Reflexión
Si el jacinto es flor en racimo, flor de la constancia y del gozo del corazón… María es la Madre que constantemente está en el camino de la fe del pueblo de Dios. Ella nos lo demuestra, de modo especial con su cántico del Magnificat en la visitación, cántico que no deja de vibrar en el corazón de la Iglesia a través de los siglos. El Magnificat es un canto que viene a consagrar un encuentro: un acontecimiento de comunión, un cruce de caminos, un enfrentarse de personas con la finalidad de saludarse en paz. Una bendición mutua. No hay alabanza si no se realiza el encuentro. El canto del Magnificat supone el sofoco de quien ha tenido que andar mucho pero que sigue constante en alcanzar el encuentro con los hermanos y con Dios.
Canto: El Señor hizo en mí maravillas
Oración
María, tú cantaste tu acción de gracias y expresaste tu alegría con el canto del Magnificat. Haz que sintamos la alegría del verdadero encuentro. Ayúdanos a vivir en las horas y en los días de nuestro camino el primado de la caridad atenta, tierna y concreta, capaz de irradiar y contagiar a los demás el amor con que hemos sido amados por tu Hijo entregado a la muerte por nosotros. Amén
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