"Día tras día el Señor iba agregando
al grupo a los que se iban salvando".
El Nuevo Testamento no nos dice nada de lo que hizo la Virgen después de Pentecostés.
Las
palabras de los apóstoles encuentran
eco entre la gente y muchos se apuntaban a aquella Comunidad naciente.
Vivían unidos fortaleciendo
sus vidas con la palabra y la
Eucaristía. Eran bien vistos por todos. Con sus vidas transmitían
la
fuerza salvadora del
Señor Jesús.
¿Y
María? también estaba allí. Compartiendo la
vida de la
Comunidad cristiana. Reuniéndose con los demás para celebrar la
fe.
Con ellos vivía aquel ideal de vida nueva que, entre
todos, se esforzaban en construir. Así podían hacer realidad aquel espíritu
de
fraternidad que les unía y hacía que incluso se sintieron llamados a poner las cosas en común. Así todos los que querían
notaban que valía la pena el camino del Evangelio.
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