"Envía, Señor, tu Espíritu que renueve la faz de la tierra".
Contigo y
junto a Ti,
Madre,
como lo hicieran
los
primeros discípulos de tu Hijo, queremos orar esta tarde de Mayo
en
la espera de Pentecostés.
¡Aquí estamos, Señor, Espíritu Santo! ¡Aquí estamos
reunidos en tu presencia con María! Limitados por la malicia del pecado, pero confiados al reunirnos en tu nombre.
Ven
y quédate con nosotros. Dígnate infundirte en lo más íntimo de nuestros corazones.
Tu
Espíritu es vida, y en nosotros
hay
muchas zonas de muerte. Tu Espíritu
es amor, y nos
domina
el egoísmo. Tu
Espíritu es fuego purificador, y necesitamos
limpies todo lo malo
que
hay en nosotros. Tu Espíritu es agua refrescante, mientras vamos
tras arroyos que no sacian nuestra sed.
Envía tu Espíritu, Señor, lo necesitamos
como maestro
que
nos conduzca a la verdad; como amigo que nos acompañe en nuestro caminar; como amor que nos una en fraternidad.
Haznos saber lo que debemos realizar
para que, con tu ayuda, nuestra vida sea testimonio y servicio a los demás.
Se
nuestra luz, nuestra oración, nuestra vida más íntima, para que, llenos de tus dones, nuestra existencia
esté siempre guiada,
como
la de María, por el sí de nuestra entrega para ser
consecuentes con nuestra vocación cristiana. Amén.
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