Esta hermosa flor representa el candor, la majestuosidad y la pureza debido a su color blanco. Por eso es habitual encontrarla en los ramos de las novias. La fascinación de los hombres por la azucena se remonta a muchos siglos atrás y la podemos encontrar representada en esculturas.
Despide un fresco aroma. Su cultivo es fácil en un suelo rico en materia orgánica.
Reflexión
Hoy, mirando a María, se nos invita a descubrir los valores más nobles que lleva el corazón humano.
De Ella emerge la pureza de corazón. Inmediatamente en que el Arcángel San Gabriel le saluda en Nombre de Dios en la Anunciación, lejos de sentirse halagada y perdida en su propia complacencia, “se conturbó y se preguntaba que significaría aquel saludo”. “¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?”, le dice María a Gabriel. Éste le explica cómo va actuar el Altísimo y María lo acepta con toda sencillez: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”. Con su silencio meditativo manifiesta un suelo ideal para que germine el fruto de su vientre, conservando su pureza como blanca azucena.
En María, la rectitud de intención y la pureza de corazón, ¡son tan significativas!... Ella no trata de acomodarse y buscar su interés personal sino que actúa con transparencia y honradez.
Canto: Tomad Virgen pura
Oración
Señor, danos un corazón un corazón limpio, puro, transparente, semejante al de tu Madre. Un corazón lleno de pureza y candor, capaz de derramar en su entorno el buen olor de Cristo.
Necesitamos vivir las características de esta hermosa flor, como las vivió María: su candor, su honradez, su pureza. Danos tu fuerza, porque a nosotros no nos es de fácil su cultivo. Ayúdanos a hacer de nuestro mundo un suelo ideal para hacerla florecer y derramar tan delicado aroma. Amén
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