sábado, 31 de mayo de 2014

MARIA, OBRA DE DIOS


 

“¡Señor, dueño nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra!

 
El  salmista  canta  agradecido  y  alaba  con  alegría  eNombre del Señor.

 
María es la gran obra salida de las manos de Dios. Ella misma, desde lo íntimo se su corazón lo proclama: el Poderoso ha hecho tanto por mí”, no para un engreimiento de autocomplacencia, sino viendo en ello la misericordia divina que “llega a sus fieles de generación en generación.

 
Expresión del amor y benevolencia de Dios, María es “la llena  de  gracia.  Correspondiendo a  ese  amor  es  “dichosa porque ha creído”, se ha fiado de Dios. Tierra buena que acoge los dones divinos que hace fecundar y dar fruto conservando el recuerdo de todo esto, meditándolo en su corazón”. No se encierra en mismo en una contemplación narcisista. Ese don le impulsa a los demás y se pone en camino y fue a toda prisa a un pueblo de Judea.

Vive con el corazón abierto dejando llegue el ruido de fuera que hablan de las necesidades de los demás: No les queda vino”. La hemos contemplado junto a la cruz compartiendo el dolor de su Hijo. Sabe estar presente en el grupo de los  seguidores de Jesús porque la  fe  no  es  una aventura en solitario sino vivencia compartida y alentada por los hermanos: “Se dedicaban a la oración en común, junto con algunas mujeres, además de María, la madre de Jesús.

 Madre, que al contemplar tu grandeza alabemos a Dios. Cantando tus maravillas, la verdadera alegría inunde nuestro corazón. Sintiéndote junto a nosotros crezca nuestra confianza en ese Dios que quiere llenarnos de su amor.

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