jueves, 31 de marzo de 2011

Si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros

Salmo de serenidad

Señor, sabemos que tú

has sido siempre para nosotros

un Dios fuerte y verdadero.

Los ídolos de este mundo

no pueden competir contigo.


Tú llenas nuestro corazón

y haces de nosotros

un pueblo vivo en la alegría,

testigos de tu amor eterno.


Gracias, Señor de la serenidad,

por alentar nuestros pies cansados,

por animarnos en la lucha.

Tú, Señor, amigo entrañable,

ayuda y protege a los pobres,

libera a todos los que se sienten

explotados y oprimidos.

No permitas que nos alejemos de ti.


Encamina nuestros corazones

hacia la vida verdadera,

hacia el amor sencillo.

Señor de la serenidad,

ayúdanos a encontrarte

en todos los baches del camino,

en todas las encrucijadas de la historia. Amén.

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