Salmo al partir el pan.
Caminábamos hacia Emaús
con la decepción más intensa,
con los ojos cansados
y los pies sin apenas fuerza.
Caminábamos sin rumbo
con una fe muerta,
con las manos gastadas
y el corazón en tristeza.
Y de pronto llegaste tú,
eras tú en fiesta.
Te acercaste a nosotros
y nos diste una respuesta.
Somos pobres y ciegos
y el camino se hace cuesta.
Queremos que nos ayude a vivir en ti.
Cuando caía la tarde
te dijimos que te quedases
y el día se hizo luz
una tarde de primavera.
Al partir el pan
descubrimos en tu gesto
que tú vives siempre
y sales a nuestro encuentro. Amén.
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