lunes, 18 de abril de 2011

María ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera.

Salmo con perfume

Gracias, Señor,
por todo y por siempre,
porque verdaderamente
tú eres la historia
más apasionante.
En ti todo es claro,
como una mañana primaveral.

Un día
se acercaron a ti
lisiados y prostitutas,
hombres y mujeres,
pobres y ricos.
A todos los acogiste,
como a aquella mujer
que ungió tus pies.
Ningún detalle de amor
escapa a tu mirada.

Eres tan increíble
que jamás te podré comparar.
Tú no te olvidas
de nada de lo que hacemos por ti,
aunque sea un gesto sencillo
o de pobreza,
todo te conmueve el corazón,
como aquel día en Betania. Amén.

No hay comentarios: