viernes, 17 de agosto de 2012


Lo Grande y lo Pequeño

Cuando contemplo la esfera cósmica,
la turbulencia de las aguas, lo imponente de una tormenta, me siento pequeña y bil y lo atino a decir titubeante:
¡Qué grande es Dios!

Mas luego quedo en silencio y me pregunto:
¿Qué es lo grande y qué es lo pequeño?
¿Acaso la grandeza de Dios es dada
por la inmensidad de las montañas o la hondura de los mares?
¿Por qué han de ser las grandiosas catedrales de piedra la mejor expresión de su alabanza
y no la balbuciente boca de los niños de pecho?
¡Qué grande es Dios en lo pequeño!

¿Y el ser humano? ¿Cuál es su grandeza? Domina a las bestias salvajes y se alimenta de ellas, riega los desiertos y recoge sus frutos,
surca los espacios y pone su pie en la luna. ¡Qué pequeño es!

No, no es allí su grandeza.
Yo pregunto por el ser humano, él mismo,
sin desierto, sin luna, sin bestias ...¿Cuál es su grandeza?

Tiene espacio interior capaz de ser llenado.
Sin interioridad su grandeza es pequeña; no es nada.
¡Qué grande es! Porque es pequeño.
Cuanto más humilde, más digno.
Cuanto más pobre, más rico, cuanto más nada, más plenitud.

¡Nosotr@s, amig@s tuy@s, gritamos de júbilo, oh Dios! Con un corazón limpio y sincero queremos alabarte.
Para ti, Señor nuestro, este cántico de acción de gracias. Juntas nuestras voces te decimos que eres grande y maravilloso, junt@sproclamamos tu bondad;
lo mejor de nuestro corazón es para ti.

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