misericordia del Señor dura siempre
Bendecimos a Dios, que
es nuestro Padre, revestido de benevolencia.
Nos crea y nos recrea en cada
instante, nos
envuelve en su mirada cariñosa.
El ser humano
es como flor del campo,
pero
Dios lo colma de gracia
y de ternura; está de
paso
por la tierra,
pero Dios lo colma de gracia
y de ternura..
Por eso no tememos el paso de los años, ni
nos preocupa el cansancio,
la
vejez, ni el deterioro, porque
Él
renueva nuestra juventud y nos da alas
de águila.
No tememos
tampoco la muerte, porque
Él
nos rescatará de la fosa,
nos
librará
de la nada, no caeremos en el
vacío, caeremos
en sus manos.Ni siquiera nos angustian nuestros fallos y pecados,
porque Él perdona nuestras culpas
y cura todas nuestras dolencias. En verdad que somos de barro,
pero el Padre conoce nuestra masa
y siente ternura por sus hijos.
Por eso bendecimos al Señor y le damos
gracias,
porque es compasivo y misericordioso. Pasan los años, siglos y milenios,
pero su misericordia no pasa ni se
agota, se renueva y desborda
con
el tiempo
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