En el Evangelio hay un trozo que para los
cristianos es precioso. La verdad es que toda la vida de Jesús es un tesoro
para los cristianos, pero este también es especial. Os lo voy a contar:
“Jesús
estaba en la cruz. Al lado de la cruz de Jesús estaban su madre junto con otras
mujeres y un discípulo al que Jesús quería mucho. Jesús miró a su madre y le
dijo: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Luego miró al discípulo y le dijo: “Ahí
tienes a tu madre”. Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa” (Jn
19,25-27).
Esto que os he contado es el día en que
Jesús nos hace un regalo muy grande: nos regala a su Madre. Desde ese día, la
Virgen es la madre de los amigos de Jesús. A Ella le gusta mucho que la
llamemos “Madre”, así que hoy le regalamos una flor con esta palabra: “Madre”.
Rezamos a la Virgen:
Madre, gracias por cuidar de mí. Te pido que
me enseñes a ser cada día más amigo de Jesús, enséñame a rezarle. Quiero vivir
como Él ayudando a los demás, con cariño hacia los que me rodean. Tú que me
quieres tanto, acompáñame.
No hay comentarios:
Publicar un comentario