viernes, 30 de mayo de 2008

Flor: Tulipán


Asegura el viejo pensador: “Mira dentro de ti. Allá está la fuente del bien, que nunca se agotará con tal de que vayas excavando tu interior en cada instante”.
La Pascua nos invita a descubrir esa alegría de nuestra fe cristiana que, a veces, tanto disimulamos y tanto nos cuesta manifestar.
Entregar una flor “tulipán” a María es descubrir la belleza y el colorido que nos aporta el mensaje de Cristo cuando se vive y se cuida con intensidad y con interés.
El “tulipán” florece a los cien días de ser sembrado y, después, va apagándose para en el próximo año y con el mismo bulbo volver a nacer.
María nos recuerda que la Palabra de Jesús se cumple. Vivamos con alegría y cerremos los ojos a este mundo con la misma alegría de saber que volveremos a encontrarnos por aquel que triunfó sobre la muerte: CRISTO.
Es cuestión de buscar, en lo más hondo de nosotros mismos, el susurro y el aliento del Espíritu Santo que nos dice que somos semilla de eterna vida.

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