sábado, 2 de abril de 2011

Dos hombres subieron al templo a orar. El publicano bajó justificado, pero el fariseo no.


Salmo de un pecador



Delante de ti,

Señor de la vida,

bajo el peso de mis pecados

me acerco a ti,

porque sé que eres rico en misericordia.


Ya sé que no soy bueno,

que muchas veces

me alejo de ti

y falsifico el amor.

Sé, Señor, y me pesa

la multitud de veces

que recorro caminos fáciles

y no elijo la senda estrecha.


Por eso te grito en mi noche,

para sentir tu protección y ayuda

cuando mi vida está en peligro.

Te llamo como Padre,

te invoco como amigo,

pues realmente

soy un pobre pecador.


Confío en ti, Señor,

a pesar de mis fracasos,

Sé que tú estás cerca,

y no me abandonas jamás.

Aunque soy un pecador,

mi confianza en ti aumenta. Amén.

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