"Jesús bajó con ellos a Nazaret y
siguió bajo su autoridad. Su
Madre conservaba en su interior el recuerdo de todo aquello"
María era tu nombre. Viviste al ritmo de Dios y en tu marcha has sabido marcar
cada paso con la fuerza de quien responde a
su vocación.
Tu vida se fue desgranando en la sencillez del hogar de Nazaret con la alegría de compartir con José y Jesús el encanto
de
la vida familiar.
Nazaret es la escuela donde empieza a entenderse la
vida de Jesús, y donde se inicia el conocimiento del
Evangelio.
Allí observabas, escuchabas y meditabas dejándote
penetrar del sentido
profundo
y misterioso de esta sencilla,
humilde y encantadora manifestación
del Hijo de Dios entre los
hombres.
En el silencio te dejaste empapar de la grandeza del
Dios obediente y
entrañable.
En el trabajo doméstico
ibas realizando
tu vida con la
grandeza de quien sirve y ama.
En la convivencia compartías el amor, alegrías y penas
constituyendo una comunidad donde cada uno se sentía querido
por lo que es.
Ayúdanos,
Madre, a valorar la verdadera riqueza de la vida familiar.
A realizar nuestro trabajo con alegría y responsabilidad. A
saber tratar a
los demás en un clima de acogida y comprensión.
Que la familia de Nazaret nos siga enseñando el significado de la
familia, su comunión
de
amor, su sencillez y austera belleza, su
carácter sagrado e inviolable. Amén.
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