sábado, 31 de mayo de 2014

“Haced discípulos a Todos… pues Todos caben en la Iglesia“

Conclusión del santo evangelio según san Mateo (28,16-20):
 
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo: «Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.»
 
Palabra del Señor
 
 
Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
San Mateo (28,16-20)
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NO CERRAR EL HORIZONTE

Ocupados solo en el logro inmediato de un mayor bienestar y atraídos por pequeñas aspiraciones y esperanzas, corremos el riesgo de empobrecer el horizonte de nuestra existencia perdiendo el anhelo de eternidad. ¿Es un progreso? ¿Es un error?

Hay dos hechos que no es difícil comprobar en este nuevo milenio en el que vivimos desde hace unos años. Por una parte, está creciendo en la sociedad humana la expectativa y el deseo de un mundo mejor. No nos contentamos con cualquier cosa: necesitamos progresar hacia un mundo más digno, más humano y dichoso.

Por otra parte, está creciendo el desencanto, el escepticismo y la incertidumbre ante el futuro. Hay tanto sufrimiento absurdo en la vida de las personas y de los pueblos, tantos conflictos envenenados, tales abusos contra el Planeta, que no es fácil mantener la fe en el ser humano.

Sin embargo, el desarrollo de la ciencia y la tecnología está logrando resolver muchos males y sufrimientos. En el futuro se lograrán, sin duda, éxitos todavía más espectaculares. Aún no somos capaces de intuir la capacidad que se encierra en el ser humano para desarrollar un bienestar físico, psíquico y social.

Pero no sería honesto olvidar que este desarrollo prodigioso nos va “salvando” solo de algunos males y de manera limitada. Ahora precisamente que disfrutamos cada vez más del progreso humano, empezamos a percibir mejor que el ser humano no puede darse a sí mismo todo lo que anhela y busca.

¿Quién nos salvará del envejecimiento, de la muerte inevitable o del poder extraño del mal? No nos ha de sorprender que muchos comiencen a sentir la necesidad de algo que no es ni técnica ni ciencia ni doctrina ideológica. El ser humano se resiste a vivir encerrado para siempre en esta condición caduca y mortal.

Sin embargo, no pocos cristianos viven hoy mirando exclusivamente a la tierra, Al parecer, no nos atrevemos a levantar la mirada más allá de lo inmediato de cada día. En esta fiesta cristiana de la Ascensión del Señor quiero recordar unas palabras del aquél gran científico y místico que fue Theilhard de Chardin: “Cristianos, a solo veinte siglos de la Ascensión, ¿qué habéis hecho de la esperanza cristiana?”.

En medio de interrogantes e incertidumbres, los seguidores de Jesús seguimos caminando por la vida, trabajados por una confianza y una convicción. Cuando parece que la vida se cierra o se extingue, Dios permanece. El misterio último de la realidad es un misterio de Bondad y de Amor. Dios es una Puerta abierta a la vida que nadie puede cerrar.

Pensamiento día a día



MARIA, OBRA DE DIOS


 

“¡Señor, dueño nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra!

 
El  salmista  canta  agradecido  y  alaba  con  alegría  eNombre del Señor.

 
María es la gran obra salida de las manos de Dios. Ella misma, desde lo íntimo se su corazón lo proclama: el Poderoso ha hecho tanto por mí”, no para un engreimiento de autocomplacencia, sino viendo en ello la misericordia divina que “llega a sus fieles de generación en generación.

 
Expresión del amor y benevolencia de Dios, María es “la llena  de  gracia.  Correspondiendo a  ese  amor  es  “dichosa porque ha creído”, se ha fiado de Dios. Tierra buena que acoge los dones divinos que hace fecundar y dar fruto conservando el recuerdo de todo esto, meditándolo en su corazón”. No se encierra en mismo en una contemplación narcisista. Ese don le impulsa a los demás y se pone en camino y fue a toda prisa a un pueblo de Judea.

Vive con el corazón abierto dejando llegue el ruido de fuera que hablan de las necesidades de los demás: No les queda vino”. La hemos contemplado junto a la cruz compartiendo el dolor de su Hijo. Sabe estar presente en el grupo de los  seguidores de Jesús porque la  fe  no  es  una aventura en solitario sino vivencia compartida y alentada por los hermanos: “Se dedicaban a la oración en común, junto con algunas mujeres, además de María, la madre de Jesús.

 Madre, que al contemplar tu grandeza alabemos a Dios. Cantando tus maravillas, la verdadera alegría inunde nuestro corazón. Sintiéndote junto a nosotros crezca nuestra confianza en ese Dios que quiere llenarnos de su amor.

viernes, 30 de mayo de 2014

María, contemplativa


 
"María por su parte, conservaba el recuerdo de todo esto, meditándolo en su interior."

 
Por dos veces nos dice san Lucas que guardabas en tu corazón lo que contemplabas a tu alrededor. Luego dirá Jesús que es del corazón de donde sale lo bueno y lo malo de los hombres.

Hoy queremos pedir un buen corazón, y que sea nuestra mayor ilusión llegar a conseguirlo.

 Un corazón noble y magnánimo, desprendido de sus intereses y que se olvida con gusto en una entrega alegre.

 Un corazón paciente, capaz de aguantar mucho y de sufrir sin quejarse.

 Un corazón acogedor, lleno de simpatía para los gozos y los sufrimientos de los otros.

 Un corazón amable y delicado, preocupado por satisfacer los deseos del pjimo y por sembrar el gozo en torno suyo con mil detalles.

 Un corazón fiel, que persevera en su amor a través de todas las luchas.

 Un corazón amplio y fuerte, animado de aspiraciones generosas y resuelto a seguir sus exigencias.

 Un corazón modesto y silencioso, que actuando con todo fervor y entusiasmo, se deleita en pasar desapercibido.

 Un corazón, en fin, lleno de amor que nos viene de sentirnos queridos y amados de Dios, y por tus delicadezas maternales.

Pensamiento día a día



jueves, 29 de mayo de 2014

Pensamiento día a día



María, a la espera del Espíritu


 
"Cuando venga El, el Espíritu de la verdad, os irá guiando en la verdad toda"

 
María estaba allí, con los discípulos de Jesús, cuando les inundó el Espíritu en el primer Pentecostés.

 Una misma fe, una misma oración, una misma acción de gracias nos une esta tarde en la que, unidos a toda la Iglesia, suplicamos una y otra vez: ¡Ven Espíritu Santo, ven!

Por eso hoy nuestra plegaria no es a María, sino coMaría. Unidos a Ella, como los apóstoles, oramos:

 
Ven, Espíritu Santo, soplo que acaricia y vivifica. Ven, Espíritu Santo, viento que arrastra y empuja.

Ven, Espíritu Santo, manantial inagotable que satisface  plenamente.

Ven, Espíritu Santo, vino bueno que alegra y enamora. Ven, Espíritu Santo, aceite que cura y fortalece, fuego que purifica y enardece.

Ven, Espíritu Santo, energía victoriosa que triunfa sobre la desunión y el egoísmo.

Ven, Espíritu Santo, ven. Llena nuestros corazones. Ven y quédate con nosotros para que tu luz, tu calor, tu fuerza y tamor cambie nuestra vida.

Ven, a toda la Iglesia. Ven a nuestra Comunidad Parroquial. Ven y que te dejemos actuar con la fuerza de tu amor renovador que nos lleve a ser testigos de salvación. Con María, te pedimos: Ven.