A la flor margarita se le conoce como oráculo de los enamorados. A María le sobraron todos pétalos menos uno. Solamente quiso deshojar aquel con el que, en la gruta de Nazaret, dijo “SI” desde el principio y para siempre.
Un día más, Dios, nos entrega una margarita para que plantándola a los pies de la buena Madre reflexionemos si de verdad nuestra Fe es un “sí” sin condiciones o si es un “sí” con muchas reservas (un “no” disfrazado). Que ofrezcamos a María nuestro firme convencimiento de que un “SI” a Dios a pesar de los muchos riesgos mueve ríos de felicidad, de paz y de realización personal.
Pidamos por María: NO SER VELETAS EN NUESTRAS DECISIONES
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