viernes, 9 de mayo de 2014

María, abierta a la acción de Dios


 
"He aquí la esclava del Señor"

 María, tu Hijo puso a prueba tu corazón de Madre. A la llamada de Dios, que te quería incorporada plenamente a su plan salvador, respondiste con un incondicional. Así comenzaste en tu vida un camino de fe y de entrega fiada en la Palabra que se te reveló.
 
Entraste en el juego de Dios que te to para que fueras la aurora de la salvación, y el modelo de respuesta generosa.

        No te fue fácil ese camino. La fuerza del Espíritu te impulsaba y sostenía en la squeda, mientras en el silencio crecías inundada del gozo de las maravillas de Dios.

 Tu fe se hizo vida en tu existencia. Tu corazón, siempre abierto a la escucha, iba acogiendo la salvación. Tus ojos contemplaban en el pesebre el barro de los hombres, la pequeñez de una criatura indefensa donde se escondía la fuerza de Dios hecha luz y amor. Tus manos acariciaban al Hombre nuevo que venía a cambiar el ritmo de la historia.

Madre, enséñanos el camino del bien y del amor. Que nuestra fe se afiance cada vez más en la seguridad que Dios nos brinda al hacerse uno de nosotros. Una fe que renueve nuestra vida para ser fermento en un mundo roto y desesperanzado. Una fe que se haga alegría en medio de los que sufren. Una fe que sea capaz de estrechar manos de fraternidad. Una fe que nos enseñe, como a Ti, que la salvación está en Jesucristo, tu Hijo y nuestro Hermano. Amén.

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