Bendito seas, Señor, por todas las maravillas que has creado
que nos hablan de tu inmensa ternura,
de tu gran cariño hacia todos los hombres y mujeres de la tierra.
Bendito seas, Señor, por la gente buena que te hace presente,
por la risa de los niños y la gente feliz
y por el canto de los pájaros en cada mañana.
Bendito seas por los abogados honrados que tratan de no
dejarse comprar;
por los que saben perder sin remordimiento
y por los que cantan a la paz y la justicia.
Bendito seas por los que cuidan con amor al moribundo,
por los que están junto a los pobres y los defienden
y por los que saben darse enteramente.
Bendito seas por los que ríen y hacen reír;
por los que contagian simpatía y ganas de vivir
y por los que tratan de superar la amargura.
Bendito seas por las personas que piensan
y nos ayudan a pensar;
por los que no calculan en su entrega a los demás
y por los que comparten hasta lo que necesitan.
Bendito seas por los que creen en un mundo Nuevo y justo;
por los que sueñan y no se avergüenzan de ello
y por los que aman a los demás y lo manifiestan.
Bendito seas por los que creen que la violencia no es camino;
por los que aman la paz a fuerza de tratar de construirla
y por los que han sufrido y sufren tratando de no odiar.
Bendito seas por habernos dado señales de tu amor;
por acompañarnos siempre en todo
y porque podemos contar contigo en cualquier necesidad.
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