sábado, 3 de mayo de 2014

María, nos ayuda a invocar al Espíritu



"Ena, Señor, tu Espíritu que renueve la faz de la tierra".

Contigo  y  junto  a  Ti,  Madre,  como  lo  hicieran  los primeros discípulos de tu Hijo, queremos orar esta tarde de Mayo en la espera de Pentecostés.

¡Aquí estamos, Señor, Espíritu Santo! ¡Aquí estamos reunidos en tu presencia con María! Limitados por la malicia del pecado, pero confiados al reunirnos en tu nombre.

Ven y quédate con nosotros. Dígnate infundirte en lo más íntimo de nuestros corazones.

Tu Espíritu es vida, y en nosotros hay muchas zonas de muerte.  Tu  Espíritu  es  amor,  y  nos  domina  el  egoísmo. Tu Espíritu es fuego purificador, y necesitamos limpies todo lo malo que hay en nosotros. Tu Espíritu es agua refrescante, mientras vamos tras arroyos que no sacian nuestra sed.

Envía tu Espíritu, Señor, lo necesitamos como maestro que nos conduzca a la verdad; como amigo que nos acompañe en nuestro caminar; como amor que nos una en fraternidad.

Haznos saber lo que debemos realizar para que, con tu ayuda, nuestra vida sea testimonio y servicio a los demás.

Se nuestra luz, nuestra oración, nuestra vida más íntima, para que, llenos de tus dones, nuestra existencia esté siempre guiada, como la de María, por el de nuestra entrega para ser consecuentes con nuestra vocación cristiana. Amén.


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