"Aprended de Mí que soy manso y humilde de corazón". Esta fue una de las recomendaciones
de tu Hijo como actitud
necesaria para la construcción del
Reino.
La mansedumbre y la humildad nos sitúa en la órbita de la disponibilidad y del compromiso de cara a la solidaridad entre
los hombres.
Somos muy dados a la agresividad
y a
la violencia, al orgullo y a la soberbia. Así nos incapacitamos para entender el
mensaje de Jesús y
comprender las exigencias del
Reino.
Desde la grandeza de tu vida te mostraste comprensiva,
servicial y acogedora
con
un corazón lleno de bondad y
mansedumbre. Por eso, además de
ser
la primera creyente, fuiste también pionera en la construcción del
Reino.
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