sábado, 21 de mayo de 2011

Dijo Jesús a sus discípulos: “Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre”.

Salmo a la palabra


Tú eres, Señor,
la Palabra de la vida
pronunciada en el silencio,
y que en silencio
debe ser acogida.
Haz que germine
en nuestros corazones
como buena noticia
a todos los hombres.


Tu Palabra, Señor,
nos da la vida,
por eso confío en ti;
aunque camine despacio
y por lugares oscuros,
no temo,
porque tu Palabra
es luz en mi camino.

Tu Palabra, Señor,
es siempre nueva,
alimento de mi alma,
por eso me es dulce
al paladar
y me sabe a amor
cuando la proclamo
desde mi pobre vida. Amén.

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