"Alégrate, María, llena eres de gracia".
Llegamos, Madre, al final de
este mes de Mayo que
hemos dedicado a contemplarte y
a quererte más.
Te
hemos mirado, y hemos visto las maravillas que Dios ha hecho en Ti.
Nos hemos acercado
a Ti, y hemos sentido tu amor, tu ternura y tu sencillez.
Te hemos presentado nuestras súplicas, y estamos
seguros de que nos has
escuchado y nos has mirado con amor.
Día a día tu figura ha sido objeto de nuestra meditación,
y nuestro corazón se ha sentido lleno de amor y
de paz.
Por eso, Madre, queremos
darte gracias porque siempre estás a nuestro lado mientras caminamos por la vida. Gracias por
tu
entrega a Dios. Tu Sí es para nosotros
un recuerdo de que
también debe ser generosa
nuestra entrega. Gracias porque tu delicadeza ante los demás nos exige romper con nuestro egoísmo
y sintonizar con
los
que nos rodean,
especialmente con
los
pequeños, pobres y necesitados. Gracias porque tu vida sencilla, y al mismo tiempo grandiosa, nos hace valorar lo cotidiano hecho con amor. Gracias porque eres lazo de unidad, aliento en la espera y fortaleza en la prueba.
Queremos terminar, Madre, nuestra plegaria con esta súplica: Muéstranos a Jesús, el fruto bendito de tu vientre.
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