"Se ha fijado en su humilde esclava".
El amor tiene multitud de expresiones. No se deja ganar
en
generosidad. Es luz de verdad. Es fuerza renovadora. Todo ello se deja traslucir en el canto que brota de tu corazón, María, al sentir todo el amor de Dios.
El brazo de Dios es poderoso
porque lo mueve el amor.
Para sentir
en
nuestra vida esta acción del Señor sólo hay una
actitud: la humildad.
Tú lo experimentaste, por eso ahora proclamas que los de corazón soberbio están incapacitados para sintonizar con los
proyectos de salvación.
La
humildad
es sencillez y
verdad; confianza y búsqueda; gratitud y generosidad. Por eso sólo el de corazón humilde es el que está dispuesto para el encuentro
y diálogo amoroso con el Señor.
Esta fue tu vida, María. Desde la humildad entendiste el amor.
Nos cuesta ser humildes. Creemos que lo sabemos todo y lo podemos todo.
Ayúdanos, Madre, a tener un corazón sencillo, humilde,
confiado y acogedor. Amén.
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