El girasol es una planta ideal para aportar una visión coloreada y armónica a cualquier jardín.
Esta planta florece todo el verano, y hasta el otoño si se cortan las flores marchitas. Necesita que no le falte nunca el sol y esté en una maceta profunda con tierra fértil.
Consta de un tallo bastante resistente (no se ramifica), unas hojas grandes, con forma ovalada y bordes aserrados, y una gran flor, incluso en las variedades más pequeñas. Debe estar situada a pleno sol, hacía donde gira, y protegida del viento. La luz es un elemento fundamental.
Reflexión
Si la luz es elemento fundamental para que el girasol tenga vida, para nosotros, igual que lo fue para María, debe ser el estar abiertos a aceptar la voluntad de Dios. María fue fecunda por su disponibilidad al querer de Dios. Ella supo mirar al Señor, descubrir su voluntad y decir sí, no sólo cuando todo era fiesta, sino también en la incertidumbre, en la oscuridad, en el dolor. Si queremos ser grandes y fecundos, miremos al Señor como el girasol mira al sol, como María le miró y con generosidad digamos como Ella: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra” (Lc 1,38), para que nuestro corazón también se llene del gozo del Espíritu.
Canto: Madre de todos los hombres
Oración
María, ayúdanos a comprender la profundidad y madurez de tu sí. Enséñanos a decir cotidianamente que sí. Queremos vivir en la fecundidad y recrear cada día nuestra aceptación de la voluntad de Dios. Enséñanos a decir sí a la Palabra y a los hermanos. A decir sí en la vida y en la muerte. Amén
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