jueves, 9 de febrero de 2012

Escúchanos, Señor


Escúchame, Señor. Escúchanos.
Nuestra oración es el grito de los pobres desamparados,
de los refugiados sin refugio,
de los que han caído en las trampas de la violencia,
en la espiral de las venganzas,
en las fosas angustiosas de la muerte.


Nuestra oración está tejida con el clamor de las lágrimas
de quienes viven desamparados, con la sangre derramada,
con el miedo y la tristeza de los niños,
con el dolor y la angustia de las madres,
con la impotencia de todos.

Te llamamos en el día del peligro,
cuando la muerte cabalga temerosa,
insaciable y no hay nada que frene su marcha victoriosa.
Llegue hasta ti nuestro clamor, porque Tú,
Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan.


Velas por tus hijos indefensos,
te conmueves por su muerte,
lloras con nosotras
por cada ser humanos que padece.
Pedimos el milagro de la solidaridad,
que sepamos vernos todos como hermanos y hermanas,
que sepamos comprendernos y querernos.
Pedimos que cambie la mente de los violentos.
Pedimos que nos cambies el corazón,
que sea compasivo y misericordioso, como el tuyo.

Y pedimos perdón, porque somos
de algún modo responsables de tanto sufrimiento
por nuestra dejación e indiferencia, por todos nuestros egoísmos.
Te lo pedimos a ti, Señor,
rico en misericordia con aquellos que te invocan.



No hay comentarios: