María, la mujer
María, eres
la mujer creyente,
que acoges,
encarnas
y guardas la palabra.
Mujer joven que entras
en el plan de Dios,
libre y gozosa;
que encarnas
el ideal de
la mujer
por ser
la primera de la
Nueva Humanidad; que has vivido la
maternidad como servicio y gestaste el hombre
y la mujer nuevos para la liberación;
te llamamos
a ti, Madre,
para que hables por todas
nosotras.
Madre nuestra,
María,
eres
tarea, profecía, sacramento para
todas las hermanas peregrinas.
Muéstranos que la
hondura de tu vocación es el
servicio al misterio del amor,
recibido y ofrecido en el sacramento de la fecundidad.
En ti,
María, el amar es ser reflejo del amor
divino,
que a ser amor
a todos convocó.
Gracias,
mujer
María, por
tu corazón sencillo,
hogar primero para
la unidad
de los hijos e
hijas y ámbito privilegiado
para la relación y la comunión.
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