Cuando
entramos en una habitación oscura tenemos miedo de tropezarnos o caer, o
incluso de encontrarnos con algún “bichito” desagradable. Para los cristianos,
la vida sin Jesús es como esa habitación oscura. En cambio, Jesús es para
nosotros esa luz que lo ilumina todo, desaparece la oscuridad y el miedo. Y
nosotros, como cristianos, tenemos que ser luz para los demás. Ya nos lo dijo
Jesús: “Vosotros sois la luz del mundo”.
La
manera que tenemos nosotros de dar luz es trabajar para que el mundo sea mejor,
para que todos vivamos como hermanos, que nadie haga daño a nadie. En esta
misión, María nos acompaña
Rezamos
a María:
Madre, quiero hacer todo lo posible por ser
luz. Dame un corazón bueno como el tuyo y como el de Jesús. Quiero ayudar a que
el mundo sea un poquito mejor, y lo puedo hacer si Tú me acompañas y me enseñas
a querer a todos los que me rodean.
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