martes, 22 de marzo de 2011

El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.

Salmo de humildad

Acudimos a ti,
Señor de los humildes,
porque tú nos lo has dicho:
El que es humilde
será enaltecido
y el que se engríe
será humillado.


Estamos convencidos
de tu amor por los pequeños,
de tu entrega a los pobres,
de tu predilección por los humildes.

¡Qué fácil es alardear y aparentar!
¡Qué difícil es ser coherente!

Te pedimos, Señor,
que nos ayudes a ser humildes
y sencillos de corazón;
a sembrar los caminos de la vida
de esperanza cierta.

Ayúdanos, Señor Jesús,
a esparcir por la tierra
el aroma de humildad
de los sencillos de corazón.
No nos dejes solos,
acompaña nuestros pies cansados,
pues solos no podemos. Amén.

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