Salmo de gozo
Alabemos todos los pueblos de la tierra
al Señor resucitado.
La fiesta de la vida,
el gozo de vivir.
Con él, las armas serán destruidas,
se acabarán las guerras.
Él es la paz,
la verdadera, la auténtica.
Alabemos al resucitado
vivo en todas nuestras muertes,
presente entre los hombres
por las calles de la ciudad,
en las aldeas más pobres.
Él está aquí
tejiendo primaveras
después del duro invierno.
Alabemos al Resucitado,
buscador incansable
de ovejas perdidas.
Amigo de todos,
que vive, y su vida
quiere que sea la nuestra
para que no acabe la fiesta. Amén.
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