Salmo al cordero
Alabad a Jesús,
el cordero manso y humilde,
llevado al matadero
sin abrir boca,
sin protestar.
Su amor fue fiel,
y llegó hasta darlo todo por amor.
No había en él
la hermosura
del mundo,
su presencia
parecía despreciable.
Él era el rostro de todos,
del que sufre,
de los que lloran.
Fue varón de dolores,
conocedor de padeceres.
Él cargó con nuestros pecados,
los llevó sobre sí,
se abrazó a la cruz sin brillo
para amar siempre
a todos sus hermanos
dados a luz
en el “pacto” de la cruz. Amén.
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