lunes, 23 de enero de 2012

Caminante, Señor ¡Ser caminante!

Empiezo a caminar de nuevo, Señor de los espacios,
hasta lo más profundo del Misterio.
Me atrae, irresistible, la luz de tu horizonte;
tu voz me mana dentro, y ...
se hace fuerza impulsora de mis sueños.
Caminante, Señor... ¡Ser caminante!...
ahondando la hondonada
donde habite el silencio.
Caminante, Señor... ¡Ser caminante!...
con equipaje austero, con voluntad y empeño.

Puebla, Señor, mi alma de caminos
y cálzame los pies con tu llamada;
tensa en amor el arco de mis pasos
y lánzame al país de tus Secretos.
Llena de entrega el cuenco de tus manos
y amásala en la vieira de mi espera.
Pon en mis dedos el bastón de marcha:
fiel amigo en mis horas de cansancio...
Cruz, aupando mi débil resistencia
tras la dura verdad de la calzada.


Acabo de beber el agua fresca, aquí en la tarde,
y ya mi cantimplora se estremece con sed ardiente...
Con ausencias nuevas... Llénala de tu paz y tu presencia,
¡que yo pueda saciarme, oh Dios, con ellas!
Ponme el manto, y reviste mi silueta
con la audacia que brota del desierto.
Abre mi ser, Señor, a la sorpresa
que se esconde en la aurora de mi senda
y en la llama del último destello.


Hazme, Señor, sentirme compañero
en ruta hacia la fe y la confidencia.
Hazme, Señor, sentirme compañero,
hermano de las aves y los vientos,
del río, de la roda y las estrellas,
de los chopos y el tiempo.
 Hazme, Señor, vivir en compañía:
compartiendo palabras, pan y suelo,
comprendiendo la historia de las gentes
y sintiendo el latido de los pueblos.


Caminante, Señor... ¡Ser caminante!...
Intentando caminos tierra adentro.
Caminante, Señor... ¡Ser caminante!...
abriéndome a las sorpresas
de tus sendas, siempre nuevas.

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